Primero se enojó.
Después lo negó.
Más tarde medio lo aceptó, para después atacar. Culpar a terceros de la irregularidad propia.
Días más tarde amenazó. Luego reculó.
Hoy dice que llegarán a un acuerdo.
Todas esas actitudes las ha tenido el Gobierno de Francisco Vega de Lamadrid, en dos semanas desde que en ZETA, en un reportaje de mi compañera Inés García Ramos, se reveló que la administración estatal adeuda a la Universidad Autónoma de Baja California (UABC), 476 millones de pesos. Que desde abril de 2014 no ha pagado cabalmente las ministraciones mensuales que tiene como compromiso con la Máxima Casa de Estudios. Vaya, que ni siquiera los “regalos” para becas, condonación del pago por servicio de agua y obras, anunciadas por el Secretario de Educación, Mario Herrera, en el 59 Aniversario de la UABC, han sido cubiertos. Presumieron compromisos que no han cumplido.
El enojo llegó al equipo del Gobernador, porque el adeudo se había mantenido en secreto, ni siquiera el Rector, Juan Manuel Ocegueda, había exigido públicamente lo que sí había solicitado en reuniones directas: que le pagaran lo que le debían antes que la Universidad resintiera el adeudo en su administración financiera.
Entonces lo negó. Le echó la culpa al gobierno anterior. Dijo que recibió de la administración de José Guadalupe Osuna Millán una deuda por arriba de los 130 millones de pesos con la Universidad Autónoma de Baja California. Una llamada al ex Gobernador y otra al ex Secretario de Planeación y Finanzas bastaron para confirmar que no, que no heredaron adeudo alguno, que ese gobierno cumplió con los pagos en moneda y los compromisos en obra y otros servicios.
Ante ello “Kiko” Vega aceptó la deuda aunque la disminuyó. No eran 476 millones. Pero si se revisan los documentos en propiedad del Tesorero de la Universidad, se observará claramente que sí, que se deben 476 millones y no reciben pago completo desde abril de 2014, cuando el gobierno de Osuna ya había terminado y el de Vega llevaba escasos cinco meses.
Ante lo inevitable, una deuda, cientos de millones desviados a otros conceptos que no son la educación superior, el Gobernador y su equipo de comunicación culparon a terceros. A periodistas, a patronos de la UABC. Y de la Coordinación de Comunicación del Gobierno del Estado, comenzó a salir el dinero para callar voces. Vendieron y les compraron en medios, campañas por cientos de miles de pesos, entregadas con la condición que del tema de la UABC no se mencionara nada. Así recibimos la información en ZETA, y así lo atestiguamos con medios. Lo publicamos.
La estrategia del Gobierno de “Kiko” Vega fue responder y amenazar. Lo hicieron en una columna del periódico El Mexicano que se escribe en Mexicali y que es la favorita de los kikistas para aparecer fotografiados. Ahí dijeron que el Gobernador no era ningún timorato e incluso lo compararon con Braulio Maldonado “al que le inventaron fama de matón”, decía el texto, para amedrentar: que “Kiko” “jamás… se doblega ante las amenazas con mensaje” de los adversarios, al grado de que a unos magnates de la prensa del Estado de Sonora los doblegó y los hizo ponerse en posición “de rodillas”.
Se refirieron de esa manera burda, ruin y ausente de toda seriedad de un Gobierno que se precie de ser institucional y reconocer lo que los documentos dicen, al conflicto que tuvo el Gobernador cuando azuzó a los cinco alcaldes de Baja California para firmar un desplegado contra directivos del periódico Frontera (el grupo es de Sonora) y acusarlos de extorsionarlos. Quitarles la publicidad, para después llegar a un evidente arreglo con ellos.
Las amenazas del equipo de comunicación de Vega hacia los periodistas que toquen el tema de la Universidad, los políticos de la oposición que lo ventilen en el ámbito local y nacional y los patronos de la Universidad que lo exigen, no fue tan velada ni tan privada al publicarla en el diario El Mexicano.
Lo increíble es que el Gobernador y su equipo deban hacer tantas estrategias, enojarse, negarlo, culpar a otros, atacar, amenazar, pagar campañas, censurar medios, cuando lo más fácil y conveniente para todos es que le pague a la Universidad Autónoma de Baja California lo que le debe. Los 476 millones de pesos. Eso y ya, no deberle cada mes hasta acumular una cantidad impagable que afecte las arcas de las dos instituciones. ¿No sería eso más fácil? Seguramente, pero quizá el problema como lo dijo en su momento la diputada Nancy Sánchez, es que no tienen dinero porque lo han gastado en otros rubros y quién sabe dónde.
Amenazar antes de pagar no es característico de un gobierno transparente, mucho menos de un político de altura. Pero así se está comportando el equipo de Francisco Vega de Lamadrid. Emprendiendo campañas para olvidar la realidad: hay una deuda y no se ha cubierto.
En fotografías difundidas desde las oficinas de Comunicación y para ciertos medios, los colaboradores de Vega posan con el rector de la Universidad Autónoma de Baja California en lo que el mandatario panista ha denominado “mesas de diálogo”.
Primero Francisco Rueda, secretario general y luego Antonio Valladolid, secretario de Planeación y Finanzas (este último publicado en una enorme foto en la misma columna donde amenazaron a los periodistas en El Mexicano). Pero más allá de las fotos, la realidad, insisten en la Universidad, es que el Gobierno del Estado no ha depositado un solo peso. La deuda mes con mes sigue creciendo.
El Gobierno de Baja California no reconoce sus pifias. Intenta ocultarlas, se enoja, amenaza y luego intenta conciliar. Todo al revés.