A los mexicanos no les alcanza
el sueldo para comer sano. Más
de 40 millones de ciudadanos
ganan entre uno y dos salarios
mínimos, es decir, menos de 5
mil pesos mensuales. “Tienes
una población empobrecida en l
os últimos años que come para
llenarse, no para alimentarse;
esa es la realidad”: economista
Roberto Valero
El alto costo de los alimentos en México, aunado a la pérdida del poder adquisitivo de la población, imposibilita que los consumidores compren fruta, verduras, cereales, lácteos y carnes. De ahí que actualmente el país se encuentre entre los tres primeros lugares a nivel mundial en obesidad.
Tan solo entre 2005 y 2014, los precios de la carne (res, pollo y cerdo), cereales, aceites y grasas registraron un aumento del 80 por ciento en promedio. Según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), corresponde al 64% del gasto de una familia.
El año pasado, la canasta alimentaria subió 55 pesos mensuales y en las zonas urbanas en promedio se ubicó en mil 357 pesos. En contraste hay 24.5 millones de mexicanos que apenas perciben hasta dos salarios mínimos, es decir, 4 mil 802 pesos mensuales, con lo que deben cubrir comida, vestido, casa, transporte.
Si un hogar con cuatro integrantes quisiera consumir productos sanos, tendría que gastar entre mil y mil 400 pesos semanales de un listado de 35 productos para elaborar la comida de, por lo menos seis días y lograr dicho objetivo. Sin embargo, muchas de las veces eligen opciones no tan saludables que a la larga tienen el mismo costo, advirtió un nutriólogo consultado por ZETA.
Y es que es común ver que adquieran un refresco de litro y medio de 23 pesos más una pizza de 80 pesos y con eso hacen la comida del día. También deciden ir al puesto de birria donde piden 12 tacos (tres por persona a 12 pesos cada uno) y un refresco grande, con lo que gastan 184 pesos por familia. Por ese mismo monto pueden comer dos tamales de 12 pesos para cada uno y un refresco de 23 pesos.
Tradiciones, costumbres y una mala educación, son indicadores que intervienen en el tema de una mala alimentación de los habitantes del país, dijo a ZETA el director de la Escuela de Nutrición de la Universidad Xochicalco, Joaquín Herrera Espinoza.
De acuerdo al Sistema Mexicano de Alimentos Equivalentes, conformado por especialistas del Instituto Nacional de Nutrición, el consumo de calorías para una mujer que no practica actividad física alguna debe ser en promedio de mil 600 a mil 800, en tanto que para un hombre, de 2 mil a 2 mil 200 calorías. En los niños y dependiendo de la edad, entre mil 400 y mil 500 calorías.
Para comer bien, hay que ganar bien
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), si bien en algunos países las tasas de obesidad y sobrepeso se han estabilizado, en cifras totales hay más adultos y niños con sobrepeso y obesidad en los países de ingresos bajos y medianos que en aquellos de ingresos altos. Y México se ubica en la primera definición.
A decir del economista Roberto Valero Berrospe, ahorrar y comer sano son dos de los grandes mitos a los que se enfrenta en el país.
“Traemos una pérdida del poder adquisitivo del 80 por ciento. Tenemos tasas de inflación por arriba del 4 por ciento, lo que hace que las personas compren menos o dejen de comprar ciertos productos que se han encarecido mucho, como la carne de res, el huevo, el frijol. Entonces lo que tienes al final de cuentas, es una población que se medio alimenta”.
Agregó que para ejemplificar la dimensión de la pérdida del poder adquisitivo de los mexicanos, en 1980, con un salario mínimo se compraban más de 20 kilos de tortilla a la semana y ahora cuatro kilos. Igual se podían tener 12 kilos de frijol y hoy solo alcanza para cuatro kilos.
“Para que tengas una buena alimentación debes tener un buen ingreso. Vas con un nutriólogo (que saben lo que debes comer) y lo primero que te dice es que debes comer ciertos alimentos combinados con otros y cuando armas ese régimen son muy caros, tienes una población empobrecida en los últimos años que come para llenarse, no para alimentarse, esa es la realidad. Ya no le interesa que tenga más proteínas o carbohidratos”.
El estudioso recordó que fue en 2013, como parte de la Reforma Hacendaria, cuando el Gobierno Federal subió el Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS) a las bebidas azucaradas; dicha medida también pretendía disminuir el consumo de los mismos, pero la realidad es que las personas siguen con el mismo hábito.
“Trabajadores de obra, siguen comprando su refresco y algunos productos como panquecitos, Sabritas o un paquete de galletas. O se van y buscan comprar un birote, antes le ponían frijolitos, ahora están carísimos, ya ni para eso les alcanza. Juntan dinero entre varios y compran queso y chiles, y con eso la arman. Los empleados igual, van por un yogur o un café con galletas y así pasan la mañana”, finalizó.
Falta actividad física
Para la coordinadora de Promoción de la Salud de la Jurisdicción Sanitaria Número 2 en Tijuana, Ileana Castañeda Hernández, en términos llanos la obesidad es el exceso de grasa acumulada en el cuerpo, capaz de generar enfermedades específicas.
Aunado al factor genético, a la mala nutrición se agrega la falta de actividad física, un elevado consumo de alimentos altamente calóricos, el desconocimiento de la combinación de frutas, verduras, leguminosas, así como carnes y falta de horarios determinados para comer.
“Las personas que quieren información sobre el problema buscan en las redes sociales en lugar de acudir a la asesoría médica. El problema se debe tratar de manera individual”, asentó.
Entre las opciones que las personas tienen para abatir la obesidad está el rescate de la comida tradicional, es decir, sentarse a la mesa a un horario determinado, ya que el comedor está de adorno, nadie lo usa. Los niños o inclusive los adultos comen en la sala viendo televisión, o en la recámara, o de plano en otra parte de la casa, o peor aún, en la calle o en la oficina, lo que mantiene al cerebro ocupado y retarda el efecto de saciedad.
Efectos colaterales
México ocupa el primer lugar mundial en obesidad infantil, y el segundo en obesidad en adultos, seguido por Estados Unidos. El problema no solo se presenta en la infancia y la adolescencia, también en población en edad preescolar, según el Fondo Internacional de Emergencias de la Naciones Unidas para la Infancia, mejor conocido como UNICEF.
En tanto que cifras de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT), indican que uno de cada tres adolescentes de entre 12 y 19 años tiene sobrepeso u obesidad.
“Para los escolares, la prevalencia combinada de sobrepeso y obesidad ascendió un promedio del 26 por ciento para ambos sexos, lo cual representa más de 4.1 millones de escolares conviviendo con este problema”, cita el organismo.
La principal causa del problema está relacionada con los malos hábitos de alimentación, que desembocan en la prevalencia del sobrepeso en un 70% en edad adulta. A largo plazo, la obesidad contribuye en la aparición de enfermedades como infartos, diabetes, altos niveles de colesterol o insuficiencia renal, entre otros.
La diabetes es la principal causa de muerte en adultos, y la primera causa de demanda de atención médica; consume el mayor porcentaje de gastos en las instituciones públicas mexicanas.