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domingo, febrero 18, 2024
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El cinismo de la política

El miércoles 7 de septiembre inició formal y legalmente el proceso electoral de 2017. Habrá elecciones en cuatro Estados de la República Mexicana, previo a la madre de todas las elecciones que tendrá lugar en 2018, cuando no solo se renueve la Presidencia de la República, la Cámara de Senadores, la Cámara de Diputados: también, 20 gubernaturas y cientos de municipios y diputaciones locales.

Pero antes de aquélla, que será la elección de elecciones, donde se jugará la transición política de México, Nayarit, Coahuila y Estado de México, atravesarán por una jornada electoral el domingo 4 de junio de 2017, para renovar los poderes Ejecutivo y Legislativo, solo munícipes en Veracruz. Entre esas elecciones destaca una. No solamente por ser la tierra que vio nacer al Presidente de la República, acaso y más importante, porque es el Estado que concentra el 10 por ciento de los electores en el listado nominal nacional.


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En efecto, con sus 11 millones 23 mil 636 electores en su listado nominal (a 2015), un triunfo en el Estado de México es decisivo en la vida electoral de cualquier partido político que aspire a ganar, en 2018, la Presidencia de la República. Actualmente y de siempre gobernado por miembros del Partido Revolucionario Institucional, la administración de aquella entidad la encabeza el de Ecatepec de Morelos, Eruviel Ávila, quien, valga decirlo, en 2011, cuando fue seleccionado candidato del PRI para suceder a Enrique Peña Nieto en el Gobierno del Estado de México no era, para nada, el abanderado oficial del ahora Presidente de la República, pero sí quien le garantizaba los votos en aquella entidad.

El triunfo en el Estado de México era crucial para Peña Nieto. Al siguiente año él mismo atravesaría por su proceso electoral en la contienda por la Presidencia de la República. Entonces no le importó sacrificar a su amigo y colaborador más cercano -y quien se veía como su natural sucesor-, Luis Videgaray Caso. Lo que importaba era ganar la elección del Estado de México, asunto del cual Eruviel Ávila salió airoso.

Esto viene al caso debido a la salida de Videgaray de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público el miércoles 7 de septiembre, cuando el Presidente anunció el cambio y se refirió a su ahora ex colaborador como una persona que “ha sido un funcionario comprometido con México y leal con el Presidente de la República”.


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Ante esas condescendientes palabras de Peña hacia Videgaray, la hipótesis en torno a que el cambio obedece a que fue precisamente el ex secretario de Hacienda quien promovió la visita de Donald Trump a México -acto que cuenta con la desaprobación del 85 por ciento de los mexicanos (encuesta Reforma)-, no resulta tan lógica ni tan apegada a la realidad. Vaya, Enrique Peña Nieto no ha pedido perdón a la sociedad por haber recibido en la casa de gobierno al más duro, ignominioso y xenófobo enemigo de México, ni ha reculado en su acto; de hecho ha insistido hasta lo imposible y lo increíble en entrevistas y presentaciones públicas, que hizo bien en llevar a cabo la reunión con Trump, y que con el tiempo se le entenderá. Esa conducta deja ver que en él no hay ni arrepentimiento ni mucho menos vergüenza por haber metido a la casa de los mexicanos al empresario chauvinista que ahora se cree político.

A pesar que el mismo miércoles 7 de septiembre, el propio Donald Trump diría en una entrevista televisiva en la Unión Americana, como parte de su respuesta sobre la visita a México, “… si uno ve lo que ocurrió, si uno ve el desenlace hoy, donde las personas que arreglaron el viaje a México han sido sacadas del gobierno, ¡así fue lo bien que nos fue!”, la versión de la salida de Videgaray del gabinete de Peña Nieto, producto de ese desaguisado político internacional, languidece ante la probabilidad que el ex titular de Hacienda se convierta en candidato del PRI al Gobierno del Estado de México.

No solo la salida del gobierno se da un día antes que formalmente inicie el proceso electoral que culminará con la elección el domingo 4 de junio, sino que para el Presidente de la República es de suma trascendencia, previo a 2018, a su propia sucesión, mantener los votos priistas del Edomex. Perdido Veracruz, que concentra arriba de 7 millones de votos, su tierra es la única puerta que tiene el priismo nacional para salir de la derrota electoral y entrar a la supervivencia política.

