Graciela Garza de Treviño, iniciadora de varias organizaciones en Mexicali, refiere que la violencia de género ahora parece multiplicada y pocas son las instancias que ofrecen ayuda
Empezaron con una docena de mujeres mexicalenses inquietas, interesadas en la participación social. Algunas eran parte de un Club de Lectura, otras se habían involucrado en apoyo a organismos como la Casa Hogar Buen Pastor –para jóvenes infractoras– o en ayuda a menores con problemas auditivos. Otras más visitaban a familias en zonas marginadas –algunas del Valle de Mexicali– con la idea de conformar proyectos productivos.
El crear un grupo de apoyo a mujeres víctimas de la violencia intrafamiliar ni siquiera existía como idea. Eran inicios de los 80’s y en Mexicali no había organismos de apoyo a las féminas.
Pero también era el contexto de una severa crisis económica. “Hasta las señoras estaban preocupadas, hasta ellas se vieron involucradas en la crisis”, comenta Graciela Garza de Treviño, quien recuerda a la madre Noelle Monteil, una religiosa francesa que llegó a Mexicali en 1969 con su idea de trabajar con los grupos más desfavorecidos.
La Madre Noelle –con estudios en derecho, psicología y sociología– alentó y asesoró al pequeño grupo de mujeres que se le acercaron en búsqueda de información, lo que se transformó luego en un taller enfocado a las necesidades de la comunidad. De ahí surgió la idea de conformar un grupo de servicio social que luego derivó en una Asociación Civil. “No es tan importante ir con la gente, sino saber a qué van, cuál es el objetivo”, les recalcaba Noelle.
“En ese tiempo la palabra ONG no existía”, refiere Graciela Garza en alusión a otras instancias. Ése fue el contexto para el que conformaron la Asociación Civil Almacén de Recursos para la Asistencia de Familias Marginadas en el Valle de Mexicali y los esfuerzos se habían focalizado en crear un grupo productivo en el Ejido Guerrero. Pero para obtener donativos se tuvieron que organizar como organismo y registrarlo. Como presidenta anotaron a Graciela Garza de Treviño. Era el 24 de septiembre de 1984.
Graciela, recuerda la Madre Noelle, participaba en un grupo de trabajo en la Colonia Santa Isabel –en la orilla Poniente de Mexicali– y en primera instancia había surgido el tema del agua, ya que en esa comunidad no contaban con el líquido y se les surtía en depósitos. “Con esa agua primero se bañaba el esposo que va a trabajar, luego los niños que iban a la escuela y al final, la que se bañaba era la mujer”.
Don Andrés Treviño –que era su marido–, le gustó la idea de instalar una presa de agua en la zona, a manera de apoyo, pero la comunidad lo que quería era una cancha deportiva. Por eso el tema de las necesidades sentidas y las reales. En ese tiempo temas dedicados a las mujeres y la violencia de género ni siquiera eran parte de la discusión.
“Estábamos abiertas a aprender qué necesitaba la gente, por eso el nombre de Almacén de Recursos, para que cualquiera que tuviera una necesidad pudiera acudir a nosotros”, explica Graciela, recalcando que la premisa era que no fuese grupo ni de gobierno, ni religioso, ni partidista, ni lucrativo.
“Desde que estaba en la escuela me inclinaba por ir a las colonias a ayudar”, comenta en alusión al motivo del involucramiento en temas sociales y recuerda cómo en el Ejido Guerrero las que se acercaron fueron mujeres. En ese entonces se reunían en sus propios domicilios, luego les prestaron una pequeña oficina ahí en la Colonia Nueva, la cual fue remozada con el trabajo de miembros del Club de motociclistas conocidos como “Los Vagos”. Graciela recuerda los donativos de varias familias que han aportado mensualmente y hasta la fecha una cantidad en apoyo a la causa social.
Ahí siguieron impartiendo cursos de desarrollo humano para mujeres, los cuales actualmente aún organizan. “Venían de las colonias pobres y de las colonias ricas”. Así se abrió el área de la mujer.
Sobre el tema migrante, relata que algunas de las mujeres optaron por apoyar esa causa, por eso habían conformado el Centro de Apoyo al Trabajador Migrante, el cual fue el antecedente de la creación del Albergue Juvenil del Desierto. Antes de eso los menores migrantes iban a parar a la Escuela Granja, la instancia que albergaba a pequeños infractores.
“La violencia hacia la mujer no se veía, siempre ha existido, pero estaba invisible”, expone Graciela Garza y recuerda que en Mexicali no había instancias de apoyo a las mujeres violentadas. Conmemora también cómo el 5 de febrero de 1990 abrieron las puertas de la casa que aún funciona –en la Colonia Libertad– bajo el emblema de Mujeres para un Mundo Mejor, instancia que encabezó hasta el año pasado, cuando cedió la estafeta a su hija, Laura Treviño.
Explica que no se trata de un albergue –no tienen recursos para ello–, sino un centro de apoyo y prevención de la violencia doméstica; en donde se imparten pláticas, conferencias, orientación y apoyo psicológico.
Sobre la violencia hacia las mujeres, que ahora parece multiplicada, Garza de Treviño asume:
“No sabemos si es más o no, lo que pasa es que antes era un secreto muy bien guardado, nuestras abuelas lo padecieron, nuestras madres también, pero no se hablaba de ello, no tenía nada que ver con las autoridades, no estaba en las leyes, no era un delito”, comenta Graciela, quien junto con su marido –ya fallecido– Andrés Treviño llegaron a Mexicali hace 62 años.
La activista considera en torno a la violencia: “Se ha hecho más grave o más sangrienta por las drogas, toda la sociedad es más violenta, las muertes de los hombres también, de los niños”.
“Se ha avanzado pero con muchos escollos, se ha avanzado, pero nos falta mucho todavía”, sintetiza Graciela Garza, quien literalmente tiene toda su vida en apoyo a las causas sociales.