El autor presenta “Coitus interruptus” (La Terquedad Ediciones, 2016) en el CEART de Tijuana el 11 de octubre, y el 12 dictará la conferencia “De la minificción al cuento breve”. “Todavía estamos esperando que las grandes editoriales se arriesguen con este género literario que cada vez tiene más lectores”, refiere a ZETA
Hombre de pocas palabras, tal como se define a sí mismo, Armando Alanís Canales entrega su tercer libro de minificciones “Coitus interruptus” (La Terquedad Ediciones, 2016), donde la brevedad es exprimida a su mínima manifestación, y como ejemplo basta el texto “Epitafio”, donde advierte: “Volveré”.
Platicador apasionado de personajes norteños como “Pancho” Villa, Eulalio González “El Piporro” y Daniel Sada, a quien acompañó en sus últimos años en la colonia Condesa de la Ciudad de México, Alanís es uno de los minificcionistas más importantes de México que ha apostado por la brevedad desde sus primeros escritos, incluso varias décadas antes que Twitter decretara como máximo 140 caracteres en cada texto:
“Empecé a escribir minificciones desde hace muchos años, cuando aún no existía el internet. De hecho, empecé mi carrera literaria cuando tenía 18 o 19 años, escribiendo minificciones y cuentos breves. Sigo empeñado en ello, y considero la escritura de minificciones como una parte fundamental de mi trabajo literario, aunque también he publicado tres novelas”, refirió en entrevista con ZETA el también autor del libro de cuentos “La mirada de las vacas” (Perros Bravos Editores, 1994) y de las novelas “Alma sin dueño” (CONACULTA, 2003), “La vitrina mágica” (Aldus, Instituto Coahuilense de Cultura, 2007) y “Las lágrimas del Centauro” (Planeta, 2010).
“Me interesa contar una historia con el mínimo de palabras posibles”
Luego de sus primeros dos libros de minificciones, “Fosa común” (Ediciones Fósforo, 2008) y “Narciso, el masoquista” (Cuadrivio, 2015), Alanís propone “Coitus interruptus” (La Terquedad Ediciones, 2016).
Alanís advierte sobre el título en entrevista con ZETA: “En este libro, cada minificción tiene el propósito de dejar picado al lector, para utilizar una expresión coloquial. La idea es que la lectura de una minificción deje al lector con las ganas, y para satisfacerlas tiene que leer otras minificciones y así hasta terminar el libro. Es un libro muy breve, que se puede leer completo en una hora, en media hora. Responde al tiempo vertiginoso que nos ha tocado en suerte, donde aparentemente no hay tiempo para nada. ‘Coitus interruptus’ se puede leer completo en un partido de futbol muy aburrido o en la sala de espera del psiquiatra”.
Originario de Coahuila (Saltillo, 1956), Armando Alanís se estableció en la Ciudad de México desde 1992, quien por cierto no había sido publicado en su ciudad natal:
“Desde tiempo atrás, tenía ganas de publicar un libro en Saltillo. ‘Coitus interruptus’ representa el regreso a mi ciudad natal, aunque yo sigo viviendo, por motivos de trabajo, en la Ciudad de México. En cuanto supe que existía una editorial en Saltillo que se llamaba La Terquedad, que dirige el escritor Jesús de León, me interesó publicar ahí. Es una editorial independiente. El proceso de edición fue rapidísimo, como una minificción. No obstante, se trata de una edición muy cuidada: me gustan mucho la portada, el tipo de letra, la contra, todo. No he encontrado hasta ahora ni una errata. Es un libro amable con el lector: lo invita a tomarlo entre sus manos y adentrarse en su contenido.
“Mis tres libros de minificciones han sido publicados en editoriales independientes: ‘Fosa común’ en Ediciones Fósforo, ‘Narciso, el masoquista’ en Cuadrivio, y ahora ‘Coitus interruptus’ en La Terquedad. En cuanto a ‘Sirenas urbanas’ (libro inédito también de minificciones), se ha retrasado un poco su publicación en Posdata, dentro de la colección ‘La hormiga iracunda’, porque se trata de una coedición con la Universidad Autónoma de Nuevo León, y eso ha complicado las cosas. Pero yo tengo confianza en que pronto se publicará”.
“Coitus interruptus” está dividido en tres partes, tituladas: “Quién”, “Cuándo” y “Cómo”, “las tres preguntas básicas de un cuento o de una minificción: quién lo hizo, cuándo lo hizo y cómo lo hizo”, señala el autor.
“La primera parte se centra en personajes; la segunda en momentos y lugares; y la tercera en procedimientos. Los temas son diversos, como en todos mis libros de minifcciones: la soledad, el amor, las vicisitudes por las que atravesamos los humanos en nuestra vida cotidiana. También hay textos fantásticos o de terror. Muchos de estos microrrelatos los trabajé hasta el cansancio para incluirlos en el libro.
