El triunfo del anaranjado ha sacudido al mundo, representa una amenaza global pues ha prometido abandonar la OTAN si Europa no paga lo suficiente a Estados Unidos; cancelar toda relación comercial con China; unirse a Rusia y su admirado Putin para vencer al estado islámico y; expulsar a la mayor parte de migrantes mexicanos a quienes identificó como delincuentes y violadores, al tiempo de construir un muro a imagen y semejanza de los fuertes de madera que los primeros migrantes ilegales sajones en estas tierras construyeron, y cancelar el tratado de libre comercio con México.
El escándalo internacional no es menor pues una retórica híper nacionalista y amenazante como ésta, no se había empoderado en ninguna potencia occidental desde el arribo de Hitler al poder.
Si tomamos a la historia como fuente de aprendizaje tendríamos que empezar por tomarnos en serio sus promesas, y pensar, cada país o región amenazada, las previsiones correspondientes. México parece ya hacerlo, pues las autoridades empiezan a hablar de medidas emergentes para sortear una eventual repatriación masiva, y tímidamente, a hablar en coro junto con su “oposición” cómplice de fortalecer nuestro mercado interno para enfrentar una eventual salida del TLC, lo que representa una histórica derrota cultural para una élite que planteó hace 30 años que abandonar los esfuerzos por industrializarnos y convertirnos maquiladores de extranjeros y en mercado inerte de los productos norteamericanos, era la única vía para el desarrollo. El caso es que el mundo se ha escandalizado por el hecho de que un candidato de discurso Xenófobo haya triunfado en la mismísima Roma de nuestros días, surgiendo la pregunta más importante de esta historia: ¿por qué fue esto posible?
Hay una crisis del neoliberalismo por el crecimiento de la desigualdad y la concentración de la riqueza, no es un asunto particular de los Estados Unidos, lo mismo ocurrió en Inglaterra, y todo indica, ocurrirá en Francia. La izquierda en el mundo occidental abandonó sus postulados económicos a cambio de concesiones a su agenda liberal (matrimonio igualitario, Mota para todos) y dejaron la puerta abierta a los nacionalismos, xenófobos por definición, aunque también, a la oportunidad del cambio y reforma del capitalismo.
Los demócratas de EU, y la izquierda del mundo libre, deben recuperar su narrativa justiciera como lo proponía Berni Sanders. El mundo va mal cuando a la candidata progresista la apoyó Wall Street, y un plutócrata puede encabezar con éxito las aspiraciones económicas, políticas y sociales de la clase trabajadora.
Trump no ganó por el voto de los blancos racistas, el triunfo se lo dieron los negros y latinos que votaron por él en un número superior al que lo venían haciendo en las últimas elecciones a favor del partido republicano y sus candidatos. Fue su discurso económico a favor de la clase trabajadora lo que lo tiene mudando sus tiliches a la Casa Blanca. Como diría Clinton el grande: its the economy stupid, o más bien, was the economy stupid.
La retórica que hizo triunfar a Trump, se basa en un problema real, pero propone como solución la vuelta a un pasado muy lejano, y su éxito, pinta de cuerpo entero a los Estados Unidos, potencia mundial que domina con dinero y armas, pero que se niega a asumir la responsabilidad de ser el líder civilizatorio del mundo, y prefiere regresar a encerrarse al fuerte de palos del que provienen. De alguna forma se siguen asumiendo como invasores en un continente ajeno.
Jesús Alejandro Ruiz Uribe fue dirigente del PRD en Baja California, ex diputado local por el mismo partido y actualmente es Rector del Centro Universitario de Tijuana en Sonora. Correo: chuchoruizuribe@gmail.com