El alto contraste de detenidos contra asesinados en el municipio da cuenta del nivel de violencia e impunidad que reina en el puerto. Mientras el secretario de Seguridad Pública le apuesta a la entrega voluntaria de armas, ciudadanos en silencio piden justicia ante el temor de alzar la voz
Pese a la entrega gubernamental de armamento, patrullas y equipo antimotín, los asesinatos en Ensenada van a la alza y los crímenes son cada vez más violentos en una zona donde la población apenas alcanza los 100 mil habitantes.
De los 91 homicidios registrados, 54 sucedieron en la zona sur del municipio, desde Punta Colonet hasta el Paralelo 28; del total de crímenes, cinco personas son víctimas colaterales.
Por su parte, la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE) Zona Ensenada, a cargo de Norma Alicia Velázquez, apenas tiene un par de detenciones por las decenas de muertes que se han perpetrado en las delegaciones.
Cuestionada sobre avances en los principales homicidios sucedidos en el puerto, como el del abogado Jaime Palafox Toscano y el empresario Alejandro Sánchez, la subprocuradora respondió a través de su personal de comunicación que “no hay datos nuevos”.
De la misma manera, se preguntó sobre las investigaciones de los enfrentamientos que han dejado víctimas indirectas, del modo de operar de las bandas y de las detenciones sin avances.
Multihomicidio
Casi al amanecer del viernes 23 de junio, los residentes de San Quintín fueron sorprendidos con el hallazgo de cuatro cuerpos masculinos tirados a orillas de la Carretera Transpeninsular, a la altura del Kilómetro 144 en la zona conocida como Mallas de García en el Ejido Jaramillo.
Elementos de la Policía Municipal recibieron el reporte en la delegación de Camalú, donde se informaba sobre los cadáveres maniatados, todos con tiro de gracia.
Tres de los occisos fueron identificados como Ramón Varela Lara, de 30 años de edad; Christian Soto Zepeda, de 27 y Jorge Lemus Saldaña, de 29; solo uno de 45 a 50 años permanece sin identificar.
En el lugar se embalaron siete casquillos percutidos calibre .45, cuatro casquillos percutidos y tres cartuchos útiles calibre 9 milímetros.
A través de redes sociales, familias, amigos y compañeros de escuela dijeron conocer a las víctimas.
Uno de los compañeros mencionó que conoció a todos en la “escuela secundaria” en San Quintín, pero no supo qué fue de ellos después.
La mayoría tenía activas sus cuentas en redes sociales y compartían imágenes familiares, viajes, encuentros con amigos, sin lujos. Hay versiones encontradas en cuanto a qué se dedicaban las víctimas.
Decapitaciones en SQ y balaceras en viviendas
Otro hecho sangriento fue el hallazgo de dos cabezas afuera de una escuela primaria en la calle Ignacio Allende, dentro de la zona urbana de la colonia Lázaro Cárdenas. Estaban dentro de una cubeta y con un narcomensaje.
El mismo día, a kilómetros de la escuela en el Ejido San Marcos, se encontraron dos cuerpos, uno de los cuales estaba decapitado. Estaban maniatados, torturados y tirados en la terracería. Ninguno de los cadáveres ha sido identificado por la PGJE.
A estos hechos, siguieron otros más donde grupos armados ingresan a cuarterías de los diferentes ranchos de la zona rural para asesinar a los moradores. Y el domingo 25 de junio, en un enfrentamiento de vehículo a vehículo, asesinaron a una mujer identificada como Viviana, que el 27 de mayo había sido detenida por la Policía Estatal Preventiva (PEP) con arma y drogas.
Detenciones a cuentagotas
El 28 de junio, la PGJE informó de la detención de dos presuntos homicidas, por parte de elementos de la Policía Ministerial.
Jesús Ariel “N”, de 35 años, fue capturado en un camino vecinal de la colonia Santa Fe, mientras que a Rigoberto “N”, de 32, se le aprehendió en las calles Benito Juárez y Emiliano Zapata del Ejido Padre Kino.
Ambos tienen relación en tres muertes perpetradas en San Quintín: la de Jesús Pérez Martínez, de 68 años, ultimado a tiros; de José Cuate García, ocurrida el 11 de junio; y de Sergio Emilio Onofre, de 52, asesinado el día 22 del mismo mes.