Donald Trump y Barack Obama se encuentran en una peluquería.
Los peluqueros deciden guardar silencio, para evitar que la charla termine en política. El ambiente es tenso, los estilistas terminan casi al tiempo y cuando están sacudiendo a Trump, el peluquero toma la loción refrescante para aplicarla… pero el próximo Presidente de Estados Unidos lo detiene:
— ¿Está loco? ¡Llego con ese olor a mi casa, y mi mujer va a pensar que estaba en un prostíbulo!
En ese mismo momento están terminando también con Obama, y el peluquero le pregunta:
— Mr. President, ¿a usted tampoco le aplico loción refrescante?
Obama sonríe y dice:
“A mí sí, aplíqueme loción sin problema… Michelle no sabe a qué huele un prostíbulo”.
***
Para cuando Trump asuma la Presidencia de los Estados Unidos:
“Con mi Dios yo saltaré los muros”. Salmo 18:29
Autor: Otro mexicano que también quiere rezar.
El VIP
Había una persona en el trabajo que para dárselas de importante, simulaba grandes conversaciones telefónicas en su oficina cada vez que llegaba una visita. Un día cualquiera, entró una persona desconocida, se apresuró a tomar el teléfono y, como de costumbre, empezó a simular una gran conversación:
“Buenas tardes, señor senador… ¿Cómo dice? ¿Quiere que nos veamos hoy para cenar? Es imposible, señor senador, lo siento, pero hoy tengo una cita para ir a cenar con el señor presidente… ¿Que lo suyo es más importante? Bueno, haré lo que pueda, lo llamaré más tarde, pero no puedo prometerle nada”.
Al simular el fin de la conversación telefónica, pregunta al desconocido:
— ¿Qué desea, joven?
“Soy de la empresa de teléfonos, me han llamado para arreglar su teléfono, que está estropeado”.
¡RIIING! ¡RIIING!
“¿Es el 901-231-231?”.
— No, es el 123-123-109.
“Perdone, es que soy zurdo”.
Autor: Anónimo de Telnor.
Curandero
Un curandero encuentra a un viejo amigo y le pregunta acerca de la salud de su familia:
— Mi hermano está muy enfermo
“¡Tu hermano no está enfermo!”, lo contradice el curandero. “Él cree estar enfermo, recuérdalo, ¡lo cree solamente!”.
Un mes más tarde, los dos amigos se encuentran de nuevo y el curandero pregunta sobre el hermano del amigo:
“Está mucho peor… ¡Ahora cree estar muerto!”.
Autor: Anónimo de hospital público.
Atarantados
— Compré un carro de los que se conducen solos.
“¿Y dónde está?”.
— ¡Yo qué sé!
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— ¿A qué te dedicas?
“Soy rockero”.
— Cantas o tocas en una banda…
“No. Junto rocas y las vendo”.
***
— ¡Oye! ¿Por qué golpeas a ese maniquí?
“¡¡¡Arrrrrrrgh!!! ¡Es que no soporto a la gente falsa!
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— Mi esposa se enoja porque no sé decir Ignacio.
“Pero lo dices bien”.
— Lo sé. En fin, me voy a hacer ejercicio.
“¿A dónde?
— Pues al Ignacio…
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— Amor, ¿qué te dijo el médico?
“Que mis riñones hacen sumas y restas”.
— ¿No serán cálculos?
“Algo así…”.
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— Amigo, tengo que confesarte algo.
“A ver…”.
— Ayer en la oscuridad, besé a tu hermana, la del cabello largo.
“Yo solo tengo un hermano. Y es metalero”.
Autor: Enviado desde una oficina federal.
Cambio de nombre
Un indio llega al registro civil:
— Yo querer cambiarme de nombre porque ser demasiado largo.
“¿Ah, sí? ¿Cómo se llama?”.
— Gran nube gris que lleva mensajes por el mundo.
“Y, ¿cómo quiere llamarse ahora?”.
— E-mail.
Autor: Un geek.
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Una mujer entra a una pequeña farmacia de pueblo:
— Quiero comprar arsénico.
“No puedo venderle eso, ¿para qué lo quiere?”, pregunta el farmaceuta.
— Para asesinar a mi marido.
“¡Menos! ¿Y por qué lo quiere matar?”.
— Porque lo vi haciendo cositas con su mujer.
“Ah no, pues ahí sí cambia la cosa…”.
Autor: El marido de esa clienta vengativa.
Pulcro ladrón
El martes 15 de noviembre, las cámaras de seguridad de un mercado llamado Giant Food Store en South Hanover Township, Pensilvania, detectaron a un hombre que llenó su carrito de compras con más de una docena de frascos de detergente y salió del comercio sin pagar.
Las autoridades aseguran que el individuo se retiró a bordo de una camioneta gris y creen que el 3 de noviembre, el mismo ratero ¡EN ZERIO! ya había robado el mismo producto de este local. ¿Acaso se sentirá tan sucio?