El escritor presenta en la FIL del Zócalo el libro “El Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad” (Era, 2016) en coautoría con Eduardo Vázquez Martín, y en la FIL de Guadalajara dará a conocer la novela autobiográfica “El deshabitado” (Grijalbo/Proceso, 2016). “México se ha convertido en un campo de concentración al aire libre”, dijo a ZETA
Aunque luego del asesinato de su hijo Juan Francisco y sus amigos el 28 de marzo de 2011, Javier Sicilia advirtió el 2 de abril de ese año que no volvería a escribir poesía, continúa produciendo ensayo y novela.
Después de su anuncio “Ya no hay más que decir / el mundo ya no es digno de la palabra…” Javier Sicilia entregó el libro de ensayo “Estamos hasta la madre” (Planeta/Proceso, 2011); después “El fondo de la noche” (Literatura Mondadori, 2012), novela de la que dejó una penúltima versión antes de su viaje a Filipinas en marzo de 2011 y revisó tras su regreso; y “Vestigios” (Era, 2013), cuyos poemas también ya los había reunido previo a su advertencia.
Autor fundamental de las letras hispanoamericanas, Javier Sicilia entregó dos títulos este año: “El Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad” (Era, 2016) en coedición con Eduardo Vázquez Martín, a presentarse el domingo 16 de octubre durante la Feria Internacional del Libro Zócalo.
También publicó la novela autobiográfica “El deshabitado” (Grijalbo/Proceso, 2016), que se presentará durante la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL), a desarrollarse del 26 de noviembre al 4 de diciembre.
El balance del Movimiento
El título “El Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad” es un balance de la movilización encabezada por Javier Sicilia donde se reúne una diversidad de autores y textos, algunos ya publicados y otros inéditos, como los de Eduardo Vázquez Martín, Enrique Krauze, Francisco Segovia, Jesús Silva-Herzog Márquez, Subcomandante Insurgente Marcos, Julián LeBarón, Víctor M. Quintana S., Raúl Romero, Juan Villoro, por citar solo algunos.
“Fue una idea de Eduardo Vázquez y fue una propuesta y después terminó por acusar al gobierno de Graco Ramírez. Habían pasado ya varios años y no habíamos hecho un balance y entonces se pidió a mucha gente que participó en el Movimiento, pues, su balance, sobre todo gente que estuvo muy cercana o gente que nos siguió como en el caso de Villoro, estuvo muy pendiente de él, como el caso de Krauze, y algunos textos pues fueron parte de lo que ya habían escrito y otros textos generalmente, la mayor parte de ellos, pues fue gente que estuvo muy implicada en el Movimiento, algunas víctimas, es una forma de balance, cómo vieron y después del tiempo, el Movimiento, las aportaciones del Movimiento e incluso una autocrítica al Movimiento”, refirió a ZETA Javier Sicilia.
En la obra, los editores y compiladores homenajean también a las víctimas del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, cuyos líderes sociales, muchos, ha sido asesinados:
“Es un Movimiento que puso y que venía del fondo de un rescate de la memoria porque el crimen organizado se había y aún se sigue empeñando en enterrar o desaparecer, en olvidar, pues las víctimas de la violencia y el Movimiento fue un decir: aquí están; fue y sigue siendo una exigencia de que tenemos que contar sus historias, sus nombres, sus sucesos, como un principio de verdad que puede venirnos a la justicia, el único camino de la justicia es la verdad, es la memoria, y pues evidentemente, muchos de ellos del Movimiento pues cayeron, fueron asesinados en todo el proceso de visibilización y de lucha por encontrar a desaparecidos, asesinados y había que recordarlos. Fueron parte de este proceso en que ha estado empeñado el Movimiento, la memoria como forma de la verdad que nos lleva a la justicia”.
El “Estado paralelo”
Javier Sicilia también es un pensador que ha escrito diversas reflexiones sobre el Estado, y precisamente en el libro “El Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad” el autor entrega un ensayo a manera de prólogo donde advierte la presencia de dos estados en México:
— Mencionas en el libro que “… los ejércitos de sicarios se convirtieron en múltiples células criminales que operan como un Estado dentro del Estado”. ¿Podrías abundar en la peligrosidad de un Estado paralelo al Estado gubernamental? Es decir, el gobierno no tiene el monopolio de la violencia…
“Yo creo que es una disputa por ese monopolio de la violencia donde, por desgracia, las víctimas somos los ciudadanos. Ya el hecho mismo de que el Estado se funde en el monopolio de la fuerza pues ya es un Estado que genera excepciones, y ahí los crímenes que perpetúa el Estado tratando de recuperar el monopolio que le han arrebatado los criminales, están las desapariciones forzadas, las ejecuciones extrajudiciales, que entran en esta lucha del poder el Estado y estas otras células criminales que se han convertido también en un Estado paralelo y que, incluso, usan al Estado legal, al Estado legítimo, como parte de sus propios códigos de excepciones y códigos de violencia, entonces, ésa es la peligrosidad.
