Comentarios de los padres de la Iglesia (siglos I al VIII)
A medida que se va acercando el momento del Nacimiento de Jesús, el cristiano se va dando cuenta de que la Navidad constituye la base que hace posible todas las grandes fiestas de la Iglesia Católica: la Pascua, la Ascensión y Pentecostés (Crisóstomo).
Aunque la concepción de Jesús se produce en Nazaret, el censo obliga a María a trasladarse a Belén, de manera que su Hijo nazca en la ciudad de David, Belén, que significa “casa del pan” (Beda). María está desposada con José, pero el Niño que lleva en su seno fue concebido sin intervención de varón (Cirilo de Alejandría). Belén se ha convertido ahora en el nuevo Edén, porque el paraíso abrirá ahora sus puertas con el nacimiento de Cristo (Himno de la Navidad).
Todas las grandes fiestas tienen su origen en la Natividad de Jesús. Si hubiera alguien que la llamara la fiesta principal de todas las fiestas, no se equivocaría. ¿Qué fiesta es ésta? La del nacimiento carnal de Cristo. Este es el día origen y fundamento de las fiestas de la Epifanía, de la sagrada Pascua, de la Ascensión y de Pentecostés. Si Cristo no hubiera nacido en la carne, tampoco se habría bautizado, que es la fiesta de la Epifanía; tampoco se hubiese crucificado, que es la fiesta de la Pascua; ni tampoco habría enviado al Espíritu Santo, que es la fiesta de Pentecostés. Por consiguiente, lo mismo que varios ríos surgen de una misma fuente, así también nacen para nosotros estas fiestas. (Juan Crisóstomo, Homilía sobre la incomprensibilidad de Dios, 6,3).
El contexto histórico del censo. Corría el año cuarenta y dos del reinado de Augusto. Jesús nace en Belén, en tiempos del primer empadronamiento, y siendo Cirino gobernador de Siria. Este empadronamiento de Cirino lo registra también el más ilustre de los historiadores hebreos, Flavio Josefo.
Belén significa “casa de pan”. Hasta hoy y hasta la consumación del mundo no deja el Señor de ser concebido en Nazaret y de nacer en Belén, cuando quien le escucha, acogiendo la flor de su palabra, se construye una casa de pan eterno. A diario, en el seno virginal, esto es, en el alma de los creyentes, se concibe por la fe (a Cristo) y se le da a luz por el bautismo. (San Beda).
Cristo se hizo un humilde niño. Él ha sido pequeño, Él ha sido niño, para que tú puedas ser varón perfecto; Él ha sido envuelto con pañales, para que tú puedas ser desligado de los lazos de la muerte; Él ha sido puesto en un pesebre, para que tú puedas ser colocado sobre los altares; Él ha sido puesto en la tierra, para que tú puedas estar entre las estrellas; Él no tuvo lugar en el mesón, para que tú tengas muchas mansiones en los cielos. “Él, siendo rico, se ha hecho pobre por vosotros, a fin de que su pobreza os enriquezca”. Luego mi patrimonio es aquella pobreza, y la debilidad del Señor es mi fortaleza. Prefirió para sí la indigencia, a fin de ser pródigo con todos. Me purifican los llantos de aquella infancia de vagidos, aquellas lágrimas han lavado mis delitos. Te debo más, ¡oh Señor Jesús!, por tus sufrimientos que me redimieron, que por tus obras que me crearon. De nada me hubiera servido haber nacido sin el provecho de la redención.
Ves que está entre pañales, no ves que está en los cielos. Oyes el vagido del niño, no sientes el mugido del buey que reconoce a su Señor. (San Ambrosio).
Pañales, no manto de púrpura. “Él ha sido herido por nuestras rebeldías, molido por nuestras culpas”. Se ha de notar atentamente que el signo que se da del nacimiento del Salvador no es un niño vestido de púrpura tiria, sino uno envuelto en rudos paños, que no se ha de buscar en una cama adornada de oro, sino en un pesebre; es decir, no solo se ha vestido por nosotros con el hábito de la humildad y de la mortalidad, sino también con el de la pobreza. Él, que siendo rico se ha hecho pobre por nosotros para enriquecernos con su pobreza; Él, que siendo el Señor de los cielos se ha hecho pobre en la tierra que por la pobreza de espíritu se puede ganar el reino de los cielos. (San Beda).
Como alimento en un pesebre. Halló al ser humano reducido al estado animal. Por eso es colocado como alimento en un pesebre, para que nosotros, habiendo escapado de nuestra vida carnal, lleguemos a esa comprensión que es propia del hombre. Y como estábamos embrutecidos en el alma, al acercarnos a su mesa, esto es, al pesebre, ya no encontramos alimento, sino el pan del cielo, el cuerpo de la vida. (San Cirilo de Alejandría).
Jesús ha nacido en un establo de estiércol. No halló morada alguna en el Sancta sanctorum que refulgía de oro, piedras preciosas, sedas y plata; no nace entre el oro y las riquezas, sino entre el estiércol, es decir, en un establo (pues en todo establo hay estiércol), donde se hallaban nuestros vicios inmundos. Entre el estiércol nace para levantar a quienes en el estiércol se encontraban. “Alza del estiércol al pobre”. (San Jerónimo).
Germán Orozco Mora reside en Mexicali. Correo: saeta87@gmail.com