Qué significa que Jesucristo Nuestro Señor fuera tentado por el demonio en tres ocasiones al empezar la Cuaresma. Al decir del sabio obispo San Juan Crisóstomo (siglo IV), Patriarca de Constantinopla; que si Cristo fue tentado, los cristianos también seremos tentados permanentemente, de aquí la necesidad del ayuno, la oración y la caridad con el prójimo.
Jesús se va al desierto de Israel, movido por el Espíritu Santo, pero es tentado por el espíritu del mal. En la soledad dice el Crisóstomo, somos más fácilmente tentados, necesitamos a nuestra comunidad, nuestra familia, y sobre todo a Dios, para que nos fortalezca permanentemente en nuestro pobre espíritu, contra las tentaciones del mundo, el demonio y la fragilidad de la carne.
No tendría sentido mencionar las tentaciones, si no fuera porque la realidad actual humana, está matizada profundamente no tanto por las tentaciones, sino por la frialdad con que vivimos hoy en el mundo.
Millones de personas postradas en una máquina de algún casino; no solo perdiendo el tiempo, la salud y el dinero, sino improductivamente enriqueciendo a las mafias de eso y más. Casi-no ganarás.
Hay que tener presente que las tentaciones en sí mismas no son pecado; caer en ellas sí es un error, una falta, que simple y llanamente, llevan a la infelicidad aunque pensemos y estemos convencidos de lo contrario. Hay mucha insatisfacción, infelicidad.
En qué fue tentado Jesús por el maligno: en manipular el poder de Dios haciendo milagros a modo “Si eres el Hijo de Dios, haz que estas piedras se conviertan (cambien) en pan”. Tenía hambre y el mal le propone un milagrazo tipo magia. Jesús lo rechaza, pues está en ayuno y quiere mostrar que no solo uno vive de pan, de alimento. Se ocupa, pero primero es Dios. El Dios que sabe y conoce lo que necesitamos antes que se lo pidamos.
Jesús fue tentado en la espectacularidad de lanzarse desde lo alto del templo. Porque si es el Hijo de Dios pues Él lo debía rescatar sano y salvo. De haberlo hecho habría muerto humanamente descuartizado. Y el Señor rechaza esta tentación de la espectacularidad. Dios siempre perdona, el hombre a veces, la naturaleza nunca. No hay que ser imprudentes o temerarios con la vida humana.
Los que viven en los casinos, y porque ellos no han salido de ese vicio de la ludopatía, expresan la “imposibilidad” de zafarse de la apuesta. Pero quienes lo han logrado, agradecen a Dios y a los amigos, haberlos librado del inhumano vicio del casino y las apuestas. La avaricia que le propone el mal espíritu a Cristo en el desierto al comenzar la Cuaresma, sus cuarenta días previos a su pasión, muerte y resurrección, esa avaricia se le muestra al Señor para que se postre ante el mal y lo “adore”. Que le entregue todo su mente, alma, cuerpo y corazón. Que no le interese nada más que poseer riquezas, bienes, posesiones; todo, pero sin Dios.
Aquí es cuando el Espíritu Santo que llena a Cristo, le permite y fortalece para rechazar al demonio, al mal. “…sólo al Señor servirás y adorarás”. Se puede buscar los bienes de acá abajo, pero poniendo por enfrente los valores, los mandatos de Dios expresados por Jesús. Que por cierto vivió en la pobreza alegre. Y en la entrega incondicional al hombre, pero por amor a Dios.
Debemos descubrir cotidianamente qué es lo que nos impide buscar a Dios y encontrarlo en el otro, en especial en los enfermos, los débiles, los ancianos, los migrantes.
Ocuparemos todas las cuaresmas de nuestra vida para poder entender y vivir lo que Cristo vivió entre oración, ayunos, y amor al necesitado; para ser verdaderamente felices. Los sacrificios o privaciones como el ayunar no solo de comida o carne, no deberían ser una rutina de la vida cristiana, algo pesado, difícil y aburrido de vivir. Cuando son el camino hacia una nueva vida. Una experiencia vital a la que nos invita Dios para seguir siendo felices o para encontrar la verdadera felicidad en Dios y los hermanos.
Germán Orozco Mora reside en Mexicali. Correo: saeta87@gmail.com