Ya estoy harto. Desde el famoso Septiembre 11 muchos funcionarios norteamericanos nos ven la cara de Osama Bin Laden. Ya no es novedad: detienen a inocentes mexicanos cuando legal e ilegalmente cruzan la frontera. Y de repente son etiquetados: por lo menos les tildan de islámicos extremistas. Normalmente los gringos tardan en desembrollar su imaginación. Cada paisano va del susto a la angustia. No exagero si más de uno pensó: “Me van a llevar a la silla eléctrica”. Emparejado vienen los anuncios oficiales: “Mayor vigilancia en la frontera mexicana. Se teme la entrada de terroristas”. Pueden utilizar la vecindad México-Estados Unidos”. Y hasta ponen niveles de alerta. Si prenden la color naranja nos ponen a temblar. En Tijuana y para cruzar a Estados Unidos la revisión llega a la desesperación. Pasa más rápido vieja tortuga que carro nuevo. Total, pura monserga.
No sé qué harían los gringos si como otros mexicanos y yo reciben correos electrónicos desde Estados Unidos. Todas las semanas y a veces diario. Y siempre anunciando que me van a matar. En algunos mensajes dicen: Ya lo decidió el cártel Arellano Félix. “Javier quiere silenciar al editor de ZETA de una vez por todas”. El 24 de marzo el mensaje terminó con un párrafo de grandes letras: “Mi espía en el cerrado círculo de los Arellano Félix me informó anoche que Eduardo Arellano Félix habló con Jorge Hank y le dijo que Jesús Blancornelas será asesinado en tiempo y lugar”. Debo ponerme el huarache antes de que me avienten las espinas. Saco el tema a relucir no por presunción. Jamás a propósito de los recientes asesinatos de periodistas. Menos como algunos reporteros de Tijuana piensan: “Le va a todas. Con tal de exhibirse”. No. Escribo nada más por ser insoportable tanto correo electrónico desde algún lugar de Estados Unidos. Ya me imagino: si los recibiera algún funcionario norteamericano seguro dirá “este es un acto de terrorista”.
Total, tengo un repertorio de mensajes. Los transmite Terry Sheron. Se autonombra líder de la “Operación Patada”. Primero empezó enviando mensajes a una reportera sandieguina. Luego a mí. Pero ya se extendió hasta otros compañeros de Estados Unidos, Tijuana y el Distrito Federal. No sé si le contesten. Algunos lo refirieron hace tiempo. Recientemente sí le creyeron en un periódico de Texas y publicaron: “Una operación secreta fue iniciada desde hace tres años y su objetivo es atacar uno de los cárteles de droga más poderoso de México. Varios hombres forman parte de un equipo que está realizando esa peligrosa misión. Peligrosa por la tarea que tiene y porque sus gentes están pagando con sus vidas para cumplir con su trabajo. El líder del equipo dice que la operación está por terminar pronto, pero el peligro que enfrentan es que cada día no deja de ser sumamente peligroso. Saben que fue rastreado por los narcotraficantes este valiente equipo de Rambos verdaderos. Eso ha creado un elevado peligro para todos”.
Un periódico de el Paso, Texas también publicó que “…desde hoy en adelante, invitamos a los lectores para enterarse cómo este equipo de hombres va quemando el camino de una de las jornadas más asombrosas contra el tráfico de drogas”. También el diario informó que “Operación Patada” de Terry Sheron no se puede rastrear de ninguna forma. Ni es posible identificar a los integrantes y sus informaciones las manejan desde algún escondrijo.
Me reuní con un periodista estadounidense. Comentó y estuve de acuerdo en “…no hay que perderlos de vista”. Traté el caso con otros compañeros mexicanos. Uno fue más claro: en territorio norteamericano no hay referencias de alguna persona muerta por mafiosos al operar encubierto. Me dijo: “En Estados Unidos no es tan fácil esconder los motivos de cualquier fallecimiento”. Cierto periodista estadounidense recordó lo que también me pasó a mí. Este Terry Sheron o estos de la “Operación Patada” fuimos citados hasta la terquedad, para ir a cierto sitio “pasando la línea internacional de Otay”, al oriente de Tijuana. Por la forma como nos convocaron nació la desconfianza. Y tras consultar entre nosotros no aceptamos tales reuniones. Esto sucedió el año pasado. Desde entonces decidimos no bloquear la recepción de sus correos. Pero sí tenerlos a la vista. Así, continuamos recibiendo mensajes.
