El legendario poeta estadounidense Jerome Rothenberg regresó a Tijuana, luego de su más reciente visita en el suceso editorial de la frontera en 2012.
Por invitación del poeta y ensayista bajacaliforniano Jorge Ortega a la XXXV Feria del Libro de Tijuana , el reconocido autor Jerome Rothenberg de 85 años (Nueva York, 11 de diciembre de 1931), presentó y leyó poemas de “Testigo & milagros”, su más reciente poemario editado este año por CETYS Universidad, Universidad Autónoma de Nuevo León y editorial Matadero.
Fue en la Sala Federico Campbell donde Jerome Rothenberg incursionó en el cierre del acontecimiento librero más importante de la región en compañía de su esposa Diane, y en la mesa editorial junto con el poeta Jorge Ortega y el traductor de “Testigo & milagros” Javier Taboada.
Rothenberg compartió en la tarde del domingo 28 de mayo de 2017 en el CECUT una histórica lectura de “Testigo & milagros” ante poco más de cien personas que respondieron a la convocatoria para escuchar al gran poeta estadounidense, mientras tanto, Javier Taboada leía la versión en español del poemario.
Durante la tertulia literaria en la Sala Federico Campbell, Jorge Ortega leyó un breve ensayo alusivo a “Testigo & milagros”, cuyo autor mexicalense también es el encargado de reseñar la edición bilingüe (inglés y español):
“Para fortuna suya el lector hispano, o sea nosotros, tiene otra vez consigo una muestra de la poesía de Jerome Rothenberg, uno de los mayores poetas vivos de los Estados Unidos. Nacido en Nueva York en 1931 en una familia de inmigrantes judeo-polacos y habiendo fatigado distintas instancias del decir poético, Rothenberg constituye hoy por hoy una de las figuras más polifacéticas y fecundas de la escena lírica internacional; lo patenta su labor como autor, traductor, antólogo y, por supuesto, teórico, un lado poco socorrido por los poetas dado que una cosa es la de ejercer la crítica y otra la de crear tendencia o escuela, de abrir derroteros en el ámbito de la poética encausando novedosas maneras de leer la poesía de nuestros ancestros y acuñando términos para nombrar esa herencia muchas veces inadvertida por la imperiosidad canónica”.
Durante la presentación literaria, Javier Taboada refirió a pregunta expresa de Semanario ZETA a propósito de las prioridades y desafíos al traducir la obra de una figura de las letras universales como Jerome Rothenberg, en este caso de su poemario “Testigo & milagros”:
“Es una historia extraña porque nuestra relación empezó por correo electrónico hace unos años, como traductor, como escritor; le escribo y de pronto hay una respuesta, hay un acercamiento y después me presenta ‘Milagros’; ‘Milagros’ me parece una obra maestra de la brevedad, de la concisión, pero ‘Milagros’ tiene un problema formal, son 14 líneas divididas en dos estrofas, intenta retomar cierta noción de la rima y recrear o de construir los sonetos, ¿cómo lo haces? ¿Como un soneto? ¿Te vas a una forma que no está tomando el autor? ¿Cómo lo buscas?
“Entonces, entendí que, por ejemplo, en ‘Milagros’ está la sonoridad: ‘Un milagro / la luz un milagro / la noche un milagro / el mar un milagro…’, es este ritmo casi vertiginoso en el que la rima es el que va dando la pauta o la imagen mental, en parte una imagen acústica para generarla, ése fue el reto de ‘Milagros’.
‘Y en cuanto a ‘Testigo’, saber quién hablaba, todas las voces ensambladas alrededor de este texto, parecen conformar un solo discurso, pero es muy difícil distinguirlas y porque además hace referencia a casi todos los trabajos de Jerry, entonces tenía que buscarlos, saber de qué estaba hablando, a qué autores estaba citando; ése me llevó más tiempo en el sentido digamos como de búsqueda de obra y ahí privilegié principalmente el sentido; nunca he sido un traductor literal, me interesa que se comprenda el sentido, me interesa la lengua a la cual llegan las cosas, al castellano, al que hablamos, al que entendemos, y que esa poesía sonara como una poesía contemporánea en castellano; ésas fueron las dificultades en ambos casos”, apostilló Javier Taboada.
Un día antes, sábado 27 de mayo, en una extensa entrevista con Semanario ZETA, próxima a publicarse, Jerome Rothenberg se mostró muy contento de regresar y leer en Tijuana:
“Nosotros somos vecinos, hemos estado muchas veces en Tijuana. La primera vez que vine no había frontera entre las ciudades, podíamos andar libremente; vivíamos en Encinitas y en media hora íbamos y veníamos entre Estados Unidos y México. Recuerdo aquella lectura en la Feria del Libro de Tijuana hace seis años (2012), estaba ubicada en una gran carpa, fue un gran placer en ese momento, leer en México siempre ha sido un enorme gusto”.