Unidades en mal estado, altas velocidades e irresponsabilidad de los choferes, así como un gobierno con recursos insuficientes para vigilar, son parte del riesgo que los usuarios del transporte público de Tijuana enfrentan cada día. Mientras tanto, el SITT promete seguridad y eficiencia, pero con los mismos conductores. Le apuestan a la capacitación
“Si quieres ir cómodo, vete en un taxi libre”: es el reclamo de un hombre a otro porque no caben en el asiento de una unidad tipo calafia. Es la noche de Halloween en el fraccionamiento El Refugio, en el extremo Este de la ciudad.
Poco a poco ascienden pasajeros a la unidad hasta que se llena. El chofer, que varias veces usa una mano para hablar por teléfono celular y otra para sostener el volante, circula en sentido contrario para rebasar, o acelera de forma abrupta y los que van parados, sosteniéndose de un tubo, tienen que esforzarse para no caer. Niños pequeños lloran por los movimientos bruscos. El ayudante del chofer se trepa de la puerta para invitar a personas a subir. Las marcas y claves de los “barrios” están grabadas con una navaja en el respaldo de los asientos.
Minutos antes, el chofer de la unidad 46 de Autotransportes 24 de Febrero, unidad anaranjada que parte de la Zona Centro para emprender el largo viaje hacia los confines de Tijuana, dejó que el camión se llenara tanto que algunos pasajeros terminaron literalmente en el marco de la puerta; para que alguien baje, una decena de pasajeros debe descender también, porque no hay espacio.
En ese mismo viaje, otros autobuses maniobran intempestivamente para agandallarle el pasaje a la 46, éste no se quiere quedar atrás y pisa más fuerte el acelerador para alterar el ánimo de quienes abordaron. Un señor que canta “Micaela, Micaela, ¿qué tú tienes, alma mía?¸ por monedas “que salgan del corazón de los usuarios”, se agarra de forma prodigiosa de un asiento para no irse de bruces, pero sigue cantando y tocando una vieja guitarra.
Los amortiguadores fallan: el camión naranja va casi saltando en pleno Bulevar Sánchez Taboada, antes de incorporarse a la colonia 20 de Noviembre y seguir por Bulevar Federico Benítez. Si ya de por sí va rápido, cuando hay que recoger a estudiantes, a los que está obligado a cobrarles la mitad del boleto, el conductor incrementa su velocidad, dejando a los jóvenes con la mano y las esperanzas extendidas. Un riesgo motorizado.
Obras del Ayuntamiento alteran a automovilistas: SSPM
Ésta es una imagen frecuente por las calles de Tijuana. La Dirección de Tránsito de la Secretaría de Seguridad Pública Municipal (SSPM) reportó, entre el 1 de enero y el 26 de octubre de 2016, 743 accidentes viales que involucran al transporte de público, 39 de ellos atropellamientos; el saldo: 239 lesionados y 13 muertos.
Respecto al año pasado, las cifras oficiales dan cuenta de una baja del 27 por ciento en ese tipo de accidentes, pero un aumento en las muertes: entre enero y octubre de 2015, hubo mil 24 hechos de tránsito con unidades del transporte, 49 atropellamientos, 500 heridos y cinco fallecimientos. El jefe de Hechos de Tránsito de la SSPM, Jaime Valencia Arrechar, declaró a ZETA que tal decremento responde a la capacitación y sensibilización a los choferes otorgada por la SSPM.
Sin embargo, puntualizó que los constantes cambios en el padrón de los conductores derivan en que al volante de taxis y camiones haya personas que no estén debidamente capacitadas. Otro de los factores es que el exceso de unidades provoca que éstas “se estén peleando por el pasaje”, arriesgando a automovilistas y peatones.
En cuanto a la incidencia con todo tipo de unidades -particulares y públicas-, este año reporta 11 mil 821 accidentes, 127 decesos y 2 mil 600 lesionados; en el mismo periodo de 2015 hubo 10 mil 271 hechos, con 73 occisos y 3 mil 391 heridos. Es decir, menos lesionados, pero casi el doble de muertos.
Valencia Arrechar anotó que las obras que el gobierno de la ciudad realiza para el Sistema Integral de Transporte de Tijuana (SITT) han influido en los accidentes, ya que los automovilistas no miden sus tiempos y terminan por estresarse, lo que llega a suscitar acciones irresponsables al volante, principalmente “invasiones imprudentes de carril” y el “exceso de velocidad”.
Invasiones de carril como la de una unidad de la empresa Altisa el 12 de octubre, que terminó estrellándose de frente a alta velocidad contra una unidad de transporte de personal, provocando la muerte de seis personas, incluyendo un bebé de menos de un año de edad. Hubo una denuncia penal en contra de la compañía.
Para vigilar transporte, Ayuntamiento se queda corto
Es miércoles por la mañana. La unidad 119 de 24 de Febrero circula a toda velocidad por la Carretera Libre Tijuana-Tecate hasta internarse en Bulevar Insurgentes. Quiere ganarle el pasaje a un compañero de la misma empresa, se rebasan mutuamente, se detienen por breves segundos –apenas suficientes- para que alguien baje o suba y retoman su frenética carrera.