Las referencias de Terry Sheron en sus mensajes son más delicadas. Incluyen a otras personas. Aseguró: el licenciado Francisco Castro Trenti está en la nómina de los narcotraficantes. Este abogado es importante funcionario de la Procuraduría General de Justicia del Estado. También Santiago Vasconcelos de la Procuraduría General de la República. Héctor Margain Velarde transporta grandes cantidades de droga. Aparte, agentes de Aduanas y de la Patrulla Fronteriza estadounidense, han sido comprados por los Arellano Félix. Eduardo tiene casas de seguridad en Rosarito, La Paz, San Lucas y Guadalajara. Su hermano Javier, también, ya luce otro rostro después de la cirugía plástica en Brasil. Agentes policiacos en ambos lados de la frontera mexico-americana son sobornados por la mafia. Funcionarios federales de Estados Unidos y México manejan casas, bodegas, autos y 25 negocios en Tijuana y la Ciudad de México, pagadas por el narcotráfico. Viajan en helicóptero. Pero es una costumbre. Como quien dice, tiran la piedra y esconden la mano.
En los mensajes electrónicos aseguran haberse comunicado con Jorge Hank Rhon. Según eso tienen y les ofrecieron una grabación donde dio la orden para asesinar a Héctor Félix Miranda. También le achacan la ejecución de nuestro editor y Licenciado Francisco J. Ortiz Franco. Independientemente de la posición bien clara que guardamos en cuanto al ahora alcalde, es improbable tal grabación. Simplemente ya la hubieran enviado. También es una falsedad cuando apuntan a Jaime Bonilla como muy cercano a los Arellano Félix. Y que estos hermanos tienen la foto de cada agente del FBI (Oficina Federal de Investigación), DEA (Agencia Anti-Drogas) y ATF (Agencia para el Control de Tabaco y Armas). Hasta hablan de un mensaje enviado por los Arellano al Presidente Fox.
En ZETA comprobamos: los correos electrónicos efectivamente son transmitidos desde Estados Unidos. Precisamente de un domicilio cercano a la frontera mexicana. Y por referencias supe que posiblemente Terry Sheron fue agente federal de Inmigración o Aduanas. Él se identificó alguna vez como ex piloto de Vietnam. Me comuniqué con un funcionario de cierta agencia federal norteamericana. Conocen el nombre y los mensajes. Su primera referencia fue “…no le hagas caso. Está loco”. Pero le dije: no es posible esto. Párenlo. Nos envían a México mensajes desde Estados Unidos. Por el contenido es un delito. Lo mismo si el autor es alguien consciente o inconsciente. Lo hace como jugarreta o en valor entendido con el narcotráfico. Insistí: ¿Cómo permitía eso el gobierno estadounidense? Y simplemente reviró: “No le hagas caso”. Le dije que no era un juego estar transmitiendo amenazas de muerte, pero de nada me valió. Lo más notable de esta interminable serie de correos electrónicos. El remitente afirma encabezar una “operación secreta”. Si así fuera es una metida de pata hacerla pública. Pero más curioso todavía: suponiendo tan confidencial tarea contra los Arellano, estos mafiosos por lo menos frenarían a Terry Sheron. Fácilmente podían atacarle. Matarle. Desaparecerle. Pero no le sucede nada. Por eso un compañero de trabajo me comentó el otro día con sorna: “Ese Terry es de los Arellano. Siempre está diciendo lo mismo para ‘embarcar’ a los periodistas”. Otro me comentó: “La policía norteamericana sabe esto y lo deja”. Pero eso sí, enloda. Acusa desde Estados Unidos a mexicanos. Mientras, nuestro gobierno calla. Anda metiendo narices y manos en líneas telefónicas y vidas privadas. Pero ni por enterado se da. Bueno, pienso, mientras no lo amenacen, ¿qué?
Lo de menos sería tirar estos mensajes a la basura todos los días. Pero ha llegado un momento cuando sus menciones afectan a mexicanos y las policías norteamericanas y mexicanas nada hacen para impedirlo. Seguramente si hubiera alguien que desde Tijuana estuviera enviando correos a Estados Unidos, las autoridades estadounidenses ya se hubieran quejado. No dudo que lo tomarían como si fuera parte de un acto terrorista. Queja de inmediato por los conductos diplomáticos. Y rápidamente a confiscar el pasaporte del remitente, no sin antes localizarlo con sus sofisticados aparatos. Pero a los policías norteamericanos les importa poco el jueguito de este Terry Sheron y su “Operación Patada”.
Tomado de la colección Dobleplana de Jesús Blancornelas, publicado el 29 de abril de 2005.