“Por supuesto, también deseché algunos que no me acabaron de gustar. Lo mismo en ‘Coitus interruputs’ que en mi libro anterior, ‘Narciso, el masoquista’, los personajes son él o ella, no pongo nombres propios salvo cuando se trata de personajes mitológicos, como Pegaso, o tomados de la literatura, como Sherezada y Dorian Gray. Hay una sola excepción: en el microrrelato ‘El dedo asesino’, incluido en ‘Coitus interruptus’, aparece un diputado de apellido Pérez, pero cualquiera tiene el cargo de diputado y se apellida Pérez”.
— En tu primer libro de minificciones “Fosa común” hay muy pocas minificciones de una o dos líneas, ¿cómo ha evolucionado tu concepción de lo que es una minificción, considerando que en “Coitus interruptus” la mayoría son de una, dos o máximo tres líneas?
“He ido evolucionando desde la minificción de dos o tres párrafos hasta la minificción de una o dos líneas. Me interesa contar una historia con el mínimo de palabras posibles. En mis dos últimos libros, ‘Narciso, el masoquista’ y ‘Coitus interruptus’, así como en los ‘Alfileres’ que publico cada semana en el suplemento Laberinto del periódico Milenio, he procurado la minificción de una o dos líneas. Pero no descarto la posibilidad de escribir un libro con microrrelatos un poco más largos, sin rebasar nunca la página, porque si una narración rebasa la página ya no es un microrrelato, sino un cuento breve. Esta última modalidad, el cuento breve, también me interesa”.
“Actualmente hay muchos escritores que trabajan la minificción en México”
En un ensayo incluido en “Coitus interruptus”, Alanís revela el proceso de escritura de una minificción: “Algunos textos los he publicado en una primera versión en Facebook o en Twitter, redes sociales de las que me sirvo como campo de experimentación. Pero después las he trabajado”.
Entonces llega el momento de preguntarle a Alanís qué características debe tener una minificción:
“Una minificción debe ser redonda y rotunda como una naranja. Conviene que tenga un final de aguijón o de puñalada. Maneja el humor negro, la intertextualidad, y es un género fronterizo que se roza con otras manifestaciones de la brevedad extrema como el aforismo, la estampa literaria o el poema en prosa. No hay que utilizar palabras de más: así es que una vez que uno tiene escrita una minificción, hay que podarla convenientemente hasta reducirla a su mínima expresión.
“Pero una minificción tampoco debe tener palabras de menos, y esto ya no es tan evidente. Algunas requieren de cierto decorado, cierta atmósfera… Y ya que mencionas la presentación o pequeño ensayo que incluyo en mi libro, y que he titulado ‘Un asunto diabólico’, es un plus para el lector; ahí hago un poco de historia y algunas consideraciones en torno a la minificción como el género literario más inquietante de nuestro tiempo”.
— Finalmente, ¿cuál es la situación actual de la minificción en México en cuanto a su escritura y publicación en relación con otros tiempos?
“Actualmente hay muchos escritores que trabajan la minificción en México. Algunos están especializados en la escritura de microrrelatos. Otros también escriben cuentos o novelas. Asimismo, se están publicando muchos libros y antologías de minificciones, sobre todo en las editoriales independientes y en los departamentos editoriales de algunas universidades. Todavía estamos esperando que las grandes editoriales se arriesguen con este género literario que cada vez tiene más lectores. Por supuesto, las redes sociales juegan un papel importante, porque invitan a los usuarios a practicar el cuento brevísimo o microrrelato.
“Umberto Eco dijo que ‘las redes sociales le dan el derecho de hablar a legiones de idiotas’. No coincido con esa visión tan pesimista de herramientas de comunicación tan importantes como Twitter y Facebook. Cierto, cualquiera puede emitir su opinión o decir lo que quiera en las redes sociales, lo mismo el taquero de la esquina que un Premio Nobel. Pero, ¿por qué el taquero de la esquina, que no es ningún idiota, no tendría derecho a ser escuchado? Tal vez tenga algo importante que decirnos sobre la preparación de los tacos de tripa o sobre lo que le pasó anoche con su novia. Todo el mundo tiene al menos una historia interesante que contar.
“Aprovecho la oportunidad para anunciar a los lectores de ZETA que estoy trabajando en un libro de cuentos breves. Espero tenerlo listo para el próximo año”, concluyó Armando Alanís.
“Coitus interruptus” se presenta el martes 11 de octubre en la Sala de Lectura del CEART de Tijuana a las 6:30 pm con la presencia del autor y los comentarios a cargo de Roberto Castillo y Miguel Alberto Ochoa; y al siguiente día, miércoles 12 de octubre, a la misma hora y lugar, Alanís dictará la conferencia “De la minificción al cuento breve”.