Tras década y media “desaparecido”, Eduardo González Quirarte, ex lugarteniente de Amado Carrillo Fuentes, reapareció para recibir un amparo y dejar sin efectos una orden de aprehensión en Chihuahua. “El Flaco” se convirtió en toda una leyenda, pues algunos medios de comunicación y en libros se le daba por muerto. Otro que se “borró” del mapa es Luis Valencia Valencia, y en más de una década no ha sido localizado por las autoridades
Tarde que temprano los sujetos señalados como principales delincuentes en México caen en manos de la justicia, aunque con el tiempo se diluya su responsabilidad y recuperen su libertad; sin embargo, existen extraños casos en los que esos hombres acusados de ser presuntos criminales, de los “más buscados”, no son detenidos.
Así sucede en asuntos como los de Eduardo González Quirarte “El Flaco”, otrora señalado como uno de los más importantes líderes del Cártel de Juárez, “desaparecido” a principios de la década pasada; y de Luis Valencia Valencia, al que el gobierno de Estados Unidos ubicó como fundador del Cártel del Milenio o de “Los Valencia”, de Michoacán.
Ambos personajes desaparecieron del mapa de las prioridades de búsqueda por parte de las autoridades, pese a ser considerados como capos internacionales, reclamados por cortes federales de distrito norteamericanas. Incluso, “El Flaco” sería uno de los objetivos de la justicia argentina.
Además de haber participado en actividades para la llamada “Federación” de narcotraficantes conformada en la década de los noventa entre los cárteles de Juárez y Sinaloa, a González Quirarte y Luis Valencia, les unía su arraigo a Guadalajara, desde donde operaban para sus respectivas organizaciones criminales.
Los dos prófugos de la justicia desaparecieron un día en la capital del Estado de Jalisco. Luis, el michoacano, se le escapó a la Procuraduría General de la República (PGR) en 1999 por la puerta trasera de una residencia. Después la Policía le salvó de una emboscada y jamás se volvió a conocer de su paradero. Mientras que de Eduardo se dijo que un día de 2001 fue levantado y desde entonces se ignora su destino. En algunas notas periodísticas o libros se manejó que “el Flaco” estaba muerto.
EL REGRESO
Tras década y media “desaparecido”, Eduardo González Quirarte, a quien se llegó a considerar como uno de los posibles sucesores del ex líder del Cártel de Juárez, Amado Carrillo Fuentes “El Señor de los Cielos”, dio señales de vida el año próximo pasado al promover un juicio de amparo en contra de viejas órdenes de aprehensión en su contra.
Fue en agosto de 2016 cuando, a través de sus abogados, presentó dos demandas de garantías ante un Juzgado de Distrito de Amparo en Materia Penal en la Ciudad de México, en un intento de librarse del lastre que lo ha perseguido durante muchos años. Y lo hizo con buen tino, pues hace unos días, en el mes de marzo, el juez le otorgó la protección de la justicia federal para anular uno de los mandamientos que pretende ponerle tras las rejas.
Definitivamente “El Flaco” no estaba muerto, sigue a “salto de mata” y aunque es buscado para que responda por los delitos del denominado “Maxiproceso”, derivado de las acciones del grupo criminal de los Carrillo Fuentes en Quintana Roo a finales de los años noventa, ya goza de un amparo que podría dejarle al margen de acusaciones por crímenes que se le atribuyen en Chihuahua.
La protección obtenida por González Quirarte ordena a un juez de distrito de procesos penales federales en la Ciudad de México dejar sin efecto la orden de aprehensión dictada en contra del quejoso, como probable responsable en la comisión de delitos de delincuencia organizada; contra la salud en su modalidad de introducción, transportación y extracción de narcóticos y colaboración al fomento de dichas modalidades; y acopio de armas de fuego y municiones de uso exclusivo del Ejército, Armada y Fuerza Aérea.
Las imputaciones surgieron de la detención de algunos sicarios del clan Carrillo Fuentes entre 1997 y 1998, y del cateo a un inmueble localizado cerca de un depósito de Petróleos Mexicanos (PEMEX) obre la carretera de Ciudad Juárez a Casas Grandes. En la propiedad, a la que se veía entrar y salir a Eduardo, fueron aseguradas armas de fuego y varias cajas de cartuchos calibre 7.62, y se descubrió un laboratorio para la producción y transformación de cocaína.
Los señalamientos contra el quejoso por delincuencia organizada se debieron a su presunta participación en tareas como el suministro de dinero y administración de diversos bienes del Cártel de Juárez.
