La humildad en tu amor es divina
y la vida jamás te olvidó,
te sentiste fugaz y distante
de tu sombra, que nunca acabó.
Eras triste, te sentías culpable
por cosas que el mundo en ti practicó,
pero así es la vida y no hay que evitarla,
hay que disfrutar de su pena y dolor.
Cuántas gentes hay que esperando el día
mueren en la noche venciendo el dolor
y otros que de nada hacen la alegría
y viven su vida olvidando el rencor.
¡Vive en esta vida!, ¡no existas inerte!,
termina el destino, que Dios te formó,
¡camina de frente!, ¡no bajes tu vista!
y tendrás por meta: ternura y amor.
José Miguel Ángel Hernández Villanueva
Tijuana, B.C.