… antes que Cimarrón. Esa parece ser la lógica de la abogada por la Universidad Autónoma de Baja California y hoy diputada del Congreso del Estado de Baja California, Iraís Vázquez. De otra forma no se entiende cómo primero se opuso -con el resto de los panistas en la Cámara local- a que el gobernador Francisco Vega de Lamadrid fuese llamado a comparecer para dar cuentas ante el Legislativo, de la deuda de -entonces- 476 millones de pesos por parte de su administración y con la UABC, a pesar que en su labor de diputada, Vázquez está llamada a supervisar el buen ejercicio del gobierno y la correcta aplicación de los recursos. La deuda de la administración de Kiko Vega se debe a que desde abril de 2014 no le ha proveído a la Universidad los recursos que le corresponden. En segundo, ante la difícil circunstancia por la que atraviesa la Máxima Casa de Estudios, la flamante legisladora declara que las autoridades universitarias deberían hacer un plan de austeridad y ahorrar para salir en sus compromisos financieros. Tan fácil proponer eso en lugar de investigar, como diputada, adónde se desvió el dinero que debía entregarse a la UABC. La actitud de la joven panista podría explicarse -que no justificarse- con el hecho que fueron el gobernador y su secretario de Finanzas, Antonio Valladolid, quienes la llevaron a lograr la candidatura al Congreso, además, que después de egresada de la UABC, solo ejerció su profesión por más o menos un año, para de ahí integrarse a los gobiernos panistas, de donde ha vivido hasta la fecha. Lamentable la actitud de una Cimarrón cuyo pelaje azul y chambismo imperan en su papel de diputada.