El gobierno de los Estados Unidos de América designó a González Quirarte en su lista de cabecillas del narcotráfico el 31 de mayo de 2002, misma fecha en que fue sancionado por el Departamento del Tesoro el capo Ismael “El Mayo” Zambada. “El Flaco” es también mencionado en expedientes de la Unión Americana con los alias de Gregorio González López, Héctor Manuel Orellana Erazo y Gabriel Gómez Chávez, con pasaportes mexicanos falsos.
De acuerdo con datos de la Oficina Federal para el Control de Activos Extranjeros (OFAC, por sus siglas en inglés), el jalisciense es acusado por un Gran Jurado federal en el Distrito Oeste de Texas desde el 21 de abril de 1994, por su presunta participación en los delitos de conspiración para poseer con intención de distribuir grandes cantidades de cocaína y marihuana, posesión con intención de distribuir cocaína y conspiración para participar en el blanqueo de dinero.
Según la OFAC, los líderes de la organización eran Eduardo González Quirarte y Avelino Gil Terrazas “El Gil”. La organización importaba marihuana y cocaína en El Paso, Texas, y distribuía los narcóticos a varios estados del país del norte, incluyendo California, Oklahoma, Indiana, Florida, Colorado y Nuevo México. La organización transportaba su contrabando en camionetas, remolques de caballos, tractores y semirremolques que contenían compartimentos ocultos.
ANONIMATO
Después de la “Operación Milenio” efectuada por autoridades estadounidenses con la colaboración de las mexicanas y colombianas, en octubre de 1999, se esfumó el presunto narcotraficante michoacano Luis Valencia Valencia. A partir de dicha búsqueda, a la organización criminal de los Valencia se le bautizó mediáticamente como el Cártel del Milenio.
A la banda de Luis y de su primo Armando Valencia Cornelio “El Maradona”, se le vinculaba más que como una célula del Cártel de Juárez, como una organización maquiladora de drogas sintéticas, entonces poco usual para los cárteles tradicionales mexicanos. Los Valencia habían establecido relaciones con Ismael “El Mayo” Zambada García, Ignacio Coronel Villarreal y otros importantes líderes que movían los hilos de la mafia en el país.
El anonimato del Cártel de Milenio y sus operadores concluyó tras una serie de cateos y aprehensiones en México y Colombia. La justicia norteamericana solicitó aprehender a Luis y Armando, a los que creían hermanos. “El Maradona” sería detenido años más tarde en un restaurante de Tlajomulco de Zúñiga, a las orillas de Guadalajara.
Luis Valencia Valencia, nacido el 7 de enero de 1955 en Aguililla de Iturbide, en Michoacán de Ocampo, no fue detenido. Vio caer a por lo menos 31 de sus cómplices y socios tras aquél operativo que se realizó simultáneamente en Bogotá, Medellín, Cali, Ciudad de México, Zapopan, Ecuador y la Unión Americana.
Los expedientes de la agencia antidrogas estadounidense (DEA) aseguraban que Luis se codeaba con los barones de la cocaína de Colombia y que habían introducido a esa nación grandes cargamentos del alcaloide y obtenido por ello impresionantes cantidades en millones de dólares. Ahora realizaba el trasiego de metanfetaminas.
El haberse puesto en la mira de las autoridades del país del norte se tradujo en su ruina económica al serle aseguradas 52 propiedades, más de la mitad de ellas en Michoacán y el resto en Jalisco. Tan solo en su rancho “Las Majadas”, en Mixtlán, contaba con 230 hectáreas de extensión, 170 cabezas de ganado y un bosque propio con 33 venados cola blanca.
Su vida había subido de nivel y él se había preparado al grado de hablar inglés perfectamente. Luego de contraer matrimonio por segunda ocasión, incrementando a seis el número de hijos, vivió seis años en San José, California, donde era dueño del bar La Cabaña. Sus vástagos estudiaron siempre en los mejores colegios de Guadalajara.
Después del golpe de 1999, Luis volvió a sus inicios en el narcotráfico: el tráfico de marihuana al perder a varios de sus contactos colombianos. Presumiblemente estaba tratando con la banda de Jesús y Rigoberto Mendoza, en Apatzingán, Michoacán, según declaración del gatillero Saúl Pérez García “El Ñoño”, hasta que empezó a quedar mal con los pagos.
Lo último que se conoció de Valencia Valencia fue un intento de homicidio en 2003, cuando un comando armado le tendió una celada en la calle Leñadores, en Guadalajara. Para fortuna del capo, la Policía de Guadalajara descubrió al grupo de sicarios que acechaban al paso del michoacano perfectamente pertrechados con armas cortas y largas. Cuatro de los pistoleros fueron detenidos y así Luis salió de un restaurante de la zona sin darse cuenta siquiera que la Policía le salvó la vida. Lo que se desconoce es si fue una casualidad.
Desde entonces, nada se sabe del primo y compadre de Armando Valencia Cornelio.