Dice un aforismo que en política no hay sorpresas sino sorprendidos, por eso es mejor, en el análisis de prospectiva de resultados electorales, utilizar a las encuestas como diagnóstico de la situación en lugar de como pronóstico. Pronosticar es lo que hacen los periódicos y medios que las publican, convirtiendo a ese ejercicio estadístico en propaganda electoral, que es utilizada por los propios medios publicantes para fortalecer querencias editoriales o intereses confesarles, o, por los partidos políticos para manipular a la sociedad.
En cambio, las encuestas que se utilizan para diagnosticar son las que solo se conocen en los Búnkeres de los candidatos, pero a las que podemos tener una aproximación a partir de la lectura objetiva de las acciones de cada campaña, pues son reflejo del diagnóstico que las motiva. En este orden de ideas, no resultaba muy complicado percatarnos de que la competencia por la presidencia de los Estados Unidos de Norteamérica, estaba cerrada desde un principio; de que el candidato que más posibilidades tenía de crecer era el Sr. Trump y; que a Hilary le costaba conectar con un electorado molesto con el statu quo, por eso en la estrategia de los Clinton, en lugar de pedir el voto para ella lo pedían en contra del magnate, es decir, decidieron convertir la elección en un plebiscito, y todas las baterías se encaminaron a descalificar y demonizar, al tiempo que jugaban con el miedo al Armagedón político y social que, acusaban, representaba Trump.
Sabían los Clinton ( dueños y señores del partido demócrata) que vivimos tiempos antisistémicos, pero pensaron que podían vencerlos con estrategia y dinero, ya lo habían conseguido cuando enfrentaron la misma circunstancia en las primarias demócratas y no titubearon en cometer fraude a Berni Sanders, confiaron en que echando a andar al Sistema económico y político de los Estados Unidos en contra de Trump; manipulando las encuestas para generar pronósticos de invencibilidad demócrata y; derrochando dinero en un sofisticado programa de movilización de electores, sería suficiente para hacerse, por tercera ocasión, de la presidencia del imperio.
Dice otro aforismo que la política es de aproximación, y no una ciencia exacta. Los Clinton se aproximaron, su cálculo tenía lógica y la táctica que seguía a su estrategia fue milimétrica. Estaban en la jugada y con el balón en sus manos, hasta que el Director del FBI desentonó la orquesta y decidió en un arranque de moralidad, dar a conocer nuevos datos de los polémicos emails que, filtrados por hackers, atormentaban a Hillary. La suerte se echó ese día y la esposa del ex presidente perdió su oportunidad, lo demás fue trámite y esperanzarse en un acontecimiento que cambiara su suerte. Ya no había nada que agregar en contra del anaranjado.
Michael Moore, el cineasta profeta; el primero que hace mucho advirtió el resultado entrega a los demócratas una lista de propuestas cargadas de toda lógica:
1.- Tomar el control del partido demócrata y regresárselo a la gente.
2.- Despedir a todos los expertos, predicadores y encuestadores.
3.- Todos los demócratas miembros del Congreso que no se despierten esta mañana listos para pelear, resistir y obstruir justo como los republicanos lo hicieron durante 8 años todos los días contra Obama deben hacerse a un lado.4.- Todos deben dejar de decir que están “en shock”. Tienen que darse cuenta que vivían en una burbuja y no estaban poniendo atención a sus compatriotas y su desesperación.
5.- Tienes que decirle este enunciado a todas las personas que veas hoy: “¡Hillary Clinton ganó el voto popular!” La mayoría de los norteamericanos prefirieron a Hillary Clinton sobre Donald Trump.
P.D. Hillary perdió por menos del 1% Florida y Pensilvania. Esos estados le costaron la elección.
Jesús Alejandro Ruiz Uribe fue dirigente del PRD en Baja California, ex diputado local por el mismo partido y actualmente es Rector del Centro Universitario de Tijuana en Sonora. Correo: chuchoruizuribe@gmail.com