Francisco Vega de Lamadrid
Gobernador del Estado de Baja California
Presente.-
Quienes conocemos la historia y la lucha magisterial, nos queda claro que los derechos laborales se han conquistado a base de esfuerzos. Permítame con todo respeto, señor gobernador Francisco Vega de Lamadrid, ilustrarlo con un hecho histórico, que le permita hacer conciencia y tenga presente que el hombre que olvida su historia está condenado a repetirla.
Justo Sierra, Secretario de Instrucción Pública, en el régimen porfirista observó la miseria y las vejaciones que padecían los maestros, e intentó cambiar la condición del magisterio.
Entre los problemas que observó Justo Sierra, estaba el problema de los pagos a los maestros, la falta de incentivo y el aumento salarial, la jubilación era uno de los temas prioritarios que la agenda política del porfiriato aún no podía resolver, ya que en esos años los maestros no podían aspirar a una jubilación. A todas estas dificultades se sumaron las complejas demandas de justicia que los maestros exigían en sus diversas regiones y que en diversas ocasiones no eran resueltas por el estado.
A pesar que el ministro de Instrucción Pública se preocupaba por resolver la necesidad del magisterio, sus buenos deseos no fructificaron. Las buenas pretensiones y el fuerte embate que emprendió Justo Sierra, para exponer las necesidades de los maestros no fueron argumentos sólidos para poder convencer a Limantour del problema coyuntural que se avecinaba. Justo Sierra no consiguió contrarrestar la hegemonía política y económica que mantenía José Ives Limantour en el régimen como Secretario de Hacienda, al contrario, éste se mostró poco dispuesto para cambiar la calidad del magisterio, al no facilitar los fondos necesarios para el desarrollo de la instrucción pública.
Por ello Justo Sierra escribió, afirmando y diciéndole: “El elemento primordial en nuestro país, es el maestro. Por ello se necesita crearle alicientes. Si usted sabe de alguna fábrica en que hagan maestros de acero o de palo, que no tengan necesidades morales ni físicas, mándeme el catálogo de precios para que encarguemos los diez o veinte millares que la República necesita”.
Hoy le quiero preguntar con todo respeto, señor Francisco Vega, los mismos cuestionamientos que Justo Sierra le realizó a Limantour: Dígame por favor, ¿en qué maquiladora del estado fabrican maestros que sean de acero o de palo? ¿En dónde se fabrican maestros, que no coman, que no vistan, que no calcen o que no se enfermen? ¿En qué centro comercial dan fiado para que pueda cubrir mis necesidades básicas? Porque como maestro interino no se me paga a tiempo. Los niños de Baja California, señor gobernador, reciben sus clases por el gran amor y el altruismo de sus maestros, a pesar de las condiciones en las que nos encontramos los docentes asistimos a clase, no por rutina o por cumplir, o por ganar un jornal. Quienes abrazamos el apostolado del magisterio hemos ardido en la sagrada llama y comprendemos la misión divina, que es el noble ejercicio de enseñar.
Atentamente,
Félix Blanco Ojeda
Maestro interino