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jueves, febrero 22, 2024
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“Escribo para saber en qué termina”: Xavier Velasco

En “Los años sabandijas” (Planeta, 2016) Xavier Velasco recrea con ironía la década de los 80 con personajes “pasados de lanza”. “Trato de hacer una convocatoria de todos los ángeles y demonios que me puedo encontrar”, dice a ZETA el autor que se presentará en la Feria del Libro de Tijuana entre el 19 y el 28 de mayo en el CECUT

Un vertiginoso viaje ochentero con personajes “ratas”, postales cronológicas entre 1980 y 1989 que identifican a la época como las interminables devaluaciones o el fantasma del terremoto, aderezado además con una narrativa abundante en ironía y picardía, es lo que propone Xavier Velasco en su más reciente novela “Los años sabandijas” (Planeta, 2016).


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Foto: Cortesía

De la mano del ganador del Premio Alfaguara 2003 con “Diablo guardián”, en el vertiginoso recorrido a la década de los 80 entre la Ciudad de México y el “otro lado” es posible encontrar a personajes “pasados de lanza”, como “el Ruby” y “el Roxanne”, que inician su historial delictivo en Tepito hurtando extintores o hasta robando unos extraños y novedosos aparatos portátiles donde era posible escuchar música, como los deseados y entonces presumibles walkman, al principio solo al alcance de unos cuantos privilegiados:


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“En ‘Los años sabandijas’ gran parte de los personajes, si no todos, son sabandijas, ratas, pasados de lanza, unos y otros; hay gente que tú sabes que es estafadora y los ves hablar de los estafadores con un desdén y una indignación que dices ‘bueno…’, y es así, de pronto se escandalizan frente a lo que hacen otros pero cuando les llega el turno de medirse frente al dinero, porque los 80 son una década muy ambiciosa, muy materialista, pues resulta que todos son materialistas y ninguno tiene escrúpulos; porque, claro, los escrúpulos son accesorios que tú quieres que los demás tengan, pero ¿tú por qué?, ‘no, yo no, yo soy bueno, entonces yo puedo hacer lo que yo quiera’”, refiere en entrevista con ZETA el narrador Xavier Velasco a propósito de su próxima presentación en la Feria del Libro de Tijuana que se llevará a cabo en las instalaciones del Centro Cultural Tijuana (CECUT) del 19 al 28 de mayo de 2017.

 

Todo empezó con una crónica

Un día de 2012, a Xavier Velasco le pidieron que entregara una crónica sobre 1980. Cuenta el narrador a Semanario ZETA cómo aquella crónica ochentera que estaba escribiendo fue tomando forma de novela, estructurada por años y capítulos cortos a los que el lector sucumbe:

“La estructura por años tiene que ver con una crónica que me habían pedido de los 80; y lo pensé así, en años. Cuando esto se volvió ficción, me gustó que estuviera esa estructura así, ‘okey, vamos a hablar de algo del 80, luego del 81’, como si fueran instantáneas donde vas contando el devenir de los personajes; unos parecen que se van, de pronto vuelven, casi ninguno se va del todo quiero decir.

“Y lo de los capítulos pequeños fue tomando fuerza, primero nada más estaban divididos, pero en el momento en que les empecé a poner título me ganó la simpatía por esa clase de estructura, pensaba que tenían que ser instantes, que un instante era como una piececita que se iba juntando, y a su vez son diez piezas, cada una con cinco, seis, ocho partes.

“No piensa uno en la estructura al principio: ‘voy a hacer una estructura así’; ¡pues no!, más bien vas a ciegas, haces lo que puedes; la misma historia y los personajes te van alumbrando el camino, entonces, de eso se trata, de que la historia por sí mismo te ayude a resolverla conforme avanzas, vas viendo tus necesidades; así entiendo la estructura, cada nuevo capítulo me va demandando ciertos cambios, ciertos ajustes. Me di cuenta que la estructura era así, clara y rígidamente como hasta 1983”.

— ¿Cómo y cuándo supiste que en tu crónica había una novela?

“Mira, la crónica la empecé, la tuve en la cabeza, hice algunos rengloncitos en papel, y no me acababa de gustar, no sabía ni por dónde empezar; tenía esta tentación de los ratas con los walkman como una cosquillita que te va ganando; empecé a querer hacer la crónica hace más de tres años, entre enero y febrero de 2012; me desesperé, no hice nada, como por ahí de octubre, noviembre de 2014 empecé a escribir lo que ahora es ‘Los años sabandijas’.

