Larry Villalobos, exjefe del Centro de inteligencia de la Administración para el Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés), narró que él y el ex coordinador de Operaciones Internacionales de la Agencia, Joe Bond, se encontraron en secreto, en octubre de 1998, con el narcotraficante Joaquín Archivaldo Guzmán Loera, alias “El Chapo”.
En ese entonces, el capo sinaloense este aún se encontraba recluido en la prisión de máxima seguridad de Puente Grande, Jalisco, del que después escapó, en enero del 2001, dentro de un carrito de lavandería.
En un reportaje transmitido por la cadena Univisión, se señala que ambos agentes, ya jubilados y que permanecieron en México entre 1997 y 2003, aseguran que fue “El Chapo” -a través de una fuente a la que nunca identificaron-, quien contactó a la DEA cuando estaba preso por ser el presunto autor del asesinato del arzobispo de la Arquidiócesis de Guadalajara, Juan Jesús Posadas Ocampo.
Sin embargo, Guzmán Loera aseguró a los agentes de la DEA que él no había matado al religioso, asesinado a plena luz del día en el estacionamiento del Aeropuerto Internacional de Guadalajara, el 24 de mayo de 1993, acribillado al bajar de su automóvil.
“En ese tiempo estaba yo en la embajada de Estados Unidos en México, trabajando con la DEA, y llegó una gente del ‘El Chapo’ a traernos el recado de que él quería verse con la agencia para hablar de los Arellano Félix. Quería entregarlos”, dijo Villalobos.
Como los Arellano Félix eran los narcotraficantes más poderosos de ese momento, el gobierno de los Estados Unidos aprobó que Villalobos y Bond se reunieran con Guzmán Loera. Por parte del gobierno mexicano transcurrieron varios meses, hasta que un día la Procuradruía General de la República (PGR) les dio otorgó el permiso de visitar al ahora ex líder del Cártel de Sinaloa.
Junto a José Patiño Moreno, agente del Ministerio Público de la fiscalía antinarcóticos de la PGR -quien fue asesinado posteriormente en Baja California- los tres entraron al penal simulando que eran psicólogos contratados por el gobierno de México para hacer un estudio sobre los presos de alto nivel, a fin de comprobar si el penal respetaba los derechos humanos.
Según Villalobos, “El Chapo” sabía que iban a ir al penal, pero no los esperaba. Cuando entraron a la prisión, el personal los condujo a la enfermería, en una sala con sillas y una ventana desde la que se veían los cerros. Entonces entró el capo, se narra en el videreportaje realizado por el reportero de investigación Gerardo Reyes.
De inmediato “El Chapo” -en ese entonces joven y delgado-, los reconoció. Y al percatarse que no había nadie escuchando lo que iban a platicar, comenzó a decirles que llevaba 5 años preso y que pretendía negociar con la DEA, entregarles a los Arellano Félix a cambio de que él no fuera extraditado a Estados Unidos.
“‘Acababa de salir extraditado Juan García Ábrego (1996), aún no entraban Osiel (Cárdenas Guillén) ni Los Zetas. El pleito de Carrillo y su gente era más con los Arellano Félix. ‘El Chapo’ nos quería convencer de que el problema eran ellos. Quería que ese fuera nuestro blanco. Si quitábamos a los Arellano, decía, ya no iba a haber violencia”, dijo Villalobos al semanario Proceso en otra entrevista realizada en el 2014.
Según esa misma publicación, firmada por la reportera Anabel Hernández, después de 3 horas de conversación, los agentes de la DEA le pidieron a “El Chapo” que recabara más datos, y pactaron con volverse a reunir.
Sin embargo, afirmó Villalobos, el gobierno de Estados Unidos ordenó que ya no se reunieran con el capo, “porque le preocupaba que esos contactos afectaran los casos que estaban armando en su territorio”.
LA RUPTURA DE LOS ARELLANO FÉLIX CON “EL CHAPO”
El Cártel de los Arellano Félix (CAF), es una de las organizaciones del narcotráfico mexicanas junto con los cárteles de Sinaloa, Jalisco y Juárez, que más décadas lleva en activo en el mundo de las drogas. Iniciaron sus actividades en Tijuana en 1982.
En la actualidad, dos de los hermanos Arellano Félix (Ramón y Francisco Rafael) están muertos; y otros tres (Benjamín, Francisco Javier y Eduardo) se encuentran presos en cárceles de Estados Unidos.
“Las pugnas entre el Cártel de Sinaloa y los Arellano continúan, sólo que ahora un hijo de Benjamín es quien dirige a la organización mafiosa, apoyado por otro joven familiar, Fernando Sánchez Arellano “El Ingeniero”, uno de los sobrinos de la familia, y que fue detenido en junio del 2014.
De acuerdo con el semanario ZETA, en la plenitud de sus operaciones mafiosas, en 1992, rompieron con “El Chapo” Guzmán, Jesús Héctor Palma Salazar, alias “El Güero Palma”, e Ismael Zambada García, “El Mayo”, con quienes llevaban una buena relación no sólo laboral, sino de amistad.
Se distanciaron porque Zambada les debía dinero por el cruce de droga en Tijuana, así que los hermanos ordenaron asesinarle, escribió en su momento el periodista Jesús Blancornelas. Tanto “El Chapo” como “El Güero”, en represalia, orquestaron una emboscada para asesinar a los Arellano Félix en la discoteca Christine, de Puerto Vallarta, ataque en el que murieron seis personas.
Los hermanos Ramón y Francisco Javier Arellano escaparon ilesos del ataque. Los Arellano tomaron venganza el 24 de mayo de 1993. Ordenaron asesinar al “El Chapo”. Los hermanos trataron de matar al capo sinaloense cuando éste se dirigía al Aeropuerto de Guadalajara.
Por una “confusión”, asesinaron al cardenal Posadas Ocampo, quien se trasladaba al mismo destino. Según la cuestionada versión oficial de la PGR, los sicarios del clan Arellano, que le dieron 15 balazos a quemarropa a Posadas, lo confundieron con “El Chapo”, ambos con notorias diferencias de peso y estatura.
Derivado de la presión internacional, señala ZETA, Guzmán Loera se convirtió en el principal sospechoso del crimen de Posadas. Fue detenido el 9 de junio de 1993 en Guatemala y entregado a las autoridades mexicanas.
“Con esa primera captura, los Arellano le ganaron la batalla al capo sinaloense, aun cuando éste nunca fue procesado penalmente por el asesinato. Tampoco fueron enjuiciados Benjamín o Ramón Arellano Félix”, dice el semanario.