— ¿Qué película quieres ver?
“Tiburones Asesinos”.
— ¿De qué se trata?
“De un pobre diablo que quiere ser cantante”.
Autor: Obvio…
Romántico
— Mi amor, ¿serías capaz de bajarme la luna y las estrellas?
“No puedo bajar ni la panza, y tú ahora quieres la luna…”.
Autor: El marido.
Los tamales
Un hombre estaba postrado en cama, en estado terminal… le quedaban pocas horas de vida y pidió lo enviaran a morir a su casa.
Una vez ahí, de repente percibe el inconfundible aroma de tamales recién hechos, calientitos. Para él no había nada mejor en el mundo que los tamales de su mujer y, haciendo un esfuerzo sobrehumano, baja las escaleras y al tiempo que se dirige al comedor se va impregnando del calorcito que le lleva el aroma a masa de maíz, carne de puerco y de pollo, que desde la cocina emanaba.
El moribundo hombre llega hasta la mesa de madera donde se encontraban extendidos los suculentos tamales cuando, repentinamente, siente un fuerte manotazo en la cabeza y escucha la voz de su mujer:
“Ni se te ocurra, ¡SON PA’L VELORIO!”.
Autor: Anónimo de funeraria.
Terapia fallida
— ¿De dónde vienes?
“De una clínica donde te quitan las ganas de comer”.
— ¿Y ya no estás comiendo?
“Sí, pero sin ganas”.
Autor: Nutriólogo.
Mala memoria
Están tres viejitos conversando alrededor de una mesa, en la casa del más viejo de ellos, el cual tiene como 90 años y muy mal humor. Los otros dos se ponen a hablar de problemas de arteriosclerosis y muy mala memoria.
— Compadre Luis, ¿sabe que el otro día iba a la panadería y de repente aparecí en la farmacia? Después me fui a la iglesia y aparecí en la parada del autobús.
“Eso no es nada, yo iba al baño y aparecí en el cuarto, orinado en la cama, iba a la sala y aparecía en el jardín”.
En eso el más viejito, que los está oyendo, empieza a golpear la mesa: “¿De qué hablan ustedes, viejos? ¡Están locos!”.
Y sigue golpeando la mesa mientras hablaba refunfuñando, de pronto se para, los otros dos se le quedan mirando y le preguntan:
— ¿Adónde vas?
“¡¿No ven que están tocando la puerta?!”.
Autor: Anónimo de un periódico.
Mal poeta
Había una vez un chico que le quería decir cosas bonitas a su novia y fue donde su profesor de literatura, quien le aconsejó:
“Dile así: Tienes ojos de lucero, tu boca es de cristal y te bajaron del cielo por una corte celestial”.
El chico fue corriendo donde su novia, repitiendo lo que el profesor le había dicho y, cuando llegó con la joven, le declamó:
“Tienes ojos de becerro, tu boca es de corral y te bajaron del cielo por bruta y animal”.
Autor: Buen poeta.
Una madre gallega escribiéndole a su hijo
Querido hijo,
Te pongo estas líneas para que sepas que estoy viva.
Te escribo despacio porque sé que no puedes leer de prisa.
Si recibes esta carta es porque te llegó, si no, avísame y te la mando de nuevo.
Tu padre leyó que según las encuestas, la mayoría de los accidentes ocurren a un kilómetro de la casa, así que nos hemos mudado mucho más lejos; no vas a reconocer la casa, el lugar es lindo, tiene una lavadora que no estoy segura si funciona o no, ayer metí una ropita y tiré de la cadena, y no he vuelto a ver la ropa desde entonces.
El clima no es tan malo; la semana pasada solo llovió dos veces, la primera vez por tres días y la segunda por cuatro días.
Al fin enterramos a tu abuelo; encontramos su cadáver con lo de la mudanza, estaba en el armario desde el día en que nos ganó jugando al escondite.
Te cuento que el otro día hubo una explosión en la cocina a gas y tu padre y yo salimos disparados por el aire, cayendo afuera de la casa; qué emoción, era la primera vez que tu padre y yo salimos juntos en muchos años…
El médico vino a la casa y me puso un tubito de vidrio en la boca y me dijo que no la abriera por 10 minutos; tu padre ofreció comprarle el tubito.
Sobre tu padre… qué orgullo, te cuento que tiene un bonito trabajo, tiene cerca de 500 personas debajo de él. Él es quien corta la hierba en el cementerio.
Tu hermana Julia, la que se casó con su marido, parió, pero como todavía no sé de qué sexo es, no te sé decir si eres tío o tía. Si el bebé es una niña, tu hermana va a nombrarla como yo. Qué raro que quiera llamar a su hija “mamá”.
Tu padre le preguntó a tu hermana Pilar si estaba embarazada, ella le dijo que sí, de cinco meses ya; pero ahí tu padre le preguntó si estaba segura que era de ella. La Pilarcita dijo que sí, moza de hierro tu hermana Pilar, qué orgullo, de tal palo tal astilla.
Tu primo Paco se casó y resulta que le reza todas las noches a la esposa, porque es virgen.
A quien nunca hemos visto más por acá es al tío Venancio, el que murió el año pasado.
El que nos tiene preocupado es tu perro el Puky, se empeña en perseguir los coches que están parados.
¿Recuerdas a tu amigo Clodomiro? Ya no está más en este mundo; su padre se murió hace dos meses y pidió ser enterrado en el lago. Tu amigo murió cavando la fosa en el fondo del lago.
Muérete: tu hermano Juancho cerró el coche y dejó las llaves adentro. Tuvo que ir hasta la casa por el duplicado para poder sacarnos a todos del auto.
Bueno hijo, no te pongo mi dirección en la carta, porque no la sé. Resulta que la última familia de gallegos que vivió por aquí se llevó los números para no tener que cambiar de domicilio. Si ves a doña Remedios, dale saludos de mi parte; si no la ves, no le digas nada.
Tu madre que te quiere,
Remedios