“Los pueblos de otras religiones también admiran la compasión que caracteriza su papado, en particular su compromiso con los pobres de todo el mundo. Reconocemos y admiramos sus esfuerzos para hacer del mundo un lugar mejor. La Iglesia católica se ha distinguido en la historia de Sudáfrica desde los tiempos de los primeros misioneros”. Nelson Mandela a Juan Pablo II, 1995, Sudáfrica.
1918.- Nace Rolihlahla Dalibhunga Mandela (Nelson) el 18 de julio de 1918, en Mvezo, un poblado de 300 habitantes. En 1927, queda huérfano de padre. Motivado a estudiar por su mamá, aprendió a ser una persona religiosa, iba cada domingo a la iglesia cristiana metodista a participar en la asamblea. “Nada más importante en la lucha sudafricana que la religión, todas las religiones. Cuando nadie más quiso ayudarme, gente religiosa lo hizo. La religión me sustentó durante largos años de encarcelamiento y la religión sigue siendo una fuerza impresionante. Nada ha sido más importante en la coyuntura sudafricana que la religión”.
1940.- Es expulsado de la universidad metodista, Fort Hare College, en donde entró en contacto por primera vez con la política. Ahí conocería a los futuros líderes del Consejo Nacional Africano (CNA), como Oliver Tambo. Dirá de aquel ambiente universitario manipulado: “Empezaba a comprender que un hombre negro no tenía por qué tolerar las docenas de pequeñas indignidades a las que se ve sometido día tras día”.
En 1886 se descubrieron las magníficas y enormes minas de oro de Johannesburgo en una veta de 65 kilómetros de largo. Desde entonces la ciudad crecía constantemente y se le conocía como “La ciudad del oro”.
Ahí llegó en 1941, Mandela y Justice su amigo. Con recomendaciones de sus contactos, Mandela logró un puesto de oficinista en uno de los mayores bufetes de abogados blancos de la ciudad. De propietarios judíos, de mejor trato y menos racistas, con ellos ejerce como pasante. Ahí conoce a Gaur Rabede, destacado miembro del CNA y del Partido Comunista (PC).1943.- Es testigo del exitoso boicot al transporte público… “Me sentí impresionado por la eficacia del boicot; al cabo de nueve días, durante los cuales los autobuses circularon sin pasajeros, la compañía volvió a cobrar la tarifa de cuatro peniques”. “Ser negro en Sudáfrica supone estar politizado desde el momento de nacer, lo sepa uno o no”.
Continuará…
Germán Orozco Mora reside en Mexicali. Correo: saeta87@gmail.com