No es que Videgaray sea el mejor para esta contienda, desde José López Portillo no ha salido de la Secretaría de Hacienda un candidato victorioso; Ernesto Cordero, secretario de Hacienda que fue con Felipe Calderón Hinojosa, ni siquiera pudo lograr la nominación panista a la Presidencia de la República cuando fue derrotado por quien después sería frustrada abanderada, Josefina Vázquez Mota, precisamente la mujer que Acción Nacional empuja para ser la candidata en el Edomex.

La voracidad recaudadora de Hacienda, la franca persecución fiscal que desde ahí se encabeza, la homologación del IVA en las frontera y el -para la mayoría- abusivo manejo que del presupuesto federal se hace, restan el carisma a quien encabeza esa institución que en los últimos años se ha caracterizado por aterrorizar a los ciudadanos con el cobro de impuestos.

En caso de fortalecerse la hipótesis de su salida para obtener la candidatura al Estado de México, Luis Videgaray no es, pues, la opción ideal. Su precisión política en los tiempos de su renuncia es pésima, no solo queda como quien sale por haber contribuido a la humillación del Presidente y de México por parte de Donald Trump, también echa leña al fuego de los rumores políticos que ahora lo sacan de la carrera por la Presidencia de la República, y le conceden el honor y poderío político al hidalguense Miguel Ángel Osorio Chong. Estando el gabinete dividido entre las fuerzas de Videgaray y las de Osorio, con la salida del primero el ganador es el segundo. Así se queda solo en el manejo de la política y el asesoramiento al Presidente, con todo y que José Antonio Meade, el sucesor de Videgaray, es del equipo de éste y se percibe que lo protegerá y representará.

Luis Videgaray no es, insisto, el mejor candidato. Podría ser el peor representante del PRI en estos momentos de derrota electoral, de crisis económica, de golpes a los bolsillos de los mexicanos, cuando uno de los señalados del caos económico en que está sumido el país, es precisamente el ex secretario de Hacienda, en cuya administración la deuda pública incrementó de 5.4 billones de pesos en 2012, a 9 billones de pesos este 2016, y ha resultado con sobre ejercicio en el presupuesto federal del último año, en poco más de un 4%.

Videgaray y Peña son, para la mayoría de los mexicanos, los culpables del alza de precios. De la Secretaría de Hacienda salieron los aumentos a la energía eléctrica y a los combustibles, ahí mismo se registró la caída del 15% en la inversión pública, y los recortes al presupuesto federal que afectaron seriamente los programas de prevención, obra pública y apoyo a organizaciones no gubernamentales.

Con Luis Videgaray al frente de la Secretaría de Hacienda se incrementaron el número de contribuyentes, por tanto, la cifra de captación de recursos, pero eso no mejoró ni las obras ni los servicios de gobierno, ni aportó al desarrollo de las comunidades; caso contrario, el dinero recaudado nunca alcanzó.

No es exagerado decir que el ex funcionario contribuyó con su participación en los primeros cuatro años de Enrique Peña Nieto en el Gobierno Federal, a que hubiera más recaudación, menos empleo, menos obra, menos inversión y más pobreza.

Lo desafortunado es que el Presidente decide cambiarlo justo cuando da inicio el proceso electoral del Estado de México, justo después de la visita de Donald Trump, y decide no enviarlo -en caso de ser castigo- a una secretaría menor, o a una Embajada, no; lo malo es que con sus palabras de despedida, le da vida política y un espaldarazo electoral.

El Presidente se percibe como un hombre terco en cuanto a su reunión con Trump y los cambios en su gobierno, y Videgaray se ve como un perdedor que será recompensado. Así el cinismo de la política nacional priista, en cuya decisión Peña podría lapidar el futuro electoral de su partido con un mal candidato, y perder desde ya, el 2018.

Autor(a)

Adela Navarro Bello
Adela Navarro Bello
Directora general del semanario ZETA, Consejero de Artículo 19 y del CPJ para las Américas, entre otros reconocimientos, tiene el Maria Moors Cabot 2021 de la Universidad de Columbia.
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