Justo en algún punto del Parque Industrial El Florido, al pasar por un bache, los pasajeros quedan suspendidos en el aire por un segundo para luego volver a caer en su asiento y continuar como si nada. Ya se hizo costumbre. Por la manera en que se percibe el camino en la ventana, es evidente el exceso de velocidad.
A lo anterior se suma que la salida trasera del camión fue tapada con dos asientos más, para aumentar las ganancias.
En Tijuana circulan 12 mil 400 unidades de transporte público: 7 mil 500 taxis, 3 mil 500 camiones y mil 400 vehículos de transporte de personal. La cantidad de usuarios: 1.3 millones cada día.
Cada semana, el Ayuntamiento recibe casi 500 quejas por malas prácticas de los conductores. Según el director de Vialidad y Transporte, José Luis Hernández Silerio, la mayoría están orientadas al alto volumen de la radio, y la alta velocidad al transitar, así como abstenerse de trasladar a adultos mayores y personas con discapacidad. Las cinco empresas que son producto de más quejas son Calfia, Azul y Blanco, Altisa, 24 de Febrero y Verde y Crema. La molestia social hacia el transporte es evidente.
Para inspeccionar al transporte público de toda la ciudad, la dependencia solo cuenta con 20 unidades de inspección, aun así, el promedio de infracciones diarias casi alcanza el centenar.
En ese sentido, Hernández Silerio enfatizó que “hace falta mayor participación de la Federación y el Gobierno del Estado”, sobre todo porque este último es el que cobra por las placas y licencias. Manifestó que la autoridad estatal debe ser más estricta al entregar una licencia para transporte público.
Sobre los vicios, el funcionario señaló: “El chofer es el reflejo de una conducta personal”, para luego relacionar los malos usos del volante con “la condición humana”:
“A veces ellos (los choferes) tienen problemas económicos y no traen cien por ciento la consciencia de lo que están haciendo”, consideró el responsable de vigilar a taxistas y camioneros.
Prometen un SITT seguro, con los mismos choferes
Los choferes del SITT serán los mismos que actualmente laboran en las empresas de transporte masivo que lideran las quejas ante el gobierno de la ciudad. En entrevista con ZETA, el director de la también llamada Ruta Troncal, Alonso López Sepúlveda, explicó que como parte del convenio que se firmó con los líderes transportistas, a éstos se les obligó a cumplir con ciertas cláusulas, que van desde mantener limpias las unidades, hasta “cuestiones ambientales”. La decimoséptima cláusula a la letra dice:
“El operador deberá contar con conductores que reúnan los conocimientos, habilidades, aptitudes físicas y mentales adecuadas para brindar el servicio de transporte”, para lo cual las compañías deberán presentar ante el SITT un informe actualizado de su padrón cada diez meses, acreditar que cuentan con licencia cada tres meses, demostrar tres años de experiencia como choferes, establecer que no hay antecedentes penales, pasar un examen antidopaje cada medio año y haber tomado un curso.
Para evitar que los conductores hagan uso de los mismos vicios que son evidentes actualmente, el régimen de transporte que entrará en operaciones el 21 de noviembre contará con un sistema de monitoreo y geolocalización, para medir la velocidad a la que circulan y en dónde.
“Nosotros vamos a saber en cada momento cuántos pasajeros trae cada camión en vivo”, expuso, con lo que se pretende evitar el sobrecupo; a las troncales se les permitirá tener 80 pasajeros al mismo tiempo, a las pre-troncales 40. En la Terminal Insurgentes habrá un centro de monitoreo que supervise permanentemente la forma en que trabajan los choferes. Aditamentos tecnológicos como cámaras y sensores fortalecerán – promete López- la seguridad del sistema.
Si sale a relucir alguna violación a las normas de tránsito, habrá sanciones para los choferes. El límite de velocidad en la Vía Rápida rondará los 40 kilómetros por hora. Se espera que el Cabildo de la ciudad apruebe las plazas de quienes trabajarán en el centro de monitoreo, se trata de 30 plazas equivalentes a 4 millones 320 mil pesos anuales.
Taxis “acusan” de peligrosos a camiones, pero tienen más accidentes
Las cifras oficiales apuntalan a taxis como los protagonistas de la mayoría de los accidentes del transporte público, con 404 en lo que va del año, contra 306 de los camiones y 33 de las unidades tipo calafia. Pero Ángel Nevarez, líder de taxis blanco con dorado, achacó mayor responsabilidad al transporte masivo, e hizo referencia a las seis muertes del accidente más reciente de la empresa Altisa.
Según él, esa línea de taxis reporta un promedio de cinco accidentes semanales, la mayoría leves. Afirmó que su empresa de taxis no pide tiempos definidos a los choferes para trasladarse de un punto a otro, lo que no los obliga a conducir a alta velocidad por vialidades concurridas, fortaleciendo -dijo- la seguridad de los usuarios.
ZETA intentó contactar a la empresa de transporte masivo 24 de Febrero, pero al cierre de edición, no habían concedido entrevista.