“Quien se encargó precisamente de hacer esto y lo siguen haciendo con ese discurso de ‘se están matando entre ellos’, pues es el Estado, el Estado fue creando también desde el propio Estado y del enquistamiento de células criminales dentro del Estado esta lógica en un Estado paralelo.
“Cuando el discurso presidencial, cuando el discurso de la clase política es ‘se están matando en entre ellos’ está aplicando una condición no del monopolio de la violencia, pero sí del monopolio de la justicia que debe ser parte del Estado; ellos mismos, al decir esto, y al no interesarse en perseguir el crimen, pues están construyendo el Estado paralelo que, además, ya penetró al Estado legal, al Estado legítimo”.
— También adviertes en el libro: “El Estado moderno, el que nació de las ideas ilustradas y ha pasado por sus diversas fases -la liberal, la fascista, la comunista, la militar y la socialista- está, probablemente, en su última fase, la más brutal, la del nihilismo basado en los intereses depredadores de los grandes capitales.” ¿En qué etapa se encuentra el Estado mexicano o hacia dónde va?
“Hacia una nueva forma de totalitarismo, que es ya no un totalitarismo ideológico como el Estado que nació de las ideas liberales, sino que basado en el monopolio de la fuerza su función es simplemente administrar, controlar y hacer fluir el dinero; y en esta lógica todos nos hemos convertido en insumos, y por eso empezaba hablando citando en ese ‘Prólogo’ (de “El Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad”) a Giorgio Agamben (‘Homo Sacer. El poder soberano y la vida nuda’, Pre-Textos, Valencia, 1998) cuando habla del ‘hombre sagrado’, este hombre que reconoce el Estado y que de repente lo abandona y se vuelve un ser excepción al cual se le puede asesinar, se le puede descuartizar, y el Estado no lo va a proteger ni va a hacer nada porque su asesinato, su desaparición, quede impune.
“Siempre, todo Estado totalitario se basa en la excepción, y no digo con esto que la vida del hombre sagrado es un Estado totalitario, pero sí es una forma del Estado que se basa como todo Estado, en la excepción; en esta forma nueva, en esta forma ya ni siquiera ilustrada, pero que queda por los remanentes de la excepción en la violencia del Estado, todos nos hemos vuelto hombres sagrados, es decir, somos materialidad para la reproducción del dinero, nada más, instrumentalidad pura.
“Por eso nos pueden matar, nos pueden desaparecer y el Estado no va a hacer nada, o si se le presiona va a hacer lo mínimo indispensable para dar justicia, pero generalmente no la da, porque la función del Estado se volvió una administración de los capitales, sean legales o ilegales; en eso, los territorios y las personas nos volvemos pura instrumentalidad o excepción”.
— ¿El gobierno de Enrique Peña Nieto es entonces un Estado totalitario?
“Es una forma de Estado totalitario, simplemente disfrazado de democracia, porque el Estado totalitario pues es la excepción, Auschwitz, son los campos de exterminio, son las cárceles de seguridad, son las cárceles aquí en esta nueva forma de campo de exterminio al aire libre, una prisión al aire libre, una prisión donde los seres tenemos derechos, pero de facto carecemos como en un campo de concentración de esos derechos; y la prueba es la cantidad de asesinados, la inmensa cantidad de desaparecidos y de extorsionados, que están ahí al servicio de los capitales ilegales o de los capitales legales, porque pues ya se volvieron parte de lo mismo; el Estado y el Estado paralelo se volvieron administradores del dinero y nosotros sus rehenes o un campo de concentración. Yo diría: México se ha convertido en un campo de concentración al aire libre, ésa es la fase en la que estamos, para mí”.
— Señalaste que Calderón estuvo “empeñado en pasar a la historia como un criminal”. ¿Cómo pasará a la historia Enrique Peña Nieto?
“Pues como su continuador. De Calderón para acá podemos hablar de gobiernos criminales, como si esta mutación del Estado generara presidentes al servicio del crimen, cada vez los vemos más, aquí están de esta manera con Calderón, con Enrique Peña Nieto, pero podemos ver ya apuntalando a Trump en Estados Unidos, o podemos ver a Duterte en Filipinas, están en una lógica depredatoria en función de perseguir el crimen organizado, pues ha cobrado una cantidad de víctimas, todavía no terminan el primer año de gobierno de Duterte en Filipinas y ya está en esta misma tesitura que nuestros presidentes; simplemente que éste es más frontal, como Trump.
