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viernes, octubre 4, 2024
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La república de AMLO

Las reglas fundacionales de un estado no tienen que terminar con las diferencias ideológicas, menos si lo que se funda es una República democracia. La mayoría de los ciudadanos no están al pendiente de estos temas, pero su conducta social está relacionada al consenso y al sistema económico-político: si no hay consenso no hay instituciones fuertes, si no hay instituciones fuertes las élites no están reguladas eficientemente y su poder desbordado lo invade y corrompe todo; si el ciudadano raso percibe el abuso, y que las oportunidades de permeabilidad social son demasiado complicadas, no estará dispuesto a obedecer las reglas de convivencia que son percibidas como un sistema de explotación. Marx teorizó mucho al respecto.

No es casualidad que países como el nuestro, sin consenso fundacional funcional, la corrupción y la inseguridad campeen con libertad. La ética no existe cuando entre diez personas se disputan el plato de comida, o cuando no hay reglas claras y firmes para la generación de riqueza. En estos tiempos canallas que recorren nuestro país, millones de ciudadanos asumen una postura cuasi-religiosa para explicarse los males que nos aquejan, convencidos de que la virtud personal juega el papel central en el éxito o fracaso de las naciones.

AMLO, espabilado como es, provisto de una notable capacidad para mimetizarse con el electorado entiende lo anterior, por eso simplifica la disputa, presentándola como una entre los corruptos y él. Las credenciales para poder hacerlo se las ha ganado a pulso llevando una vida frugal y sencilla, predicando con el ejemplo, y el ecosistema político le ayuda raudales pues el cinismo, la prepotencia y el descaro se han apoderado de una clase política corrupta transversalmente, por eso formó otro partido desde el que pudiera compartir su discurso purificador sin problemas de culpa o conciencia, que no estuviera maculado con pecados gubernamentales o con conductas frívolas y estrambóticas, reflejo de tanto loco egocentrista que se mete a la política. La apuesta le está resultando un éxito pues el tiempo corre y ha logrado polarizar, ubicando a todos los demás actores y partidos como un solo monstruo de varias cabezas, de tal suerte que la dispersión electoral les afecte a sus contrincantes, no a él.

Hoy, parece tener en la bolsa a los insuficientes 15 millones de votantes con los que no pudo ganar la presidencia de México, sin embargo, todo parece indicar que el PRI se está cayendo a pedazos y que AMLO y Morena son los principales beneficiarios: la más reciente encuesta de consulta Mitofsky para la elección de estado de México, es categórica, pues de enero del 2016 a febrero del 2017 el PRI ha perdido 7 puntos para quedar con 13% de intención del voto, mientras que Morena, en el bastión más importante del priismo, en la tierra de presidente, ha ganado 6 puntos porcentuales para ubicarse a 2 puntos del PAN que tiene 18%. A los independiente parece habérseles agotado el tiempo y no lograron construir una imagen de verdadera independencia, AMLO no batallará para cubicarlos en el mismo costal del PRI, el espacio antisistémico parece haberlo llenado ya a suficiencia.

AMLO ganará la presidencia de la república, pero su virtudes y las que le adjudica a la naturaleza del pueblo de México no serán suficientes para corregir el rumbo de México, él lo sabe, por eso ha extendido su red de aliados. No tengo dudad de que una vez en la presidencia plantará la construcción de un nuevo consenso pues desde ahora lo está edificando. Ahí estaremos pendientes.

 

Jesús Alejandro Ruiz Uribe es Doctor en Derecho Constitucional, ex diputado local, rector del Centro Universitario de Tijuana en el estado de Sonora y coordinador estatal de Ciudadanos Construyendo el Cambio, A.C.

Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
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