Sentencia del caso de Caperucita y el Lobo desde la perspectiva de la Suprema Corte de Justicia mexicana.
Visto y considerando los acontecimientos ocurridos y por todos conocidos, fallamos:
- Que Caperucita no desconocía que podría encontrarse con el Lobo.
- Que tampoco era ajena al hambre del Lobo ni a los peligros del bosque.
- Que si le hubiera ofrecido la cesta de la merienda para que el Lobo calmara su hambre, no habrían ocurrido los sucesos referidos.
- Que el Lobo no ataca a Caperucita de inmediato y hay evidencias claras de que primero conversa con ella.
- Que es Caperucita quien voluntariamente da pistas al Lobo y le indica el camino a la casa de la Abuela, lo cual la convierte en cómplice.
- Que, cuando Caperucita llega y el Lobo está en la cama con la ropa de la Abuela, Caperucita no se alarma.
- Que el hecho de que Caperucita confunda al Lobo con la Abuela demuestra lo poco que iba a visitarla, hecho que se tipificaría como abandono de persona anciana por parte de la joven Caperucita.
- Que el Lobo con respuestas simples y directas quiere, desesperadamente, alertar a Caperucita sobre su posible conducta final.
- Que luego de que el Lobo hizo todo lo posible por alertar a Caperucita sobre de lo que sería capaz y ésta no entendió o no quiso entender, al Lobo no le quedó más remedio que actuar conforme a su inclinación natural y a su instinto animal, exacerbado por la conducta de Caperucita.
- Que es muy posible que antes Caperucita hiciera actos carnales y lascivos con el Lobo e, incluso, lo disfrutara.
- Que cada vez cobra más fuerza la versión de que cuando el Lobo le preguntó a Caperucita “¿Adónde vas?”, ésta le respondió: “A bañarme en el río como Diosito me echó al mundo”.
- Se desprende del punto anterior que es Caperucita la que provoca los más bajos instintos depredadores y concupiscentes en la pobre fiera.
- Que merece un párrafo aparte la madre de Caperucita, en quien se aprecia irresponsabilidad y culpabilidad por no acompañar a su hija, conociendo los peligros del bosque.
Por todo lo antes dicho, se absuelve al señor Lobo y se dispone además:
- Notificar a la familia de Caperucita, recomendando a la Abuela que se integre a la sociedad, obligándola a vivir lo más cerca del centro de la ciudad y no en lo más profundo del bosque.
- A la madre, apercibirla para que cumpla correctamente con sus deberes de madre. Estará en observación psiquiátrica durante 90 días para su valoración.
- Se advierte a la Caperucita: A) Hacer trabajo comunitario en la jaula de los lobos del zoológico local para que conozca plenamente la naturaleza y el instinto animal. B) Tendrá que indemnizar al Lobo con 500 dólares diarios durante un año, así como prepararle todas las tardes su merienda, también darle masaje y hacerle pedicure durante el mismo lapso. C) Todos los costos inherentes a este proceso correrán bajo el peculio de la Caperucita, a quien en lo sucesivo solo se le dirá Caperuza.
Asimismo, se aclara en el presente fallo que este proceso no afecta el buen nombre, ni la reputación ni el honor del respetable señor Lobo.
Publíquese, archívese y téngase por firme el presente fallo.
Prueba de envejecimiento
Dos ancianos se encuentran hablando sobre el envejecimiento:
— La peor parte se la llevan nuestras lindas mujeres, además, ellas siempre se negarán a admitir que envejecen y tratan por cualquier medio de esconder sus achaques.
“¿Sabes qué? Tienes toda la razón. Te cuento, he encontrado un buen truco para hacerles ver sus discapacidades por medio de un jueguito. Si quieres saber si tu mujer se está empezando a quedar sorda, colócate a diez metros de ella y hazle una pregunta. Cuando veas que no te responde, acércate cinco metros. Después dos metros y luego un metro. Ya no le quedará más remedio que darse cuenta que está sorda.”
Al viejito le gusta la idea, por lo que cuando llega a casa se coloca a diez metros de su señora y pregunta levantando la voz:
“Cariño, ¿qué hay de cenar?”.
No recibe respuesta. Entonces se acerca cinco metros y le pregunta de nuevo:
“Cariño ¿qué hay de cenar?”.
No recibe respuesta, por lo que decide acercarse dos metros:
“Mi amor ¿qué vamos a cenar?”
Y tampoco le responde.
Se acerca a un metro de ella:
“Mi vida, ¿qué vamos a cenar?”.
Enfurecida, la señora le contesta:
“¡Te he dicho cuatro veces que pollo con papas fritas! ¿Estás sordo, o qué?”.
Autor: Una muchocha.
Herencia
El padre llama muy ceremonioso a su único hijo:
— Hijo mío, ¿ves esas tierras? Algún día serán tuyas.
“Pero papá, ahí sólo veo la caja de arena del gato”.
— Hijo, no arruines el momento…
Autor: El gato.
Qué detalle
— Mamá, te compré una taza.
“¡Ay qué linda, qué detalle!”.
— Sí, mira, adentro dice “Eres la mejor abuela del mundo”.
“Pero ¡si no soy abuela!”.
— ¡Sorpresa!
Autor: La nieta.