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martes, febrero 20, 2024
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Opacidad y engaño

Juan Manuel Gastélum Buenrostro cumplió seis meses al frente del Ayuntamiento de Tijuana. Con un apretadísimo margen le ganó la elección en actas al Teniente Coronel Julián Leyzaola Pérez, y se convirtió en alcalde de la ciudad. Después de dos administraciones priistas, “recuperó” esta frontera para el Partido Acción Nacional.

Realmente generó una expectativa a su favor en eso de gobernar. Bien a bien se justificaba que tenía experiencia luego que había sido secretario del Ayuntamiento y alcalde suplente en el trienio de su amigo y hoy gobernador, Francisco Vega de Lamadrid. Así, decían, no puede ser tan malo. Además su personalidad dicharachera le ayudó. Muy “gente”, llevado y hasta belicoso.


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Arribó a la administración y esa percepción se ha ido perdiendo. No solo porque ya no es simpático, sino porque suele burlarse de temas serios y verse envuelto en conflictos de índole personal que imperan sobre la administración pública. No ha hecho mucho. La ciudad está sucia, sin luz, con harta inseguridad, caos vial, regreso de indigentes y el narcomenudeo en crecimiento, por mencionar algunos conflictos por los que atraviesa Tijuana.

Hacerse el gracioso regañando a sus funcionarios y culpándolos de no cumplir con las medidas que están en su responsabilidad para sacar adelante a la ciudad, no le ha funcionado. Pero quizá su principal defecto, el que está empezando a ser su lastre, es la falta de transparencia en las finanzas municipales. El engaño a la población con la promesa de transparentar las finanzas y hacer públicas las transacciones del Ayuntamiento.

Si Usted revisa el portal de transparencia del Ayuntamiento de Tijuana, y va hacia donde se encuentra la información que por Ley deben los sujetos obligados (y el Ayuntamiento es uno de ellos) hacer pública en páginas electrónicas, encontrará que hay muy poca información actualizada disponible.


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Se lleva el premio a la opacidad y la sospecha de la transa, en el rubro de “Adjudicaciones Directas”, en ese enlace digital se deben inscribir y hacer públicas, todas las compras, adquisiciones, convenios, contratos, arrendamientos que se hacen de manera directa, es decir, que no requirió por el monto a erogar, de una licitación pública o concurso por convocatoria para buscar la mejor oferta en precio y calidad para las finanzas municipales.

En las adjudicaciones directas deben aparecer, por ejemplo, la compra de enseres, la adquisición de publicidad, la renta de inmuebles, la compra de equipo de cómputo, de unidades, automóviles, refacciones, el pago por servicios de mecánica, uniformes… todo lo que se requiere para que el aparato administrativo funcione.

En administraciones anteriores, como las de Carlos Bustamante Anchondo y Jorge Astiazarán Orci, la información de adjudicaciones directas era actualizada cada tres meses y se hacía pública, se acumulaba a la ya publicada de meses atrás, hasta tener de manera transparente, el año fiscal de adquisiciones directas.

En el portal de transparencia del Ayuntamiento que encabeza Juan Manuel Gastélum, no aparece información alguna de adquisiciones directas. Cero. Nada. En seis meses, el personal a cargo del alcalde no ha respondido a la circunstancia social que requiere de sus autoridades transparencia y rendición de cuentas, como para descargar esa información en la página y hacerla pública. Nada.

No hay una sola compra, ni una sola contratación, cero adquisiciones, nada de nada. La opacidad supera todos los niveles de opacidad que se hayan tenido en administraciones pasadas, porque simplemente en este Ayuntamiento no informan nada de las compras y adquisiciones que hacen. Nada, insisto: nada.

La información que por oficio debe ser pública, como es el caso de las adjudicaciones directas, lo debe estar por Ley. De hecho debería estar al alcance de la revisión de cualquier ciudadano así no estuviera en Ley, por el puro compromiso de transparentar lo que siempre se ha sabido opaco: la administración de los recursos de Federación, Estado y Municipio, pero en este caso, los gobernantes necesitan ser obligados a transparentar el manejo de los recursos, de lo contrario aprovechan cualquier vericueto de la Ley, omisión o falta de supervisión para ocultar la información de la administración pública a los gobernados.

Eso sucede con Juan Manuel Gastélum y su equipo, que en medio año no han subido a la plataforma de internet información de las adjudicaciones directas, y que cuando les piden vía solicitud de transparencia algún documento para conocer los convenios que está firmando con recursos públicos, los niegan partiendo de la confidencialidad que existe entre los firmantes. O sea, la administración de Gastélum no es transparente ni rinde cuentas claras ni por oficio, ni a solicitud.

Tal parece que se están aprovechando de una prórroga que dieron los miembros de la Plataforma Nacional de Transparencia, para que los nuevos sujetos obligados (no los viejos como el Ayuntamiento), tuvieran más tiempo (la fecha límite era el 4 de mayo) para descargar su información en portales. Además, ese mismo cuerpo determinó que en caso de una denuncia por no tener públicamente la información, como el caso de las adjudicaciones directas, los sujetos obligados (alcalde y Ayuntamiento) no serían sancionados, solo se les haría una recomendación para transparentar lo que tiene opaco.

Es decir, los institutos de transparencia no pueden sancionar a los sujetos obligados por no hacer pública y transparente la información que por Ley debe serlo. Solo les pueden hacer un llamado a recapacitar, y está en ellos si deciden transparentar el manejo de los recursos públicos.

La impunidad política resulta un caldo de cultivo para la transa, la malversación, el abuso, el peculado y otros delitos asociados a la corrupción, en los que se cae de manera más fácil cuando no hay obligación de transparentar las acciones e informar de la forma, el fondo, el cómo, el cuándo, en qué y en quién se gastan los dineros públicos.

Realmente es lamentable que con la administración de Gastélum en Tijuana se estén dando pasos hacia atrás en materia de transparencia y rendición de cuentas, que este Ayuntamiento sea tan opaco que haga que administraciones pasadas destaquen por ello, incluso la de Bustamante.

Que los ciudadanos tengan que denunciar ante el Instituto de Transparencia, o hacer una solicitud de información al mismo, para saber cómo se gasta en el Ayuntamiento de Tijuana el recurso de todos.

Hace unos días, de manera increíble y hasta chocarrera, el Departamento de Comunicación del Ayuntamiento de Tijuana dio a conocer por todo lo alto, con fotos y discurso, que Juan Manuel Gastélum, a seis meses de gobierno, con la ciudad hecha un caos y las finanzas endebles, había ganado un premio de urbanismo (sí, de urbanismo). Como si un premio sin tradición ni prestigio, otorgado además de manera prematura y fuera de contexto, fuese a cambiar la percepción de opacidad, engaño e ineficacia que se tiene de la actual administración, que se lleva un premio, sí, pero al oscurantismo en la administración pública.

Mal, alcalde, muy mal. Transparencia y rendición de cuentas es lo que la sociedad exige hoy. ¿Cuándo actualizará la información y proveerá de información al Instituto de Transparencia del Estado de Baja California? De Usted depende.

Autor(a)

Adela Navarro Bello
Adela Navarro Bello
Directora general del semanario ZETA, Consejero de Artículo 19 y del CPJ para las Américas, entre otros reconocimientos, tiene el Maria Moors Cabot 2021 de la Universidad de Columbia.
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