* Aparece en la decadencia del Imperio Azteca
* Los españoles no deben esclavizar a los mexicanos
* Moctezuma II tenía 3 mil mujeres, 150 embarazadas
“Oye, hijo mío, lo que te digo ahora; no te moleste ni aflija cosa alguna,
ni temas enfermedad ni otro accidente penoso, ni dolor. ¿No estoy aquí yo que soy tu Madre?
¿No estás debajo de mi sombra y amparo? ¿No soy yo vida y salud?
¿No estás en mi regazo y corres por mi cuenta?
La Virgen de Guadalupe a Juan Diego (4ª. Aparición)
Tras 200 años de vida el Imperio Azteca sucumbió entre la idolatría y la depravación y los vicios. Moctezuma II, que había heredado la filosofía náhuatl y los grandes valores cívicos y morales de sus ancestros, degeneró y llegó a contar con tres mil mujeres para sus orgías; además, el llamado musulmán de occidente, vivía entre lujos y con 150 mujeres embarazadas simultáneamente. Enemistado con los tlaxcaltecas, poblanos y michoacanos, sus más de 100 mil escoltas sucumbieron ante menos de mil castellanos del ejército de Hernán Cortés apoyados por sus aliados, quienes los conquistaron.
Si la ruina de una familia son los vicios y una vida alejada de los valores y sabiduría, no podría ser de otra manera en un imperio que aglutina un conjunto de familias dirigidos por guías ciegos. A la ayuda de los reinos de Michoacán, Huejotzingo, Puebla y Tlaxcala, entre otros, les cayó de perlas la visita de los castellanos o españoles. Unidos vencieron a los sanguinarios apaches aztecas.
Los hombres blancos y barbados, como Hernán Cortés, no fueron enviados por los reyes católicos a esclavizar y humillar a los “indios” o moradores de la Nueva España. Su misión era eminentemente la evangelización y civilización.
Los abusos, a pesar de las bulas papales y las advertencias de los reyes de cometer abusos o someter a esclavitud a los recién convertidos, en muchos casos fue denunciado por Vasco de Quiroga en Michoacán, en Sonora por el Padre Kino, por Fr. Julián Garcés en Tlaxcala, por Fr. Juan de Zumárraga en Tenochtitlan-México, y así en Chiapas por De las Casas.
Entre la barbarie y las sanguinarias ofrendas al demonio Huichilopotzli, dios de la guerra, entre los anuales regueros de sangre por el sacrificio y matanza de cerca de 20 mil indígenas diario durante cuatro días (más de 80 mil), y entre la soberbia y crueldad de los “gachupines” contra los nobles indígenas mexicanos, es cuando aparece en el Cerro del Tepeyac, el indio Juan Diego (ya canonizado), la Virgen María Madre de Cristo, con el nombre de Santa María de Guadalupe.
Fue un 9 de diciembre de hace 485 años. Fecha por cierto dedicada a San Juan Diego. En un sencillo diálogo atribuido al eminente alumno del Colegio Franciscano de Tlatelolco, Juan Valeriano. Joven trilingüe: latín, español y náhuatl (mexicano). Recogiendo la tradición oral del mensaje entre la Virgen, Juan Diego y el Obispo Zumárraga, redactó el documento “Nican Mopohua” (relato de las Apariciones Guadalupanas).
Valeriano era maestro de lengua mexicana del fraile Torquemada. Formados ambos por los frailes franciscanos, Juan Valeriano heredaría el texto original Nican Mopohua a otro mexicanista, Fernando de Alba Ixtixochitl, y éste al jesuita novohispano amigo de Sor Juana y del jesuita Kino, es decir, don Carlos de Siguenza y Góngora, adquiere textos originales como los diálogos entre Juan Diego y la Virgen de Guadalupe. Siguenza hereda su biblioteca a la Real y Pontificia Universidad de México.
Si en el centro de la alegría familiar, ocupa un lugar eminente la mamá, la madre de familia, desde hace 485 años en que apareció en México la sobrenatural imagen de la Virgen Santa María de Guadalupe, Madre de la Iglesia, madre de los mexicanos, los milagros continúan, y el reto de ser buenos hijos también.
Bien decía Octavio Paz, el Nobel de Literatura 1990, que la Virgen de Guadalupe ha hecho por México, más que todos los políticos juntos. Ahora mismo el país sobrevive gracias a las remesas en dólares que envían nuestros paisanos desde Estados Unidos en cantidad de más de 20 mil millones. En especial el Día de las Madres y el 12 de diciembre. Por algo será.
A 485 años, el guadalupanismo está vigente. Mientras un mexicano sencillo como Juan Diego gana sus 50 mil pesos quizás al año, un diputado federal recibe aguinaldo de 150 mil, y un bono extra navideño de 140 mil. Como decía el jesuita Enrique Maza, lo único que no nos han quitado es la Fe.
Germán Orozco Mora reside en Mexicali. Correo: saeta87@gmail.com