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lunes, septiembre 30, 2024
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“Jaladores” deportados, otra calamidad para la zona turística de Ensenada

La zona turística del puerto

sigue gozando de visitantes

norteamericanos que hace

lustros que no se paran por

Tijuana, gracias a los

cruceros que desembarcan

hasta dos veces por semana.

Pero junto con este boom,

locatarios y transeúntes

tienen que lidiar con

vendedores ambulantes

y “jaladores

Apenas en mayo pasado, un sábado en pleno mediodía, se suscitó un zafarrancho y gran movilización policíaca en la terraza del bar La Galería, ubicado en plena Calle Primera y Ruiz, conocida como “Zona R1”, frente al famoso Papas&Beer. Meseros y turistas escenificaron una lucha campal donde botellazos, golpes y sangre llovieron por todas partes, a la vista de propios y extraños.

Dos personas fueron aprehendidas, un mesero y un crucerista, pero a la hora de fincarles cargos, ninguno de los dos aceptó trabajar en el local, ambos se identificaron como norteamericanos turistas y no se procedió contra alguno de ellos. El local fue clausurado por unos días, el propietario pagó una multa de 67 mil pesos, volvió a abrir y a emplear al mismo mesero que protagonizó la trifulca.

“Pensé que el dueño lo iba a correr, a todos, pero incluso se ostenta de que ‘para trabajar aquí tienes que ser deportado’”, se queja un comerciante vecino ante la proliferación de deportados de Estados Unidos, la mayoría de ellos con tatuajes en todo el cuerpo, que son empleados -no contratados- por su fluido inglés, y nada más.

Resulta que tanto el mesero de La Galería como uno de los turistas, tienen tatuajes hasta en la cabeza, y de acuerdo a sus imágenes, se identificaron como bandas de pandilleros antagónicas que operan en San Diego; ahí es cuando se suscitó el enfrentamiento.

Trabajadores y locatarios de otros giros en la calle Primera están hartos de esta problemática que propician principalmente los antros y algunos restaurantes que emplean -mas no contratan- indiscriminadamente a deportados que generan acoso, pleitos y narcomenudeo.

“Distraen a los clientes de las curios, chingan al turista, les cobran de más, son gente que anda en drogas, matones, sin papeles, la Policía no hace nada, nomás pasan, están comprados”, acusa un restaurantero de la zona respecto a los meseros que a la vez actúan como “jaladores”.

Aunque las autoridades sesgadamente empiezan a reconocer que el problema se está desbordando, fuentes extraoficiales explicaron a este medio que los “jaladores” se han convertido en toda una mafia y tienen como líder a quien identificaron como “Óscar”, “es quien contrata a todos los deportados, llegó hace como seis años, tiene un negocio de masajes, vende drogas y duró diez años en prisión en el Condado de San Diego”, detallaron del que también se cree dueño de vidas y destinos en la calle Primera y  -refieren- sin más ordena: “Madréalo”.

“Realmente estamos en la antesala de un problema social, hemos tenido ya algunos índices que nos ponen focos rojos, los ‘jaladores’ ya forman parte de los usos y costumbres, pero se ha venido sobreexplotando, aquejan mucho al turista para invitarlo de una manera ya no muy cordial a pasar o sentarse en la terraza”, acepta Amador Arteaga, director de Proturismo, instancia del gobierno municipal encaminada a la promoción turística.

Arteaga, quien también es comerciante de la zona, corrobora que no hay un control de estas personas ni los establecimientos que los emplean, al no existir una relación laboral formal. La contratación es verbal, no tienen ninguna prestación social por parte de la empresa, ni obligaciones para con la misma, dado que trabajan por una comisión, según los clientes que acarrean.

Se estima que el fenómeno de los deportados se empezó a dar desde hace aproximadamente ocho años y está fuera de control, pero ni autoridades ni el sector organizado tienen un recuento o cifras de cuántos individuos de este origen se encuentran trabajando en la zona.

“Es como un vendedor externo, por lo mismo no hay un censo, no hay control, y sí, hemos escuchado que los contratan por la fluidez de su inglés y su capacidad de comunicarse con los norteamericanos, y normalmente no tienen un permiso para laborar en México”, reitera Jorge Menchaca, presidente de la Cámara Nacional de Comercio (Canaco) Ensenada.

