Me vine pues a Tijuana,
festejar de julio el cuatro,
cuál festejo, fue maltrato
desde que crucé la aduana.
Agarraron a pedradas
el camión en que venía,
todo porque no traía
unas placas mexicanas.
En qué quedamos por fin,
como dice la canción,
ya no vuelvo a mi nación,
me tratan cual malandrín.
Encontré calles con hoyos
de Tijuana a Rosarito,
voy a pedirle a Diosito
los tape poco a poquito.
Dónde está la educación,
también la hospitalidad
es pura brutalidad,
malaya la situación.
No hay buenos señalamientos,
hay muchas calles cerradas,
la gente desesperada
no encuentra los libramientos.
Se exacerban las neurosis
y a recordar a las madres,
dónde andan, autoridades,
no fomenten más psicosis.
Yo por eso aquí en mi casa
disfrutando mi solar,
no tengo con quién pelear
ni quien esquilme mi plata.
Para qué invitar turistas
pa’agarrarlos a pedradas,
no ven que son embajadas
que dejan grandes divisas.
Alberto Torres B.
Tijuana, B. C.