Los volúmenes de aguas residuales que la saturación del sistema sanitario de Tijuana, la falta de un equipo adecuado y la toma de decisiones oportunas y eficientes de CESPT, causaron su desbordamiento hacia la canalización del Río Tijuana durante los meses de diciembre de 2016 y enero y febrero de 2017, expone investigación de CILA.
Falta de mantenimiento e inversión oportuna hacen colapsar sistemáticamente la infraestructura de la Comisión Estatal de Servicios Públicos de Tijuana –CESPT-, arrastrando con ello contaminación hacia el Valle del Río Tijuana y la costa del Océano Pacífico.
Esto generó un problema de trascendencia binacional, el cual no se logró cuantificar en la investigación que para el caso realizó la Comisión Internacional de límites y Aguas entre México y los Estados Unidos –CILA-, tras la ruptura del Colector Oriente a principios de febrero.
Lo que sí corroboró el análisis de CILA fue el desbordamiento de aguas residuales hacia la canalización del Río Tijuana durante los meses de diciembre de 2016 y enero y febrero de 2017, lo que desmiente la afirmación del director de CESPT, Miguel Lemus Zendejas, de que las descargas de aguas negras hacia la infraestructura transfronteriza solo se efectuaron del 1 al 4 de febrero de 2017.
Otro hallazgo de la investigación del grupo de trabajo de calidad del agua del Acta 320 sobre el derrame de aguas residuales hacia el Río Tijuana reporta el daño de otros 4 colectores más, además del Colector Oriente que originó el estudio, así como deterioro en “otras 35 líneas secundarias, las cuales también tienen riesgo”.
Al mal estado que guardan la infraestructura que conduce el agua residual y potable se suma el equipo obsoleto de las plantas de tratamiento de aguas residuales, particularmente la de Punta Bandera, la cual recibe el 50 por ciento de las descargas que se generan en Tijuana, un promedio de 600 mililitros por segundo.
Sin embargo, su mal estado impide que opere al cien por ciento, sobre todo en verano y en horas picos, en que la afluencia de aguas negras se incrementa, entonces solo da tratamiento al 80 por ciento del líquido que recibe, mientras que el 20 por ciento restantes se derrama al mar directamente.
“Este es un serio problema que en el que CESPT tendría que estar ocupándose”, anotó César Becerra, Vicepresidente nacional del Sector Hidráulico de la Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción –CMIC-.
Más aún, los lodos que se generan al ser tratada el agua residual son depositados en un banco de lodos ubicada a un lado de las lagunas que conforman la planta de tratamiento de Punta Bandera, el cual se encuentra saturado, así se documentó desde 2011.
Son lodos provenientes de las 24 plantas de tratamiento –ubicadas en Tijuana y Playas de Rosarito-, así como de la planta binacional, porque de acuerdo al tratado binacional, el lodo que se genera al ser procesada el agua en Estados Unidos, proveniente del lado mexicano del Río Tijuana, es devuelto a México para su tratamiento y confinamiento final.
Pero el director de CESPT, Miguel Lemus, minimiza o ignora toda esta problemática generadora de contaminación.
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