“A final de cuentas ha sido una manera de hacer negocio que han encontrado y no está regulada, la competencia es feroz y no se se ve qué negocio es mejor, sino quién tiene a la mejor persona para jalar clientes, sobre todo si tu negocio no tiene las cualidades para convencer por sí mismo. A veces no puedes controlar a una persona que no es tu empleado porque no lo tienes en nómina, ni aunque estuviera, es difícil si es una persona que es conflictiva”, se explaya Menchaca.

“No tenemos nada en contra de connacionales deportados -aclara el director de Proturismo-, habría que ver también si no hay centroamericanos trabajando en la zona, y también ver qué perfil está buscando el negocio, si cumplen los requisitos, para trabajar en un bar debes tener gente de confianza, su estatus jurídico, sus antecedentes. Les haría un llamado a los empresarios y comerciantes para no abusar de esta modalidad nomás por meter gente que tiene una labia muy amplia”, exhortó.

 

Un mal de tantos

En la actualidad se contabilizan 120 locales comerciales operando en la calle Primera. A tiendas de curiosidades, farmacias, joyerías, restaurantes y bares, se agregan 208 vendedores ambulantes con permiso. Pero en días que llegan cruceros al puerto, de la nada aparecen 300 vendedores ambulantes más, sin permiso, algunos con el documento duplicado hasta cinco veces.

Aparte, de septiembre de 2016 a la fecha se han contabilizado alrededor de 25 robos a negocios cerrados, en las madrugadas, rateros hacen agujeros en los techos de los locales y vacían la mercancía, además de rociar con extinguidores el local para no dejar huellas. Comercios como Casa Ramírez han sido robados hasta en dos ocasiones en el lapso de un mes. Cerca de veinte locales han tenido que cerrar debido a los hurtos.

A raíz de la crisis de los robos, la falta de vigilancia, la ausencia de alumbrado público, la proliferación de vendedores ambulantes y los “jaladores”, dentro de la Canaco se creó la sección especializada del área de Turismo, presidida por María Guadalupe Manríquez Pérez, quien ha empezado a sostener reuniones con el director de Seguridad Pública Municipal, Emilio Camarena Castillo, y la directora del Departamento de Comercio, Alcoholes y Espectáculos Públicos, Rebeca Mungaray Lagarda.

Con ellos piensan acabar lo que los gobiernos de Enrique Pelayo, Gilberto Hirata y el anterior director de Alcoholes, Hans Appel Lafarga -de mangas anchas- solaparon. “Hemos tenido muy buena respuesta de las autoridades”, asegura Manríquez.

Está la promesa de arreglar las 30 cámaras de videovigilancia que no sirven, y hacer funcionar la torre para que operen las pocas que sí sirven, reestablecer los rondines de policías en bicicleta, aumentar las horas de vigilancia, regular a los ambulantes y controlar a los “jaladores”.

“Queremos que no haya ‘jaladores’, que se metan al local y las calles queden libres y el tráfico sea más expedito en la calle Primera”, implora Rafael Chávez, vicepresidente de la Canaco. “Tiene que haber un orden, no es posible que vayas circulando por la calle y no puedas avanzar porque te quieren forzar a entrar a un negocio adonde no quieres llegar”, secunda Menchaca.

Las diferentes autoridades consultadas por ZETA informaron sobre las medidas que tomarán al respecto. Inspectores de Comercio y Alcoholes vigilarán que los meseros se dediquen a eso nada más y no andar “jalando” clientes desde la calle, además de verificar que realmente sean empleados y estén en nómina, para lo cual deberán traer gafetes con su nombre y fotografía. A los que sorprendan operando como “jaladores” serán detenidos por la Policía y se multará al establecimiento que lo emplea. En caso de tres sanciones, se cancelará el permiso de venta de alcohol. No se ha precisado desde cuándo se empezarán aplicar estas acciones, nomás dicen que “pronto”.

