“Vivir, para vivir, solo vale la pena vivir, para vivir”.
Joan Manuel Serrat
Doña Clementina llegó en 1949 al Golfo de Santa Clara. Tenía 8 años de edad y nunca regresó a su tierra: La Barca, Jalisco.
En su adolescencia, recuerda que un comerciante chino proveniente de Mexicali les compraba a sus padres el buche de totoaba seco y salado, a diez dólares el kilo. Creo que lo usaban para preparar suculentas sopas del aún no vedado pez. La vaquita marina nunca la ha visto en casi setenta años de vivir en El Golfo.
Hay familias viviendo en El Golfo, antes que Doña Clementina. A quienes estaban acostumbrados vender libremente el buche de totoaba, ahora les resulta dramático y desastroso, aceptar que por injerencia de los ambientalistas (aborteros), éstos quieran prolongar la veda total en este rincón del planeta, el Mar de Cortés.
La verdad yo les creeré a estos ambientalistas pro aborto; les daré crédito en sus inquietudes ecológicas, cuando los vea protestar en el Distrito Federal o en Nueva York; no boicoteando el camarón mexicano como lo están haciendo en Seatle, Washington, o en algún evento donde participe México. Cuando salgan a protestar contra los gobiernos abortistas y criminales de China, el DF, USA, u otro país donde diario son asesinados en el vientre materno niños indefensos.
Estos ambientalistas, al igual que muchas organizaciones o comisiones en defensa derechos humanos, mal inician sus manifestaciones o propuestas, porque no inician con la vida naciente, con los niños en el vientre de su madre. Cuando empresas como Planned Parent Hood, y otras filiales, no defienden el derecho de los niños por nacer. Para qué sirve una comision de derechos humanos que no defiende la vida humana desde la concepción hasta la muerte natural. Resulta una aberración andar defendiendo animales, ambientes naturales, cuando se mata la vida humana por nacer. Como decía la Santa Madre Teresa de Calcuta, “si podemos matar a un niño en el vientre maternal, cualquiera puede matar a una persona”. Qué defienden los ambientalistas que no tienen palabras para defender la vida humana; pura charlatanería.
Las autoridades federales mexicanas siguiéndoles el juego a los snobistas ambientalistas que tiran barra en el Mar de Cortés; están gastando millones de pesos que reciben del extranjero; mejor deberían ayudar a los pescadores a que vivan dignamente con sus familias necesitadas.
En su Carta sobre la importancia de la Creación (Alabado Seas, Mi Señor), el Papa Francisco defiende la Creación, la naturaleza, la ecología, a partir del Cántico de las Creaturas de San Francisco de Asís. Pero ni el Papa ni San Francisco son abortistas sumisos al snobismo inhumano de los ambientalistas a quienes les importa más un animal, un pescado, que un niño que no ha nacido, un ser humano en potencia. Se creen más sabios que Dios mismo.
No puede ser que el gobierno federal o cualquier autoridad, ajena al ambiente humano de los pescadores del Golfo o San Felipe, por sus pistolas, irracionalmente les quieran prohibir como a doña Clementina, vivir de lo que siempre han vivido.
Mientras por dinero se permita a unos pescar y a otros no, las cosas van a reventar de nuevo en el Golfo o San Felipe. Parece que a los snobistas ambientalistas les interesa “aparecer como redentores de la creación”, y a las autoridades nomás que haya lana para pasarla bien. Lo que menos les importa es el bienestar de las humildes familias de pescadores, y por eso han llegado armados; quieren sugestionar con el miedo y humillar y someter a un pueblo que sin ellos siempre ha vivido para pescar, y pescar para vivir.
Ahora, ni curvina ni camarón los quieren dejar pescar. Están provocando un más grave estallido social que el del 8 de marzo.
Los pescadores ya no saben qué hacer, mientras las autoridades federales se guían por el chantaje de los ambientalistas abortistas que protegen ferreamente a un animal, más que a los seres humanos.
Hay que privilegiar a las personas. Como lo hizo la Suprema Corte y Guillermo Padrés Elías, en el caso del agua para consumo humano, por encima de los animales y la agricultura. Primero las personas. Primero los pescadores y sus familias. Déjenlos vivir, déjenlos pescar, déjenlos en paz.
Germán Orozco Mora reside en Mexicali. Correo: saeta87@gmail.com