“Estamos pasando una fase muy extraña del Estado y del totalitarismo. Cuando se dice ‘es un Estado fallido’, ¡no!; si lo vemos desde el punto de vista teórico, de la teoría del Estado, sí; si lo vemos desde el punto de vista desde la eficiencia del Estado que se basa en la creación de franjas de excepción y de seres de excepción en la violencia, creo que son Estados muy logrados, Estados que ya no se encubren en lo ideológico, sino que simplemente los flujos de capital y el crimen se vuelven insumos para ese capital, no para una ideología”.
Una novela autobiográfica
Sicilia adelantó a ZETA que su nueva novela “El deshabitado” (Grijalbo/Proceso, 2016) será presentada durante la 30 Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL).
“‘El deshabitado’ es una novela que tiene muchos registros: tiene un registro político, un registro espiritual, un registro filosófico, el registro familiar, es cómo viví yo en todas estas dimensiones, pues, el Movimiento por la Paz y el asesinato de mi hijo que lo genera de alguna manera, él y sus amigos; entonces es una novela de los años de 2011 a fines de 2012”, manifestó el autor.
“Está construida en dos niveles, tiene todos estos registros, pero todos los capítulos impares suceden cuando me retiro y me voy a ver a mi hija y a mi nieto en Arca, en Francia, es decir, después de la Caravana por Estados Unidos, y todos los pares inician con el asesinato de mi hijo y lo que sucedió hasta al final de la Caravana de Estados Unidos, es cuando me voy a Francia, a este monasterio, a esta comunidad, para mí es una comunidad fundamental. Entonces, la novela empieza donde termina y se abre a un capítulo que pues es mi regreso a México y que genera unos puntos suspensivos, que es la historia que ahora vivo desde que llegué, pero que esa no está cocinada en la novela.
“Hay muchas novelas autobiográficas de ficción porque de todos modos hay una ficción en la memoria, es cómo lo viví yo y es mi subjetividad; entonces, desde esa perspectiva hay ya un orden novelesco, aunque fuera un testimonio de hechos como se escriben los libros testimoniales en ese testimonio, siempre hay un elemento de subjetividad que le da un carácter novelesco; yo me puse de lado de la novela, para poderla narrar mejor, usé también una cosa para tomar más distancia con respecto a mí”.
— ¿Por qué quisiste escribir esta novela autobiográfica?
“Mira, es algo que me debía a mí mismo, poner en claro cómo viví ese movimiento, el dolor de mi propio sufrimiento, la muerte de mi hijo, estaba atravesando por muchas emociones, también el Movimiento, por muchas cosas que no tenían forma pero que se habían expresado en tiempo y en el Movimiento en relación con mi familia y necesitaba ponerlas y clarificarlas a través de la palabra.
“Por salud, creo que es una novela que me debía para sanarme, si es posible sanarse de una tragedia de esta naturaleza; y en segundo lugar, creo que era un testimonio que le debo a las víctimas y que le debo a mi país, porque fue un Movimiento muy importante en el develamiento de las víctimas que habían sido o habían querido ser borradas por parte del Estado de los criminales y por un tema que me costó mucho, que se expresó en mis formas de acercarme, los besos y todo eso, donde para mí el amor debe estar en el centro de la vida política y de la vida de una tragedia para poderla revivir.
“La novela es en ese sentido pues mi testimonio, era algo que me debía, me lo debía a mí, se lo debía a mi familia, se lo debía a mi hijo, además de lo que hice por él a través del Movimiento; y porque fue un movimiento político y social muy importante, se lo debía a mi país para decirles cómo viví, cómo entendí esto y qué propongo desde ahí o qué propuse y qué propusimos desde ahí. Es mi testimonio, otros dirán y lo habrán vivido de otra manera”.
— Finalmente, ¿por qué se titula “El deshabitado”?
“Yo propuse ‘El deshabitado’ porque en realidad quedé deshabitado, el asesinato de mi hijo me desalojó absolutamente de mis certezas, de mi estar en el mundo, de lo que había sido mi vida, y pues en esa deshabitación surgió el Movimiento, mi esclarecimiento de mí mismo, mi mirada sobre la religión; es casi un rehacer en esa deshabitación, la experiencia de alguien deshabitado por la ausencia, deshabitado por la violencia y el desmoronamiento de un país, deshabitado incluso de la palabra porque dejé de escribir, y ahí explico por qué razones, pues un ser absolutamente como puede ser cualquier víctima: un ser que la violencia deshabitó, y desde esa deshabitación tiene que rehacer la vida misma y enfrentar el horror”.
