Un grupo de madres y familiares de desaparecidos instalaron esta mañana de miércoles, un memorial en simbólica referencia a la desaparición de sus seres queridos.
“Aquí estamos presentes todavía, buscando a nuestros hijos, es un símbolo de todo lo que ha estado pasando”, expuso Imelda López, quien desde hace varios años busca a su hijo Pierre Meza.
El memorial tiene una connotación bastante fuerte: Son dos tambos metálicos pegados de las orillas –soldados- en referencia al mecanismo que utilizaba el siniestro personaje detenido en Tijuana y conocido como “El Pozolero”, quien aceptó haber disuelto en ácido a más de 300 personas. De acuerdo a su testimonio, optaba por pegar los dos tambos para no tener que destazar a sus víctimas, y que sus cuerpos pudieran ser introducidos en los cilindros enteros.
“Es un monumento a la impunidad. Son dos tambos que siempre te recuerda lo que es “La Gallera”, que es donde deshacía ‘El Pozolero’ a muchos de nuestros familiares, conocidos o ciudadanos.
Estamos aquí para decirles a las autoridades que las desapariciones siguen”, sostuvo Irma Leyva, madre del ex agente de la Policía Ministerial, Diego Hernández, desaparecido en Mexicali desde enero del 2007.
Por su parte la investigadora Paola Ovalle explicó sobre el evento:
“La idea es utilizar los tambos metálicos -que era un dispositivo para las desapariciones- pero no hacerlo de una manera tan morbosa. Para ellas era importante poner los nombres y las telas de colores como una forma de cuidar lo que para ellas siempre piensan que pudo haber sido uno de los destinos de sus hijos”, refirió la investigadora de la UABC, quien considera que para ellas era importante el poder utilizar estos objetos para seguir en su lucha por la justicia y la verdad.
Ovalle ha estado involucrada en un proyecto denominado RECO cuyos objetivos son recordar, reconstruir y reconciliar, y la idea es que por medio de expresiones –intervenciones, las llaman a este tipo de arte en el espacio público- realizan ejercicios de duelo social.
“Por eso es la importancia que sea como un dispositivo muy fuerte, el que exista una técnica que es tan cotidiana pero que se sigue utilizando no solo en Baja California sino en varias partes del país.
“Son dispositivos de reflexión pero sobre todo de duelo social, de que las víctimas no estén solas. Que cuando alguien pase y lo vea sepa que con un dispositivo tan sencillo como este se desaparecieron personas, seres queridos y que se pueda generar esa empatía que haga que las víctimas no estén solas”.