Los indígenas, entre los invasores ladrones y criminales, también tuvieron simpatizantes, amigos y apoyo de algunos españoles, como los misioneros que vieron y consideraban la conquista como medio del ideal de culturizar a los indios para beneficiarlos con los avances más refinados de la cultura española y la práctica del cristianismo.
Al efecto abrieron el Colegio de la Santa Cruz de Tlatelolco, destinado a educar a los muchos más inteligentes entre los indígenas, y así ellos transmitieron a sus congéneres la ciencia y cultura europea. Pero sucedió que en 1541 un fraile que visitó el colegio y lo vio lleno de indígenas se sorprendió al constatar que éstos ya sabían leer, escribir, pintar, y además aprendían latín, gramática y ciencias. En su opinión, tanto saber sería inconveniente…. y conocieran en el decir misas y oficios divinos cuáles sacerdotes eran más idiotas y se rieran de ellos. Por consecuencia, era urgente clausurar el colegio.
Los indios soportaban sus desgracias conscientes de su impotencia para defenderse. Los españoles, por su parte, les decían que las epidemias que sufrían eran un castigo de Dios por los sacrificios humanos que cometían y por ser adoradores de Satanás, pero jamás los españoles consideraron y tomaron en cuenta el hecho de que ellos era tanto o más crueles y criminales, ya que por mandato de los soberanos de España y la Iglesia Católica, la Inquisición comenzó a regir en México desde 1522, un año después de la toma de Tenochtitlán. Así como los aztecas proporcionaban al Sol, su dios, representado en la figura de Huitzilopochtli, sangre humana de sacrificados, la quema y tortura de herejes venía a ser el equivalente de sacrificios humanos destinados a desagraviar a Jesucristo. La Inquisición constaba, aparte de la hoguera, de 13 instrumentos de tortura. Citaremos nada más uno: el aplastacabezas.
La barbilla de la víctima se colocaba en la barra inferior, y un casquete en la cabeza era empujado hacia abajo por un tornillo. Los efectos de este proceso son imaginables. Primero, se destrozaban los alvéolos dentarios, después las mandíbulas, y luego el cerebro se escurría por la cavidad de los ojos entre los fragmentos del cráneo. Todos los hechos narrados anteriormente, en una forma u otra, se seguirían sucediendo durante más de 300 años.
Vendrían, con D. Antonio de Mendoza, 1335-1550, los gobernantes de la Nueva España con sus administraciones codiciosas; 63, entre reyes, virreyes, condes, etcétera, los que gobernarían a México, y terminarían el 28 de septiembre de 1821, con Juan O’Donojú.
Continuará…
Guillermo Zavala Guerrero
Tijuana, B.C.