Hay que aprender del mundo,
hay que aprender del ciego,
hay que aprender del malo,
hay que aprender del bueno.
Hay que aprender del agua,
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hay que aprender del viento,
y escuchemos a todos,
y escuchemos los ruegos…
De los bosques y campos,
de los mansos corderos,
de las aguas que corren,
de los estanques llenos.
Y más aún de aquello
de lo que no sabemos,
de nuestra propia sombra
que nunca tiene miedo.
Aprendamos entonces
que somos seres buenos
y que no hay hombres malos,
y que hay mansos corderos.
Y que existen las aves,
y que existen los cielos,
y que existen las flores,
y que existen los cerros.
Aprendamos de enero,
aprendamos que es lunes,
aprendamos que es miércoles,
sin olvidar abril, mayo y febrero.
José Miguel Ángel Hernández Villanueva.
Tijuana, B.C.