La pareja del narcotraficante Rafael Caro Quintero ganó certamen de belleza en 2010
Era la noche del jueves 21 de octubre de 2010. Una velada mágica para muchas internas del reclusorio femenil de Guadalajara. Olía a fiesta y glamour. No era para menos. Se realizaba el certamen de belleza entre las reclusas. Diana Altagracia, a la postre monarca, sería la más jubilosa.
Diana Altagracia Espinoza Aguilar, de 39 años, fue la ganadora del concurso organizado por la entonces Comisaría General de Prevención y Readaptación Social del Estado de Jalisco y el Patronato de las Fiestas de Octubre de Guadalajara, patrocinador del evento en el penal de mujeres desde 1990.
La escultural interna compitió contra 15 de sus compañeras de encierro. Desde el inicio, las decenas de internas que estaban como espectadoras se desbordaron en aplausos hacia Diana. Tal vez no era la más bella, pero si fue la que mejor se desenvolvió en el escenario, con soltura, seguridad y mejores respuestas a las clásicas preguntas de cultura general.
Las propias concursantes realizaron diversas coreografías alusivas al Bicentenario de la Independencia de México y mostraron sus dotes artísticos. En la pasarela, Diana Altagracia sobresalía. Al formarse todas las participantes en abanico, ella siempre quedaba al centro con su número 15 en la papeleta.
Y fue la noche mágica de la chica de tez apiñonada y de grandes ojos color miel, porque antes de ser coronada como la reina del certamen también fue ganadora del distintivo de “Señorita Fotogenia”.
Al final, entrevistada por la prensa, Espinoza Aguilar se mostraba efusiva y aseguraba que haber ido a la prisión la había hecho crecer como persona. Estaba inscrita en el taller de escritura de la Maestra María Luisa Burillo y ahora escribía poesías y cuentos. Nadie le cuestionó los motivos de su ingreso a la ex pareja del narcotraficante colombiano Ever Villafaña.
Diana tenía dos años tres meses privada de su libertad y sabía que pronto obtendría la libertad. Aquella noche continuó con un clima estupendo y partiendo plaza, la mujer, se sentía entre nubes al lado de Consuelo y Elizabeth, las internas que quedaron en segundo y tercer lugar, bailando al ritmo de la banda Cuisillos Musical.
Nadie en esa fecha, ni siquiera la propia Diana Espinoza, pensaría que un año después se convertiría en la novia, y posteriormente, en la esposa del afamado narcotraficante Rafael Caro Quintero, quien era su vecino del penal de enfrente, el Reclusorio Preventivo de Puente Grande.