“Empecé con 1980, porque una cosa es que te encarguen un proyecto, que digas ‘bueno, lo voy a pensar dos semanas, ocho semanas’, hasta dices ‘sabes qué, ya, ya se me ocurrirá’; esperé diez meses para empezar a escribirla, son meses muy difíciles porque no escribes nada, sientes como que te quieres liberar, como que te quieres alivianar, tranquilizar y quieres ser irresponsable tanto como puedes, pero en la cabeza siempre estoy trabajando la historia, hasta que la historia te dice ‘a ver, estoy lista, échate un par de páginas’.

“Mira, sabes qué me pasa, y me pasó con ‘Los años sabandijas’, llegué una tarde noche, seis, siete de la tarde: ‘basta, te vas a comprar un cuaderno, necesito un cuaderno porque en ese cuaderno mañana voy a escribir una historia’; cuando hago eso, la novela empieza”.

 

“Una convocatoria de todos los ángeles y demonios”

Dispuesto a confesar más pormenores sobre su más reciente entrega, Xavier Velasco reveló también en entrevista con Semanario ZETA algunos detalles sobre sus personajes sabandijas, como Lamberto Nicanor Grajajes Richardson “Roxanne” y Rubén Ávila “Ruby”, entre otros, que cumplen una función dentro de algo más grande:

“La novela yo la empiezo a hacer y se convierte como en un percance, como un incendio, un gran desastre que tienes delante de ti y que quieres que no lo parezca, incluso que parezca algo estructurado; entonces, en el trance de arreglar el gran percance, pues recurres a toda la ayuda que puedes; así llegaron personajes como la Foca, el hermano de Lamberto, Gregorio, Angélica Vianney, Quico Medinilla.

“Creo que llegan como personas que llegan a sofocar un incendio, así me van llegando, los voy llamando como puedo, acude uno, acude el otro, unos nacen en ese momento, pero sí hubo como mucha desesperación con la idea de que ‘esto no va a salir’, con muchas malas premoniciones; entonces, peleo mucho por darle la vuelta a esa situación, y cuando llegan los personajes, ni modo, ¡a chambear, chato!, lo que se pueda”.

— ¿Pero de dónde trajiste a los personajes para “Los años sabandijas”?

“Los primeros personajes que son el Ruby y el Roxy, ya los tenía en la cabeza; tenía en la cabeza el par de ratas que aspiran a robarle el walkman a Sting, y bueno, también pasa que cuando estás en este proceso de hacer novela se te ocurren muchas más novelas de las que puedes hacer, y muchos más personajes de los que alguna vez vas a manejar o vas a echar a andar; y de pronto me topé que pedía muchos personajes, mucha situación, y pues ahora sí que eché mano de las reservas; no es que lo pienses ‘voy a echar mano de las reservas’, sino que los vas trayendo.

“Hay una canción de una película vieja que se llama ‘El fantasma del paraíso’, de Paul Williams, y dice ‘todos los diablos que me perturban y los ángeles que los vencieron de algún modo, vengan todos adentro de mi obra’; eso es lo que trato de hacer: trato de hacer una convocatoria de todos los ángeles y demonios que me puedo encontrar para que ayuden”.

 

“Los groseros son los personajes, yo solo soy el mensajero”

Para lograr personajes creíbles acorde a su investidura de rateros o estafadores, Xavier Velasco dota a sus villanos de un amplio y folclórico vocabulario:

— ¿Te planteas un límite sobre cómo tienen que hablar tus personajes sobre todo cuando usan “malas palabras” o “groserías”?

“No tienen ningún límite, hablan como tienen que hablar, como ellos sienten, como ellos son; el único límite es la orilla de la verosimilitud; cuando hablas inverosímil ahí hay un límite; cuando la señora rica empieza a soltar ‘chingaos’ y ‘pendejos’, dices, ‘no, espérate, ¿lo va a decir o lo tiene que decir o no lo puede decir?’.

