Cuando volteé
la miré caminando,
venía derecho a la iglesia
estaba llorando.
Su mirada triste,
su vestido negro,
un velo en la cara
iba suspirando.
Había perdido a su padre
quien me negó su cariño
porque él era hombre de bienes
y yo, un pobre campesino.
Me quitó mis tierras,
me quitó el ganado,
me quitó mi casa,
me echó del poblado.
Pero no fue todo
lo que quitara,
me quitó el amor
de su hija adorada.
Él ya ha fallecido
y ella va llorando,
va rumbo a la iglesia
de amor suspirando.
Pidiéndole a Dios
vuelva yo con ella,
¡pero es imposible
pues me estoy casando!
José Miguel Hernández Villanuena
Correo: jomian1958@hotmail.com
Tijuana, B.C.