Política Breve y de Emergencia
De nuevo la inseguridad pública ha hecho presa de los bajacalifornianos; los eventos de criminalidad de alto impacto están por todas partes y en todos los medios de comunicación, eventos del “crimen común” suceden con tanta frecuencia que parecieran orquestados y verdaderamente organizados, hechos aparentemente aislados en contra de víctimas con perfiles similares obligan a considerar que se trata de una motivación serial. Muchas dudas, muchos hechos no relacionados, pero lo que verdaderamente no tiene dudas es que de nuevo, tenemos miedo.
Es difícil dejar de relacionar la incidencia actual con el grave resquebrajamiento de la paz y la tranquilidad que vivimos en 2008 y 2009; enfrentamientos entre bandos nuevos y rivales del crimen organizado, secuestros, cobros de piso, asaltos, robos al por mayor, asesinatos por doquier, exhibiciones surrealistas de lo que la más grande descomposición humana puede hacer. Desolación, impotencia, desesperanza, sufrimiento y abandono. ¿Cómo olvidarlo?
Por eso ahora 8 años después cuando vemos que los reportes oficiales de muertes por causas violentas nuevamente registran cifras que superan el promedio nacional, que de nuevo las calles y los puentes de las ciudades son conductos para terribles mensajes entre criminales, cuando otra vez la impunidad es el amparo perfecto de la delincuencia y los asaltos, los robos y las agresiones a personas aparentemente ajenas al crimen pasan con mucho más frecuencia, lo menos que empieza a suceder es que los ciudadanos nos preocupemos muy seriamente.
Y es que las explicaciones oficiales que nos hablan de las causas de las muertes y de los muertos en el amparo de la actividad del narcotráfico o que nos comunican que vivimos en una especie de territorio de guerra en el que ilegales ejércitos pretenden adueñarse de “la plaza” para imponer su hegemonía y control; y en el colmo de la información o desinformación, conocemos de actividades ilícitas de asalto, robo y asesinato que son consideradas “normales”, por supuesto que inquietan, que alarman, pero sobre todo indignan y siembran una peligrosa desconfianza.
Sin intentar hacer aquí un apología de los medios y las formas que nos trajeron del 2008 de nuevo a la paz social en Baja California, es fundamental destacar que no hubiera sido posible sin la participación ciudadana, causa y efecto de los resultados positivos de los buenos gobiernos, pero que en materia de seguridad, fueron la clave para que la prevención del delito, el combate al crimen y la procuración de la justicia, contaran con una fuerza aliada de dimensiones extraordinariamente superiores.
Solo que para que la participación de la sociedad en materia de seguridad pública sucediera con eficiencia, primero tuvieron que ser eficientes las corporaciones de seguridad de los gobiernos y por eficientes se debe entender, confiables. Y la confianza en las autoridades es lo primero que se pierde cuando la información oficial difundida pareciera ir en el sentido contrario a la realidad, o no ser suficiente, o que pareciera ocultar o minimizar algo.
La fuerza pública y “el uso legal de la violencia” son el único camino que los ciudadanos tenemos para defender nuestros bienes y nuestras personas, acudir en busca de apoyo y protección o a la presentación formal de una denuncia, implica además de la demanda de la protección de derechos, el reconocimiento de la capacidad de la autoridad para resolver el problema. Así que cuando conocemos de la falta de resultados o del desconocimiento de las causas de una ola criminal, aun cuando ello pudiera sernos ajeno, en realidad estamos asimilando que si algo nos pasa no habrá quien pueda defendernos.
La atención de la seguridad pública es base fundamental de la defensa del Estado de Derecho, es la razón misma de los gobiernos; el trabajo en la prevención del delito, en la procuración y la impartición de justicia, tiene relación directa con la confianza o desconfianza que los ciudadanos les tengan a sus autoridades. Un fortalecimiento de la vida democrática que no tiene que ver con los votos.
En fin, explicaciones sobran porque la evidencia y el registro histórico son abrumadores. Si no se tiene conciencia de la gravedad del problema que vivimos, si no existe la capacidad o de plano se desconoce el cómo procurar con eficiencia e inteligencia la tranquilidad de los bajacalifornianos, es la hora de hacer cambios. Porque los ciudadanos ¡tenemos miedo!
Que la historia lo registre.- El mayor mérito en la solución de los problemas de inseguridad de 2008 y 2009 en Baja California se lo llevó el Ejército Mexicano. Una dirección sintetiza el por qué: nosotrossivamos@yahoo.com
Botón rojo.- Pocas decisiones tan complejas para un presidente de partido, que nombrar coordinador de la fracción de diputados. O que le pregunten a Ricardo Anaya, o a José Luis Ovando.
Salvador Morales Riubí, político tijuanense, ha sido funcionario municipal y estatal. Actualmente es empresario y consultor en temas de salud y relaciones públicas.