El padre Gustavo Gutiérrez, teólogo peruano, titula uno de sus libros: ¿Dios o el Oro en las Indias? Ya el primer Papa, San Pedro, en los inicios de la cristiandad, escribió en una de sus cartas: “Todos buscan sus intereses, menos los de Cristo”.
No podía ser diferente en la conquista espiritual del Noroeste de Nueva España, hoy México. Desde que los conquistadores españoles someten a los aztecas en 1521, la llamada primera audiencia será una lacra para los michoacanos, por ejemplo. Tendrán que unirse en oración y justicia, obispos como Fray Juan de Zumárraga, franciscano primer arzobispo de México. Escondiendo una carta en un crucifico enviado al Rey, le explicará la necesidad de retirar a las autoridades virreinales que han torturado al rey michoacano Calztotzin, para como Cuauhtémoc, obligarlo a entregar un oro y joyas, que nunca aparecieron y que el humilde –ya cristiano– rey de los Purépechas no poseía.
Los reyes a propuesta del gran franciscano Zumárraga, aceptarán ordenar sacerdote a sus 69 años, a quien moriría siendo obispo a los 93 años: Vasco de Quiróga, Tata Vasco, el siervo de Dios que amó y sirvió a Michoacán y regiones cercanas.
Jacquez Maritain, filósofo francés, expone en su Filosofía de la Historia, que ni todo es trigo, ni todo es cizaña. Ni todo es bueno, ni todo es malo. Y así puede observarse en la historia de la conquista espiritual del Noroeste mexicano o de la entonces Nueva España.
Sí es admirable Hernando de Alarcón en 1540, explorador y navegante que enseña a los Yumas y Cucapás a persignarse en el nombre de la Santísima Trinidad. Esos mismos Yumas incendiarán las misiones de Yumas, de San Pedro y San Pablo de Vicuñer, y de la Purísima Concepción, y quemarán vivos a cuatro frailes franciscanos, y masacrarán a los indígenas, en la Masacre de Yuma de 1781-1782.
Parece que las leyes del éxito de Og Mandino en su memorándum de Dios, son un eco del cristianismo primitivo: Trata a los demás como quieras que te traten a ti. O lo mismo dicho por Jesús: No hagas a otros lo que no quieras que te hagan a ti.
En el presidio de San Bruno, fundado por el Almirante Atondo y Antillón, con motivo de la misión evangelizadora del jesuita padre Kino, son los españoles con su intolerancia a los indígenas los que harán que la primera misión aborte después de casi dos años, iniciada un 6 de octubre de 1683.
Muchos misioneros de todas las congregaciones religiosas lograron la conquista espiritual del Noroeste no sin oración, sin sacrificios, sin buenas relaciones con las autoridades, no sin reclamar justicia para los indefensos aborígenes, para los pobres; no sin oponerse al maltrato, a la discriminación, a las exageraciones y desprecios de los mismos conquistadores civiles, militares y religiosos.
En la conquista espiritual del Noroeste cada quien tiene su reconocimiento. Abundan archivos que nos revelan la verdad. Sí hubo abusos y algunos demeritaron el objetivo original cristiano de amar y servir a los habitantes de todas estas regiones. No sin mérito, por ejemplo, la gente que conoce y lee sobre la epopeya misionera de franciscanos, dominicos, jesuitas y demás religiosos en esta región; ha inmortalizado a misioneros inolvidables, que en el caso de la Península y del Desierto de Altar, entre Sonora y Arizona. Más que el oro, encontraron el corazón de Yaquis, Seris, Pimas, Pápagos, Kiliwas, Kumiai, Guaycuras, Cochimíes, Californios, Yumas, Cucapás, Qutganes, Quechans, Kikimas y tantas tribus a las que les enseñaron no solo a creer en Dios, sino a sembrar, criar ganado, descubrir su verdadero espíritu humano.
Germán Orozco Mora reside en Mexicali. Correo: saeta87@gmail.com