La primera mujer del PAN en convertirse en presidente municipal (por cuota de género y no por mérito) es Mirna Cecilia Rincón Vargas en Rosarito, y la dama ha dejado claro que ha llegado para poner el mal ejemplo. En los primeros días como alcaldesa se aumentó el sueldo y el de sus colaboradores. Y en los primeros días de 2017 (el 6 de enero para ser precisos) envió un oficio a su tesorero con el objetivo de adquirir “una unidad tipo Chevrolet TAHOE modelo 2017, misma que estará asignada a esta Presidencia Municipal para desempeñar las funciones inherentes al cargo”, describe el oficio 172/2017. ¿De verdad? Mandarse comprar una camioneta valuada entre los 800 mil y el millón de pesos para sus “funciones” en el municipio más pequeño del Estado, cuando éste tiene 47 kilómetros de punta a punta (de norte a sur), es el colmo. Una persona a paso veloz lo puede recorrer en diez horas aproximadamente. El obediente tesorero recibió el oficio el 10 de enero, cuatro días después (no está de más señalar la tardada correspondencia), pero cuando se descubrió el documento y se propagó en redes sociales el viernes 13 de enero, en el Ayuntamiento de Rosarito lanzaron un oficio donde se retractaban de la compra, gracias “al compromiso de cuidar de forma responsable el presupuesto emanado de las contribuciones de los ciudadanos”, según firmó la alcaldesa al tesorero, admitiendo entre líneas su irresponsabilidad y el mal manejo de las finanzas del saqueado y abandonado Rosarito. Y aun así se preguntan por qué miles de ciudadanos ya piden la renuncia de la primera presidenta municipal emanada de Acción Nacional.
