A nivel mundial está de moda en los paises desarrollados y en los emergentes el tema del seguimiento de las mejores prácticas.
El concepto aplica para Organismos de la Sociedad Civil, para la Iniciativa Privada y hasta para el Gobierno.
El principio es muy sencillo: hay que investigar dónde se hacen las cosas de la mejor manera, se documenta y se replica en otra parte. Así de fácil.
Las ciudades y países que han implementado ese ejercicio han tenido en la mayoría de los casos excelentes resultados. Lo peor que puede pasar es que se tenga que “tropicalizar” a las circunstancias de la región lo aprendido en otro lugar, pero una vez hechos los ajustes, todo camina bien.
Así las cosas, para un país emergente como México, el ejercicio referido queda como anillo al dedo: si aprendemos de las cosas que se hacen bien en otras naciones y si combinamos el empuje, el ingenio y la creatividad de los mexicanos, seguramente el resultado será excelente.
Podríamos tomar como ejemplo el caso del vecino estado de California, en Estados Unidos, donde muchos años atrás existía mínima población, en gran parte por las múltiples zonas desérticas ubicadas entre la pujante costa Este de ese país y la entonces considerada lejana costa Oeste, pero con el paso de los años, la fiebre del oro como mineral y la del artificial como Las Vegas o Hollywood, el desarrollo del puerto de San Francisco y la natural explosión demográfica, así como el desarrollo del turismo, paulatinamente California fue creciendo, a tal grado que muchos países ya quisieran contar con el desarrollo financiero de este singular Estado.
¿Y qué hizo Estados Unidos respecto del desarrollo y crecimiento de California? Sencillamente le brindó todo su apoyo y ahora esa entidad federativa es una de las principales fuentes generadoras de impuestos y orgullo para toda la nación.
Si se aplicara en nuestro país el principio de las mejores prácticas, Baja California debería ser un magnífico laboratorio para que el gobierno federal de México pusiera en marcha un experimento sumamente positivo, brindándole todo tipo de apoyos para que se desarrollara un extraordinario potencial que traería innumerables beneficios para todos, tanto para los bajacalifornianos como para todos los mexicanos.
Los Estado Unidos no limitan a California, al contrario, le brindan la soberanía que le corresponde como entidad federativa y le facilitan todos los estímulos posibles, convirtiendo a la “Alta California” en una extraordinaria potencia económica y un gran atractivo turístico. Algunas de sus ciudades son consideradas a nivel mundial como uno de los mejores lugares para vivir.
¿Y en México qué pasa? ¿Por qué se nos estrangula desde el centro del país cada vez más?
¿En qué le daña a nuestra nación que Baja California destaque? ¿En qué le beneficiaría que Baja California sea próspera?
En una reunión con un presidente de la República, en el CECUT, donde a sus estrategas les pareció buena idea llevar a cabo un “diálogo ciudadano”, ante la lluvia de reclamos de los contados asistentes, el invitado central se sintió de alguna manera sin argumentos y nos dijo: “Ayúdenme”, “Ustedes están muy lejos y los grupos de poder muy cerca de Los Pinos”, “Ellos hacen mucha presión y a ustedes no se les escucha desde allá”. En otra ocasión, el Lic. Ernesto Ruffo Appel, ahora Senador de la República, pero en aquel entonces “Zar de la Frontera”, dijo públicamente: “En el centro del país nos oyen pero no nos escuchan”.
En fin, tras del escándalo del Pedwest y viendo que las reacciones ciudadanas consiguieron llamar la atención de propios y extraños sobre la pésima calidad de esa obra, es oportuno preguntarnos: ¿Qué podríamos hacer los bajacalifornianos para convencer a los tomadores de decisiones federales?
Todo es cuestión de lograr que se apliquen las mejores prácticas.
Alberto Sandoval es Coordinador de Alianza Civil, A.C. Correo: AlbertoSando-val@AlianzaCivil.Org Internet: www.AlianzaCivil.Org Facebook: AlianzaCivil Twitter: @AlSandoval