La travesía y complejidades que encontraron algunos de los migrantes haitianos que salieron con el sueño de llegar a Estados Unidos para encontrar refugio, debido a las condiciones políticas y sociales de su país y de Brasil, donde algunos de ellos residían, además de la hermandad que encontraron en Tijuana al cerrárseles las puertas hacia la Unión Americana, quedaron plasmadas en un colorido mural de aproximadamente ocho metros de largo sobre una de las bardas perimetrales del albergue temporal Iglesia Bautista Emanuel en esta ciudad.
El trabajo artístico fue realizado por propios migrantes haitianos que se encontraban alojados en este lugar, además por estudiantes de la Universidad Autónoma de Baja California (UABC), quienes se sumaron a este proyecto denominado “Noble tránsito” a cargo del artista visual Luis Garzón Masabó como parte del Programa Cultura para la Armonía de la Dirección de Culturas Populares del Instituto Cultural de Baja California (ICBC).
A decir del artista, esto fue producto de los talleres de pintura que recibieron los migrantes en diciembre y que tras su culminación, derivó en dibujos para contar cómo fue su trayecto y las vicisitudes que encontraron en el camino hasta llegar a esta frontera.
Los dibujos fueron realizados a partir de la propia inspiración de los migrantes, explicó Garzón Masabó, que no llevan un entrenamiento técnico específico, sino simplemente una manifestación de acuerdo a lo que ellos estaban sintiendo y viviendo en esos momentos.
El artista también detalló que la idea fue que existiera cierta coherencia y sentido de armonía, de comunicación y de integración étnica y social, a partir de las diferentes características de cada uno de los personajes plasmados.
Por ello, en el mural se pueden encontrar niñas queriendo ser princesas, niños acompañados de sus padres, familias completas transitando y mujeres embarazadas, además de personas que vienen en embarcaciones, todos con la idea de llegar a Estados Unidos, pero que aquí despejaron su idea por el hecho de haber elegido esta ciudad como su hogar.
Destacó que la experiencia fue “muy buena” porque el arte les permitió comunicarse de una mejor manera, mucho más que a través de su idioma, elemento que encuentra como interesante de la creación: que permite esas posibilidades de encuentro, situación que les interesaba encontrar sobre las realidades de esta migración, a quienes, dijo, les permitió también realizar una especie de apertura sobre una situación que para ellos fue traumática, pero que queda como un recuerdo inevitable para sus vidas.
“En lo personal me permitió enterarme más de esta cultura, porque también soy de origen haitiano por parte de mis padres y esto me provocó una especie de regresión hacia esa parte que casi no había explorado y que me ayudó a acercarme a esa parte mía de raíces”, refirió.
El artista destacó que históricamente Tijuana ha sido una ciudad “increíble” en cuanto a la recepción de los migrantes y en este caso no fue diferente con los haitianos, ya que la mayoría de ellos “aportó, dio y ayudó” en la ciudad, elemento característico de esta ciudad “que se debe mantener y seguir alimentando, principalmente esa vocación que tienen las personas con los migrantes para que les sirva de ejemplo a otros lugares donde también se presentan estas situaciones”.
Ángela Serrano, titular del Programa de Cultura para la Armonía, manifestó que sin duda alguna esta migración es una parte humana que vino a cambiar los paradigmas tanto de las personas que trabajaron con los migrantes haitianos, como de la propia sociedad, situación de la cual está convencida propiciarás una transformación de Tijuana porque poco a poco se irá acogiendo la cultura haitiana y todas sus costumbres hasta formar parte del todo, lo cual es un aliciente para esta ciudad que históricamente ha recibido y se ha construido de muchos migrantes que buscan una vida mejor y que encuentran aquí esa oportunidad.