Por más que Rafael Caro Quintero insista, ahora, públicamente, de no dedicarse al narcotráfico, la Secretaría de la Defensa Nacional tiene información que sus allegados se mantienen activos en el tráfico de marihuana, goma de opio y metanfetaminas en su zona de control, ubicada entre Badiraguato, Sinaloa y Tamazula, Durango. Ahí nadie más que el ex líder del extinto Cártel de Guadalajara ejerce el mando junto con un puñado de hombres
Culiacán, Sinaloa.- “Fue Caro Quintero quien expulsó de la región de Los Placeres a Genaro Payán Haro, se movía con un grupo de hombres armados, y eso ponía en la mira de la Marina su territorio”, comenta un funcionario de seguridad del Estado.
El “Gringo” Payán, identificado como operador de Ismael “El Mayo” Zambada, fue capturado en una agrícola de su propiedad ubicada en los límites entre los municipios de Mocorito y Badiraguato, Sinaloa, el 22 de junio de 2015. Antes de la liberación del capo, era el que controlaba el trasiego de enervantes en la región.
Días atrás, el 13 de junio, la Secretaría de Marina había arrasado con varias comunidades en un operativo para detener a Rafael Caro Quintero, el “Gringo” Payán era uno de los hombres que podían guiar al Gobierno Federal hasta sus escondites en el entramado de la sierra sinaloense. Hoy se encuentra en el penal federal de El Rincón, Nayarit.
Testimonios de los pobladores hace un año, señalan que Marina y Ejército tienen consigo una lista de nombres con fotografías de todos los operadores del capo entrevistado, tres de ellos vecinos de la comunidad de Las Juntas, ubicada sierra arriba de Babunica y La Noria, de donde son originarios los hermanos Emilio y Juan José Quintero Payán, y Rafael y Miguel Ángel Caro Quintero, respectivamente.
Saben de la organización de la estructura, quién ordena las plantaciones de amapola y marihuana, la cosecha, el trasiego, quién paga la nómina y a dónde se destinan las ganancias finales.
Además, autoridades federales identifican a José Luis Caro, “Chelis” Caro, como otro familiar de Rafael vinculado con las actividades ilícitas de narcotráfico.
Otros familiares señalados son José Gil Caro Quintero, sobrino del capo, detenido y liberado en Jalisco, y vinculado por la Procuraduría General de la República (PGR) como operador de los Esparragoza Moreno; así como Juan Israim Caro Ley, aprehendido entre Jalisco y Michoacán, cerca de Mazamitla, en abril de 2015.
En agosto de 2014, otro sobrino, Sajid Quintero Navidad, fue señalado por el Departamento del Tesoro de Estados Unidos, de formar parte primero del Cártel de Sinaloa, y más tarde de los Beltrán Leyva.
La persecución
Desde agosto de 2015, cuando la Marina volvió a lanzar su tercer operativo para recapturar a Caro Quintero en Badiraguato, el hombre acusado de matar al agende de la DEA, Enrique Camarena Salazar, pasó a un bajo perfil, pues fue la cacería contra Joaquín “El Chapo” Guzmán el principal objetivo.
En estos operativos, informaron vecinos de Badiraguato a los que se entrevistó, los marinos portaban tabletas electrónicas con mapas satelitales, nombres y domicilios de cada uno de los habitantes de El Barrio de Guanajuato, La Noria, Babunica, Las Juntas, Los Placeres, entre otras localidades.
Nada más al allanar una vivienda, ya contaban con los datos de quiénes y cuántas personas habitaban el domicilio. A la casa de una mujer vecina de Las Juntas la acusaron de dar de desayunar cada ciertas mañanas a Caro Quintero, y que una de sus hijas era amante del sexagenario narcotraficante.
El 13 de junio de 2015, los infantes de la Marina mexicana insistieron con la madre de familia que el capo había estado muy temprano en la casa tomando el desayuno, y que después se había marchado a los altos montes de la región. En la entrevista con la revista Proceso, publicada esta semana que concluye, Caro mencionó que en efecto han estado a punto de capturarlo.
En cada operativo en su contra, denunciaron, además de golpear y vejar a civiles, incluyendo a mujeres, los marinos expurgaban cada rincón o sitio sospechoso donde el capo pudiera ocultarse, desde posibles túneles bajo las casas, hasta norias, potreros de ganado, doble fondos en vehículos y techos de casas.
El 17 de agosto del año pasado fue el último operativo que los marinos efectuaron en esa zona, bautizada por los lugareños como “el corredor de Caro Quintero”.
Después de ir contra la población civil, de nuevo los habitantes de la sierra denunciaron excesos. Semanas más tarde la atención de la Armada de México fue contra “El Chapo” Guzmán Loera, pues las investigaciones de la PGR habían dado con la estructura de los hombres que participaron en la construcción y fuga del túnel del penal de Altiplano.
Al mes siguiente, en septiembre, la Secretaría de Marina comenzó a perseguir en la sierra de Tamazula, Durango, y Cosalá, a Guzmán Loera. Caro pasó a las sombras.
Vuelve a los reflectores
Con el “Chapo” Guzmán en el Centro Federal de Readaptación Social Número 9 de Ciudad Juárez, Chihuahua, las disputas entre la facción a cargo de sus hijos, Iván Archivaldo y Jesús Alfredo Guzmán Salazar, y la de Los Dámaso por el territorio de las narcotienditas, provocaron varios encontronazos entre sus células de sicarios.
De abril a la fecha, el aumento de asesinatos en Culiacán, Navolato y Mazatlán se elevaron, mientras que la Policía Ministerial del Estado detectaba cada vez más grupos de pistoleros patrullando la capital.
