Parece que no hay solución.
Seguramente usted, como millones de mexicanos, se mortifica, entristece y quizá hasta se deprima al enterarse de tantos agravios que se comenten en contra de personas. En todos los sitios está el peligro: si sale a cenar con su pareja, si lleva a sus hijos al cine, si se encuentra con hijos y esposo muy tranquila en su hogar disfrutando de un buen programa de tele.
No es que se acepte el robo de un carro, una cartera, una casa, un celular; se trata de objetos que costará trabajo reponerlos. Pero el horror llega cuando el individuo o la mujer deciden asesinar. Privar de lo más preciado que tiene el ser humano: la vida. Ahora se mata a una criatura recién nacida, a una niña de 4 o 7 años, a una joven embarazada y hasta a familias completas, con pistola, cuchillos o machetes. Los destructores de vidas humanas se refinan para producir dolor.
¿Cómo puede el hombre o la mujer cometer tal salvajismo y seguir su vida como si nada? ¿Qué tipo de educación recibió? ¿Cómo fue tratado por sus padres? ¿En qué momento se transforma en bestia? Siguen viviendo, en el mejor de los casos, con su familia, sin remordimiento, sin pena ni propósito de transformar su vida en algo positivo.
Hay muchos que culpan este desenfreno que culmina en terminar con vidas humanas a la falta de una educación en valores, a la impunidad con que se cometen esos crímenes frente a autoridades que no pueden localizarlos para darles su justo castigo. No es que sean ineptas (las autoridades), lo que pasa es que son tantos los agravios a la sociedad y tan pocos los guardianes del orden que simplemente no pueden.
Luego, para colmo, nuestros gobernantes, cualquiera que sea su nivel, tratan de hacer su trabajo a base de lemas, ideas, palabras. Pero sus acciones los contradicen a cada momento. Como el padre que le dice a su hijo “pórtate bien” y llega al hogar presumiendo las transas del día. Todos deberíamos hacer el esfuerzo de ser ejemplo de congruencia entre el decir y hacer.
Nota 1.– A muchos nos sorprende ver la cantidad de buenos carros con placas falsas que otorga (no gratis) Anapromex. Los propietarios de esos carros no cumplen con las obligaciones fiscales como lo hacemos la enorme mayoría. A ellos hay que recordarles que viven en un Estado de Derecho.
Nota 2.– El anuncio de la autoridad hacendaria que los metería en cintura, provocó un alud de solidaridad de los asiduos comentaristas en las páginas digitales de periódicos y revistas. ¿Cómo se atreve la autoridad a poner orden? Manifiestan muy disgustados. Eso es solo un ejemplo de quienes creen en el “medio embarazo” y en ser “medio decente”.
Nota 3.– Cuando uno de esos carros con placas falsas los choque, como nos ha pasado en dos ocasiones, ya verán que es imposible obligarlos pagar.
Luz Elena Picos es Directora de Red Social de Tijuana. Correo electrónico: redsocialtijuana@hotmail.com www.lagacetaredsocial.com