 

Erradicar el cáncer

En 2009, cuando la epidemia de la influenza hizo ver a México como un país de apestados, por casi tres meses los cruceros turísticos dejaron de llegar al puerto de Ensenada, por lo que el comercio local se colapsó, aunado a  la situación también con el turismo de carretera, por la crisis de inseguridad que se padeció en la región y en todo el país.

Entonces el gobierno municipal y el sector turístico optaron por implementar las ventas de banqueta e incluso cerrar calles para incentivar el consumo local, así como el de visitantes, a la zona turística. Eso originó que los empleados salieran a la calle a atraer clientes, y particularmente meseros de bares y restaurantes, se convirtieron en “jaladores”.

Amador Arteaga, director de Proturismo, promovió que las ventas de banqueta se hicieran, pero reconoce que ahora es momento de quitarlas, porque amén del problema de los “jaladores”, a mucho turismo no les gusta esa modalidad de comercio.

“Al acabarlas ya no tendrás a los empleados en la calle, es momento de poner orden, Ensenada y la calle Primera siempre ha sido así, van enfocados al un turismo familiar, donde nunca se había molestado al turista, ahora se sienten hostigado, estamos cayendo en el hartazgo”.

La consecuencia es que los “jaladores” no solamente se dedican a ofertar bebidas, comida, fármacos o mercancías propias de cada establecimiento, sino que abiertamente ofrecen chicas, masajes con happy ending, y hasta drogas. Nadie los reglamenta.

“Los ‘jaladores’ ya no respetan ni su esfera de competencia, se cruzan, se van a la esquina, te corretean y te abrazan. Es algo que debe ser muy tomado en cuenta por las autoridades e inspectores de gobierno. Hace veinte años no teníamos ‘jaladores’, es momento de ver la reglamentación aplicable a la zona, porque las leyes son para poner orden de acuerdo a las necesidades de un tiempo y un espacio; yo creo que la las leyes vigentes ya quedaron ambiguas”, consideró.

No obstante, no todos los comerciantes de la calle Primera están dispuestos a que les erradiquen a los “jaladores”, pues argumentan, es la única forma de sostener sus ventas y salir avante con sus gastos de operación. Aunque algunos ostenten autos de lujo y una vida nada estrecha, como se señala a propietarios de antros como La Galería, Garibaldi, Papas&Beer, Hussong’s y tantos otros.

“No se toman decisiones en conjunto, tenemos que empatar la visión. Uno se queja mucho de la autoridad, pero le digo al comerciante, qué estás haciendo tú para que ese índice de delitos suba; o sea, no vamos a traer monjas ni sacerdotes a trabajar, no, pero hay un perfil de empleado, que los empleados estén adentro, si el lugar está bonito la gente va a entrar sola”, insiste Arteaga.

“Como representante de Turismo apuesto por la capacitación, pero yo me pregunto, si invitamos a estos empleados, ¿van a venir?, porque su estrategia es otra, ellos están hechos para eso, pero el destino de Ensenada ya es de otro nivel, por toda la imagen que tiene a nivel nacional e internacional. Si no se pone un control en este tema nos va meter en problemas más serios de los que hemos vivido hasta el día de hoy”, advierte.

Siempre atento a los problemas de la ciudad y en plan retrospectivo a las acciones que emprendió su gobierno, el ex alcalde César Mancillas recuerda que durante su gestión se colocaron cámaras en toda la calle Primera, y al menor incidente llegaba la Policía porque la estación estaba a dos cuadras.

Del problema de los “jaladores”, no debería ser tal, aprecia: “No pueden estar, son totalmente ilegales, nadie puede sacar su negocio a la calle salvo que tenga un permiso. El problema no es tan complicado resolverlo, falta mucha voluntad política, también falta mucho orden. Sí la autoridad no está en la calle, no está revisando, va a pasar de todo”.

Refiere Mancillas que durante su gestión (2004-2007) también hubo una crisis de visitantes, de 6 mil turistas que llegaban en los barcos, nomás bajaban la mitad, y un estudio determinó que le tenían miedo a los policías.

“Ahora ya no pasa eso; ahora lo que me preocupan es que sí bajen, porque las cosas están muy mal”, concluye.

Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
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