Con el asalto a la comunidad de La Tuna por parte del grupo de Alfredo Beltrán Guzmán “El Tito”, hijo de “El Mochomo”, el nivel de rompimiento en el cártel tensó la situación, según fuentes del gabinete de seguridad, pero fue hasta que la revista Proceso vinculó a Caro Quintero en una guerra contra “El Chapo” -el Ejército y el fiscal de Chihuahua, Jorge González Nicolás, confirmaron la información-, que el capo de La Noria abandonó las sombras para deslindarse de los hechos y, una vez más, negar su participación en actividades ilícitas actuales.
Cuando se difundió que Caro Quintero iba contra los Guzmán, según información filtrada del cártel a las autoridades estatales, Iván Archivaldo buscó reunirse con él para evitar confrontaciones mayores. En voz propia, Caro aseguró que tanto “El Chapo” como “El Mayo” eran sus amigos.
Toca violencia a los Coronel
Viejo feudo del extinto Ignacio “Nacho” Coronel y su familia, incluido el padre de Emma Coronel Aispuro, tercera esposa del “Chapo”, el martes 26 de julio, dos sobrinos del capo abatido en Zapopan, Jalisco, fueron ejecutados a balazos en Ciudad Obregón, Sonora.
La Policía Estatal Investigadora informó que el ataque sucedió a las 3:15 pm en la colonia Cuauhtémoc, en el cruce de Náinari y Michoacán, cuando circulaban en un automóvil Volkswagen Jetta color rojo. Se trata de Kevin Alexis y Justin Coronel Orduño, de 19 y 13 años de edad, respectivamente.
La información señala que les dispararon ráfagas de AK-47 desde un automóvil Honda Accord color blanco de reciente modelo. Ambos hermanos eran hijos de Sergio Coronel Ibarra.
Desde los años 90, “Nacho” Coronel mantenía la plaza de Ciudad Obregón, mientras que Inés Coronel Barredas se ocupaba del trasiego de marihuana en Agua Prieta.
Aunque la Procuraduría de Sonora no ha establecido un móvil, en su cuenta de Facebook, Justin Coronel exhibía fotografías con fusiles de alto poder, máscaras tipo capucha o a un lado de automóviles Ferrari.
“Don Neto” está en su casa
Luego de permanecer preso durante 31 años, tres meses y 20 días, el narcotraficante Ernesto Rafael Fonseca Carrillo “Don Neto” abandonó el penal de máxima seguridad de Puente Grande, Jalisco, y fue trasladado por agentes federales al domicilio donde completará la pena de 40 años impuesta por un juez federal.
La excarcelación del fundador del Cártel de Guadalajara ocurrió en medio de un importante operativo ordenado por la Comisión Nacional de Seguridad (CNS) y el Órgano Administrativo Desconcentrado Prevención y Readaptación Social (OADPRS), en cumplimiento a una orden judicial.
Desde 2015, el Juez Cuarto de Distrito de Procesos Penales Federales en el Estado de Jalisco concedió al capo el cambio de la pena de prisión por la medida de seguridad de confinamiento, debido a que a sus 86 años de edad y más de 18 padecimientos de salud, la condena de prisión resultaba irracional.
Aunque durante casi año y medio hubo resistencia por parte de las autoridades administrativas de ejecutar la orden del juez, tuvo que ser a través de un juicio de amparo (1557/2016) y el apercibimiento de denunciar por desacato al propio secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, que finalmente se dio cumplimiento al traslado de “Don Neto”.
El operativo para llevar al sentenciado a una residencia previamente autorizada por el juez en Atizapán de Zaragoza, en el Estado de México, inició poco después de las cinco de la tarde del miércoles 27 de julio. Más de una decena de camionetas de la Policía Federal ya le esperaba para trasladarlo al Aeropuerto Internacional de Guadalajara.
El abogado de Fonseca, Ernesto del Castillo, informó a algunos medios de comunicación -después de las seis de la tarde- que su cliente ya volaba rumbo al inmueble que sustituirá su prisión; sin embargo, argumentando una afección, autoridades del penal de Jalisco entretuvieron su egreso. El litigante enmendó la noticia.
Del área médica, Fonseca Carrillo fue subido a una ambulancia, donde permaneció durante más de dos horas, hasta que el comando de federales que aguardaba para realizar el traslado recibió la instrucción de incorporar el vehículo de emergencias médicas y así desfilar hacia la terminal aérea.
Originalmente Fonseca Carillo fue sentenciado a permanecer 40 años en prisión por el secuestro, homicidio e inhumación clandestina del agente de la DEA, Enrique Camarena Salazar, y el piloto mexicano Alfredo Zavala Avelar. También purgaba otra condena superior a los 20 años de prisión por los asesinatos de los norteamericanos John Clay Walker y Albert G. Radelat, ambos crímenes acontecidos en la ciudad de Guadalajara en 1985.
Los 11 mil 434 días de encierro para “Don Neto” se dividieron en seis centros penitenciarios. Detenido el 7 de abril de 1985, Fonseca fue ingresado al Reclusorio Preventivo Norte en la Ciudad de México; el 17 de agosto de 1992 se le trasladó al CEFERESO Número 1 Altiplano, en Almoloya de Juárez; el 19 de marzo de 2011, llega al CEFERESO Número 7 Nor-Noroeste, en Guadalupe Victoria, Durango; el 23 de octubre de 2011, fue internado temporalmente en el Centro Federal de Rehabilitación Psicosocial (CEFEREPSI) en la ciudad de Ayala, Estado de Morelos; tras regresar a Durango, el 1 de marzo de 2013 se le remitió al CEFERESO Número 12 CPS Guanajuato; y finalmente, 22 días después, al CEFERESO Número 2 en Jalisco, de donde fue enviado esta semana al hogar de su esposa en Atizapán de Zaragoza.