La primera condición para ser siempre joviales
y alegres es estar en paz con Dios.
San Juan XXIII, Papa
En Catedral de Nuestra Señora de Guadalupe en Mexicali y en la Plaza Centenario, autoridades religiosas y civiles honraron a los héroes caídos, con minutos de aplausos, entre cantos, lágrimas, oraciones, consuelos, tristeza y admiración por el accidente en que murieron Noé Carrasco, Jorge Zavala, Roberto Caloca y Roberto Munguía, en la tragedia del 13 de marzo en el cerro de El Centinela.
Por salvar la vida de una joven senderista, dos rescatistas, un médico y un piloto experto sucumbieron por la pequeñez humana. Dios ha querido con el ejemplo y sacrificio permanente de estos jóvenes, conmover el alma ciudadana. Y en efecto, esta tragedia conmueve a la sociedad. De distintas maneras. Por ejemplo, la solidaridad del gobierno del Estado y de la misma comunidad para aportar dinero y apoyo para las familias que dejan estos personajes que dieron su vida como Cristo en la cruz; así ellos mueren en el cumplimiento de su servicio a quien lo solicita. Esta vez la joven senderista Karen.
Una tragedia se ha transformado en una oportunidad social para valorar la vida misma y el trabajo de hombres y mujeres creativos que arriesgan sus personas en medio de la aventura de socorrer a los demás.
Bravo 10, Aguiluchos, Bomberos, Cruz Roja son grupos de rescate que tienen mucho prestigio, pero también muchas necesidades. No solo económicas sino de donaciones de equipo de comunicaciones, medicamentos, vestimenta, combustible. Y son voluntarios que no reciben un salario por su entrega. Y esto quedó en evidencia porque piloto y copiloto del helicóptero siniestrado en El Centinela, ellos sí tienen cobertura y seguros de vida y muerte. Pero, ¿los rescatistas de Bravo 10 y Aguiluchos? Ellos recibirán apoyo de la sociedad y gobierno voluntaria y parcialmente. No a modo de jubilación o pensión por la muerte de sus esposos y papás de sus hijos.
Mucho mérito morir por salvar otras vidas.
La tragedia del 13 de marzo en El Centinela, es una oportunidad para la reflexión y la caridad. Como lo han ejemplificado con su vida misma estos cuatro héroes caídos. En Catedral y en Plaza Centenario, el corazón doliente de cientos de personas se expresaron con el llanto y la esperanza. El mismo Secretario de Seguridad, el Gobernador, los comandantes de rescate, compañeros de servicio.
Siempre detrás de un gran dolor, de una tragedia como la de Noé, Jorge, Carlos y Roberto, vienen las bendiciones; su entrega misma ha sido una bendición por muchos años.
Nuevas generaciones de rescatistas motivadas por el testimonio de estos personajes vendrán a integrarse a todos los grupos de rescatistas y fuerzas policiacas, porque saben que vale la pena servir a los demás, incluso arriesgando la propia vida como testimonio de servicio.
Germán Orozco Mora reside en Mexicali. Correo: saeta87@gmail.com