¡Qué lamentables son los olvidos! Sobre todo, olvidar felicitar a nuestro Glorioso Ejército Nacional, con su gallardía y valor que nadie puede igualar.
Yo pregunto, ¿que si yo he necesitado de él? ¡Claro que sí! Con respuesta inmediata y oportuna, por prestación tan valiosa mis oraciones al cielo deseo elevar.
Nuestra no menos Policía federal, municipal y estatal, algunas veces injustamente criticadas por dos o cinco malos elementos, que hasta en nuestros hogares se dan, hermanos contra padres y viceversa.
Y pregunto yo: los taxistas, ¿cuántos de ellos honrados a carta cabal? Para ejemplo les diré: hace tres días de la línea a casa solicité servicio de un taxista, me dejó en casa y se fue. Una hora más tarde tocaron a la puerta, me sorprendió pues no esperaba a nadie. Abrí la puerta: era el taxista que me dio el servicio, para entregarme mi celular que sin darme cuenta lo dejé en su taxi. Lo más increíble: no aceptó propina.
El mundo está lleno de gente buena. Oremos todos por ellos.
Anónimo.