La visita del presidente nacional del PRI a Tijuana duró menos de 7 horas, en ella, defendió primeramente a la investidura presidencial. Aceptó desconocer los grupos de Baja California, sus conflictos y sus intereses. A pesar de estar parado sobre las ruinas de su partido en el Estado su presencia no tuvo el objetivo de curar heridas ni remendar rupturas. El PRI no deja de ser una oficina más del gabinete de la Presidencia de la República
En su exprés visita a Tijuana de no más de 7 horas, el dirigente nacional del Partido Revolucionario Institucional, Enrique Ochoa Reza, se vio más como defensor de oficio del Presidente Enrique Peña que como líder de una institución en crisis.
De hecho, en el evento masivo en el Club Campestre, el ex director de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), quien abandonó voluntariamente la dependencia y aun así autoliquidó por más de un millón 200 mil pesos achacó a los presentes “la responsabilidad de solidaridad con nuestro Presidente de la República Enrique Peña Nieto.”
Por cierto, evento lleno de acarreados y candidatos fracasados, antes de partir rumbo a otro Estado.
Antes, una “comida” (que en realidad fue un café con galletas en el Saverios) con ex presidentes del PRI y figuras reconocidas del partido donde le solicitaron la renuncia del dirigente estatal, Chris López sin dar una respuesta clara. Éste fue su segundo evento agendado en Tijuana.
Su primera aparición fue ante directores de medios de comunicación en un salón del Hotel Lucerna, donde se pretendía quedara como una reunión a puerta cerrada y con plena confidencialidad.
Pero públicamente el ex funcionario del Gobierno Federal no reparó en decir que los delegados federales (también estructura del gobierno y no del partido) “que no le cumplan al Presidente” se tienen que ir de Baja California.
Por supuesto, nada se habló de los conflictos de interés y los llamativos actos de corrupción de este sexenio, al contrario en mesas a puerta cerrada se enarboló indicadores de un México económicamente fuerte y de lanza internacional.
Ochoa anunció cambios en las estructuras del PRI local (sin definir si López dejará la dirigencia del Estado), no dijo cuáles ni quiénes serían los sacrificados por el pésimo resultado del tricolor en la última elección, que solo en Tijuana lo llevó al tercer lugar de las preferencias.
Además aseguró que nombrará a un nuevo delegado (porque no hay) de la dirigencia nacional en la entidad. Es decir que Leobardo Alcalá Padilla, quien fungió como tal, fue desconocido públicamente.
Desde temprana hora, los acarreados fueron llevados en decenas de camiones al Club Campestre, sede del evento; y hasta ahí llegó el ex reo de El Hongo, Jorge Hank Rhon, pero a diferencia del líder anterior, Manlio Fabio Beltrones Rivera, Ochoa Reza no agradeció su presencia, ni siquiera lo mencionó cuando le tocó usar el micrófono.
Cuando se bajó de un vehículo a la entrada del recinto, acompañado de su símil en el Estado, Chris López, un grupo de líderes de organizaciones priístas gritaron: “¡No queremos a Chris!”, en repetidas ocasiones; pero al más puro estilo de Andrés Manuel López Obrador, Ochoa Reza ignoró los reclamos de la militancia sobre la gestión política del ex diputado federal al frente del PRI.
Apretados en el salón, los cerca de 2 mil acarreados al protagonista del evento que llegó repartiendo besos y fotografías al son de tambora. El festival político se detuvo cuando a Chris López le tocó inaugurar el acto protocolario y le gritaron “¡Fuera!”.
El alcalde Jorge Astiazarán, rodeado de escoltas y subordinados, siempre al servicio de su partido que le da su investidura, siguió a Enrique Ochoa entre los empujones, pisotones y sonrisas por todo el lugar. A mitad del evento, el dirigente levantó la mano a Astiazarán y a los alcaldes priístas de Ensenada y Tecate, Gilberto Hirata y César Moreno. Mientras, El Cachanilla sonaba.
ZOOM POLÍTICO cuestionó a Ochoa Reza sobre el ex gobernador priista de Veracruz Javier Duarte de Ochoa, que está siendo buscado por la Procuraduría General de la República por millonarios desfalcos al presupuesto de su Estado, pero éste deslindó al PRI de toda responsabilidad a pesar de que ésas fueron las siglas y el emblema que lo llevaron al poder. Cabe destacar que Ochoa Reza fue acusado de recibir, junto a sus colaboradores, liquidaciones ilegales por más de 16 millones de pesos.
Luego tratando de deslindar a su partido de la corrupción rampante que sufre el país, mencionó a Guillermo Padrés, ex mandatario estatal por Acción Nacional en Sonora, a quien también se le comprobó el desvío de recursos. Arrancando la guerra de declaraciones políticas se fue contra el gobernador independiente de Nuevo León, Jaime Rodríguez “El Bronco”, que ya destapó su interés de contender por la Presidencia de la República en 2018: “Nuevo León no merece el destino que tiene actualmente con un gobernador sin partido, se reclama más jale y menos Facebook”, dijo.