Acudir a una manifestación es poner en práctica el artículo 9 de nuestra Constitución y Carta Magna. Animarse a participar es pesado, pero saca uno su patriotismo, su civismo, junto con el derecho que nos otorga tal Artículo.
Es cansado cumplir tal encomienda que se pone un ciudadano que se dice que quiere mejorar en los aspectos que se ponen de manifiesto en tal marcha pacífica. Ser parte de ese contingente, que todos van con la misma petición y señalamiento, es llenarte de valor y decir “¡ya!”.
El 22 de enero, invertí tres cuartos de horas en salir a la calle y exigir un cambio a quien lleva las riendas de este país, a los gobiernos que llevan el timón del país y el destino. Y hoy ese destino se ha distorsionado contra el ciudadano que se da tiempo y tiene aliento de gritar y exigir lo que le corresponde, y los abusos maquinados cruelmente contra una sociedad, que ya no le alcanza con sus honorarios semanales.
Nunca es tarde, acudí a tal manifestación en Tijuana, del monumento al libro de texto gratuito hasta la estatua de Cuauhtémoc, emperador azteca.
Llevar a cabo tal odisea, enaltecedora de almas que gimen y lloran pero con la cabeza en alto. La lucha y la fe ya están en camino y no hay que claudicar. Hay que dar fin a tal encomienda y pedir marchen relevos. Hoy yo no puedo, va un familiar mío. Pero se siga la algarabía y el mar de gentes. Sacar a una tiranía y burguesía que deja a diario más pobres, y gastan lo que no les pertenece.
El único camino pacífico que tenemos los ciudadanos tijuanenses, no hay que dejarlo a la deriva. Ya se puso el primer pilar y hay que seguir cabalmente sin cansancio, porque no hay otra y es nuestra obligación y derecho, de quienes queremos nuestra reputación y amamos a México.
Claro que lograremos frutos, que nos fueron arrebatados sin vergüenza y con mucha traición, que hoy daremos pelea y lucha, con paz y con respeto, como debe ser.
En buena hora hemos salido a decir ya basta, por nuestros hijos y una patria mejor y bien balanceada, dándonos lo que nos corresponde como ciudadanos de este país. Que siga esta lucha sin cansancio que ya dio sus primeros frutos. Adelante.
P.D. Así decía mi pancarta: “El temor de los políticos son las marchas, Proceso, ZETA y el pueblo”. Las pancartas son instrumentos que comunican sin micrófono y todos se enteran.
Leopoldo Durán Ramírez
Tijuana, B.C.