Terminada la consulta, el doctor dice a la paciente:
— Bien, señora, ya puede vestirse.
Al minuto ella pregunta:
“Doctor, ¿y mi calzón? ¡No está! Si no aparece llamo a mi abogado”.
— Señora, yo no toqué su calzón, ¡pero tampoco es para que llame a su abogado!
“¡Pues lo voy a llamar! ¿Hola? ¿Licenciado? ¿No dejé por ahí mi calzón?”.
Autor: Abogado confundido.
Limosnero
Había un señor que cada vez que pasaba por el parque daba 5 dólares a un limosnero. Al cabo de un tiempo empezó a darle solo 2 dólares y después únicamente un dólar. El limosnero le pregunta por qué la rebaja, y el hombre responde:
“Yo le daba 5 dólares cuando era soltero, 2 dólares cuando me casé y un dólar cuando nació mi hijo”.
— O sea, ¿usted está manteniendo a su familia con mi dinero? ¡Qué poca!
Autor: Trabajador social.
En oferta
Por si a alguien le interesa:
El hijo de una amiga le rompió la pantalla de su iPhone 7 recién comprado, ¡así que lo regala!
Si alguno lo quiere, avisen. El niño tiene ocho años, es flaquito, come poco y no da mucha lata.
Autor: Dueña de iPhone estrellado.
Auxilio
Un borracho va sentado en el último lugar del camión, de pronto grita:
“¡Auxilio, me quiere toquetear un mañoso!”.
Lógicamente todo mundo voltea y en eso el ebrio dice:
“¡Dije UNO, no todos, bola de ofrecidos!
***
Iba un avión volando por el océano cuando de repente sale la azafata y avisa:
“Señoras y señores, esto ya valió, se nos quemaron las alas”.
Los ocupantes gritan como locos, a lo que ella dice:
“Pero tranquilos, tranquilos, ¡todavía nos quedan muslitos y pechugas!”.
Autor: Anónimo de Volaris.
***
— ¡Capitán, nos hundimos, necesitamos apoyo!
“¡A la bio, a la bao, a la bim-bom-bá… el barco, el barco, ra-ra-ra!”.
Autor: Un rescatista frustrado.
Consentidos
— ¿Dónde está el bebeshito de la casha?
“Madre, por Dios, ¡ya tengo 20 años!”.
— Entonces, ya es hora que se consigas un trabajo, ¿no crees?
“Aquí toy, mami… aquí toy”.
***
—Mamá…
“¿Sí, hijo?”.
— ¿Estoy bonito?
“Claro, mi amor”.
— Mamá, mírame y dímelo otra vez…
“¡Ni loca, qué miedo!
Autor: Nini.
Causa de muerte
¿De qué murió?
¿Lo mató la soledad?
¿Siempre estuvo solo?
No, la Soledad era su mujer, lo mató porque lo torció con la Kimberly.
Autor: Kimberly.
Mandado
— Ya regresé de la tienda, mamá, ahí está el Palmolive.
“¿Cuál Palmolive?”.
— Pues es el jabón que me encargaste.
“¡Menso, te dije pan molido, PAN MO-LI-DO!”.
Autor: La mamá, por supuesto.
De miedo
Un hombre estaba parado a la orilla 20e la carretera en medio de una oscura y tenebrosa noche, haciendo un alto, en medio de una terrible tormenta. Pasó un tiempo pero nadie se detenía. La tormenta era tan fuerte que apenas si se alcanzaba a ver a unos tres metros de distancia.
De repente vio cómo un auto negro se acercaba lentamente y al final se detuvo. El hombre, sin dudarlo, subió al auto y cerró la puerta; al acomodarse en el asiento trasero se dio cuenta de que no hay había nadie al volante.
El auto arrancó suave y pausadamente. El hombre miró hacia la carretera y vio con horror que se dirigía inexorablemente hacia una curva. Asustado, comenzó a rezar e implorar por su salvación, al advertir su trágico destino, pero justo antes de llegar a la curva, entra una mano tenebrosa por la ventana del chofer y mueve el volante lentamente pero con firmeza. Paralizado del terror y sin aliento, se aferra con toda sus fuerzas al asiento. Inmóvil e impotente, ve cómo va sucediendo lo mismo en cada curva del tenebroso y horrible camino, mientras la tormenta aumenta su fuerza.
Sacando fuerzas de donde ya no había, se bajó del auto y corrió hasta el pueblo más cercano. Al llegar se dirigió a un bar que vio a lo lejos, entro y pidió un whisky, y, temblando aún, empezó a relatar a todos los presentes la horrible experiencia que acababa de vivir.
Se hizo el silencio. El miedo asomaba por todos los rincones del lugar. Al cabo de una media hora llegaron dos tipos todos mojados y, en tono molesto, uno le dice al otro:
“Juan, ¡mira dónde está el conchudo que se subió al auto cuando lo veníamos empujando!”.
Autor: Un mecánico.