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miércoles, octubre 2, 2024
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¿París bien vale una misa?

París bien vale una misa (Paris vaut bien une messe) es una frase atribuida a Enrique de Borbón, hugonote protestante que después de una prolongada guerra civil por la disputa del reino francés, y ante la imposibilidad de someter a París, decidió pragmáticamente, en pleno apogeo del maquiavelismo, convertirse al catolicismo para conseguir su coronación, la unidad de Francia y el reconocimiento papal.

Con el nombre de Enrique IV de Francia, se convirtió en rey, y para muchos, el mejor monarca del país de la flor de lis, tanto que es apodado el rey bueno; lo cierto es que fue el primer gobernante populista de Francia, pues en su prolongada campaña por coronarse, acuñó otra frase que personificaba su talante humanista: “un pollo en cada olla para todos los campesinos, todos los domingos”. La frase que suele contraponerse por la coincidencia de época y lo opuesto de su lógica, es la que se le atribuye al rey español Felipe II: “prefiero perder mis estados a gobernar sobre ‘herejes’”.

Pues bien, López Obrador, con la lógica de Felipe II, en el 2006 prefirió perder sus estados; en el 2012 compitió empujado por la juventud irreverente del “Yo soy 132”, quienes por descarte lo prefirieron, aunque quedó lejos de su objetivo; sin embargo, para el 18, cual Enrique IV, parece estar decidido a abjurar, a cambio de ganar la presidencia de la Republica.

Me explico: en el 2006 rechazaba cualquier reunión que le proponían con gobernadores priistas, bateo quijotescamente a personajes como Osorio Chong, entonces gobernador de Hidalgo, o a la entonces todopoderosa Elba Esther Gordillo; trataba con desprecio al empresariado organizado, generando animadversión en ese importante e influyente sector de la sociedad mexicana, y evitaba cualquier contacto con la prensa de provincia. Era la personificación de la última Coca-Cola del desierto, de la pureza hecha humano.

El resultado de su ingenuo orgullo y su deficiente lectura de la historia, fue que perdió la elección ante un anticlimático Calderón, quien, ante la debacle priista aceptó los apoyos que AMLO rechazó. Hoy, se acabaron los remilgos. Bartlett es su consejero; Duarte, el veracruzano, su protegido, y Manlio, a quien calificaba como un mafioso incorregible, el objeto de su seducción. Ha declarado, para escándalo de muchos, que todos los priistas corruptos, excepto Salinas, serán bien recibidos en su Morena si se arrepienten, y que lo suyo, lo suyo no es la cacería de brujas, sino, más bien, la amnistía y la reconciliación. Quiere ganar como sea y con quien sea. Veremos si la tercera efectivamente es la vencida.

Lo cierto es que el PRI no resistiría otro rompimiento como el de 1988, año en que dejó de ser el partido hegemónico debido a la ruptura de la corriente democrática, pues Manlio, es de los pocos personajes priistas con estructura nacional de poder. Si se da ese rompimiento al interior del PRI, ese partido está liquidado, y “El Peje” metería un pie en Palacio Nacional, aunque, como el francés Enrique VI, habiendo abjurado a su pureza y quijotismo ganaría el poder, para que a la postre, creo yo, lo recordáramos como un gobernante bueno, “Peje I, el bueno”. ¿París bien vale una misa? Creo que con AMLO, sí.

Saludos desde la ciudad luz.

 

Jesús Alejandro Ruiz Uribe fue dirigente del PRD en Baja California, ex diputado local por el mismo partido y actualmente es Rector del Centro Universitario de Tijuana en Sonora. Correo: chuchoruizuribe@gmail.com

Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
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