“El punto es que cuando empiezo a no entender el personaje es cuando se me está yendo la verosimilitud, cuando ya no me van a creer la mentira; porque estoy diciendo verdades, pero la goma con la que pego eso es verdad o mentira, y eso es lo que no se puede notar, no se pueden notar las costuras. Me dicen, ‘acá entre nos, es tu novela más grosera’; pues mira, los groseros son los personajes, yo solo soy el mensajero”.

— ¿Cómo es el proceso de depuración del lenguaje para llegar a la literatura?

“La depuración empieza un poco en la primera escritura, porque como lo estoy haciendo a mano, donde cabe lo que cabe, no puedo hacer demasiados cortes, sí es un tachadero, pero esa depuración del lenguaje comienza en el momento en que empiezo a transcribir, en este caso, generalmente la misma tarde del día en que la había escrito; lo pulo obsesivamente, porque es como un álbum.

“Yo de niño me apasionaba mucho con un álbum de estampitas; la verdad es que nunca los llenaba porque juntaba tres o cuatro al mismo tiempo y nunca llenaba los álbumes, y sigo con esa sensación de que no lleno los álbumes; voy escribiendo y voy poniendo en mi archivo los nuevos capítulos en mi álbum así como niño que ponías las estampitas y luego estabas viendo por horas las estampitas, contabas las que faltaban y las que llevabas, bueno, pues eso lo hago mucho con el libro, para mí es como estar llenando un álbum”.

 

“Escribo para saber en qué termina”

Las devaluaciones y los escombros del terremoto son lo más inmediato al recordar la década de los 80, pero también pululan por “Los años sabandijas” otras referencias icónicas de aquellos años como el Atari, el Pacman, el walkman, las discos (hoy antros), el mundial de futbol “México 86” donde Hugo Sánchez falló un penal.

— ¿Te planteaste que en esta novela lo que existió en los 80 nada más estuviera en los 80?

“No necesariamente, el walkman finalmente vivió un poco más, vivió en los 90 todavía. Me interesa el momento en que llega el walkman, que es una novedad, me interesa el primer fax, yo recuerdo cómo vi salir la primera hoja del fax, ¿es brujería?

“Decía Carlos Fuentes ‘cuando hablo de un lugar es porque ya no existe’; si puedo citar un lugar que dejó de existir, sí me gusta; busco lo único, busco lo a veces ya perdido y que quiere que lo rescates y lo que ha cambiado de forma; sí, por supuesto, para subrayar la época me interesa hablar de cosas que en lo posible sea o entonces novedades o después prioridades”.

— ¿Cómo lograr que una novela ubicada en los 80 también sea entendida y disfrutada por lectores que no necesariamente vivieron en esa década?, considerando que tienes muchos lectores jóvenes…

“Busco, a veces, cosas que de alguna manera sean resistentes al paso del tiempo; no me gustaría quedarme en algo que solamente van a entender los que vivieron la época, soy totalmente enemigo de eso; no es una novela de nostalgia, es una novela de viajar en el tiempo; la nostalgia tiene que ver con añorar con lo que ya no está ahí, yo no escribí añorando nada que no estuviera ahí; me interesa un pepino si alguien siente nostalgia o no, me interesa que entren a la historia, me interesa tanto que entre una persona de 50 años como que entre una de 15; como en ‘La edad de la punzada’ tampoco me interesaba que solo mis compañeros de generación la pudieran leer; pues no, trato de que no sea así, trato con todo mi alma que no sea así”.

—Finalmente, más allá de la historia cronológica, de 1980 a 1989, ¿tenías claro el principio y el final?

“En este caso sabía que era principio porque empezaba por 1980, o sea que tenía que ser el principio; me ha pasado que lo que creo que es el principio luego resulta que es el capítulo tres o el cinco, eso se decide después; en el final no tengo la menor idea de qué va a pasar; vamos, me entero de que ahí termina la novela generalmente en los últimos dos días de que la escribes; ‘Diablo guardián’ la acabé de escribir a las 2:00 de la mañana, más o menos a la 1:45 sabía en qué terminaba.

“En ‘Los años sabandijas’, en el último día y medio empecé a darme cuenta cómo terminaba. Nada me gustaría saber en qué termina porque ya estaría haciendo un trabajo tedioso, una talacha; y no quiero que sea una talacha, quiero que sea una aventura, escribo para saber en qué termina”.

Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
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