Consultoría Matrimonial y Familiar
Es tiempo de recordar a nuestros muertos, aquellos que se adelantaron, principalmente cuando se trató de hijos y de algunas amistades queridas con los que se había convivido, mas no tanto de nuestros padres porque aceptamos que lo razonable es que se vayan primero ellos y después nosotros.
Nadie está preparado para la muerte, mucho menos la de los hijos y los seres queridos, se le teme a la muerte aun cuando nos burlemos tanto de ella y se le festeje, independientemente de ello, la muerte conlleva visos dramáticos en algunas ocasiones aparte de lo que ocasiona a sus deudos, y en ciertos casos particulares, como en tratándose de los padres divorciados (que es un tema prioritario de esta columna) donde por diversas circunstancias se dan ciertos conflictos como ciertos dramas.
Una de esas situaciones es cuando estando lo padres divorciados y vueltos a casar cada quien por su lado y teniendo hijos con los nuevos matrimonios a la hora del fallecimiento de uno de ellos, la pareja con quien vivía hace los arreglos del funeral y en algunos casos impide que los hijos de la primer pareja participen en él, craso error pero así sucede, y no se diga si la primera pareja desea ir al velorio, porque finalmente cuando se casó obviamente que se amaban y muchas veces el divorcio no es porque no se quieran sino por otras razones y la muerte le causa un gran dolor y desea participar en las exequias.
Pero existen otros fallecimientos que cuando el de cujus (el muerto/a) ha estado viviendo solo, ya sea porque no se volvió a casar de estar divorciado o porque su pareja murió y decidió vivir solo en lugar de hacerlo con alguno de sus hijos, sea porque no quiso molestarlo o simplemente porque los hijos no le dieron oportunidad de hacerlo, y de estos casos lamentablemente existen muchos, diría yo demasiados, viviendo solos en su soledad (creo que más mujeres que hombres).
Casos dramáticos que viviendo solos les llega la muerte y nadie se da cuenta del momento y los últimos en enterarse son los hijos, que en muchos casos por tenerlos abandonados, quizás no en lo económico pero sí, sin convivir o visitarlos seguido ni reportándose con ellos. Seguro estoy que muchos padres/madres viven solos y así morirán. Viven quizás con ciertas comodidades, pero en el peor de los casos literalmente abandonados, unos deambulando, otros pidiendo limosnas y otros con mejor suerte en un asilo, y los que han tenido una suerte así, solos y abandonados son los que este día de muertos van a tener las visitas de sus hijos o algún hijo para manifestarles su amor, su arrepentimiento y sufriendo su ausencia cuando en vida no los atendían como era su deber.
Un padre así y en condiciones precarias tiene el derecho y los hijos la obligación de atenderlos por ley, esto quiere decir que si un padre vive solo y abandonado tiene el derecho de demandar a los hijos que lo ayuden para su sustento, pero lamentablemente el amor de padre ha evitado que llegue a tales extremos por un lado y por otro el de no tener la capacidad económica para entablar un juicio en contra de los hijos hasta que finalmente fallezca solo y abandonado cual piltrafa humana, ah, pero eso sí, este 2 de noviembre les aseguro que ahí van a estar en el panteón.
Este apunte no pretende ser consejo sino una reflexión, están a tiempo de poder atender a sus padres que están solos y abandonados, sé también que tenerlos en casa para muchos ocasionan algunos problemas, ejemplo si la nuera o el yerno no quieren tenerlos ocasiona conflictos entre ellos por lo cual prefieren que las cosas sigan así, están en ustedes que las cosas cambien, ellos dieron su vida, volcaron su economía por darles educación, una vida para que fueran hombres o mujeres de bien o por lo menos una manera digna de vivir, solo piensen que ustedes también habrán de morir, llegarán posiblemente a estar abandonados, nadie merece una vida así, menos los padres.
Gracias como siempre por sus comentarios y consultas al e-mail: bautista46@hotmail.com
El Licenciado Roberto Bautista, reside en Tijuana, B.C.